16. Tarta

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«Forgive my northern attitude
Oh, I was raised out in the cold
»

Northern Attitude - Noah Kahan

ASTER ✳

Hace mucho tiempo no hay tormentas tan fuertes en nuestro pueblito.

Hace frio y nos hemos quedado encerrados en el granero porque estábamos arreglando un par de decoraciones navideñas que pondremos en cada pino una semana antes. La lluvia no nos deja salir, al menos no a mí, no quiero mojarme y pillar un resfriado. Él estoy segura que es tan torpe que si sale se resbala.

—Odio esta mierda. —murmuro al acomodar la decoración en cajas.

—¿Qué te ha hecho el agua?

—No es el agua.

—¿Qué te ha hecho la lluvia?

—Pues me arruina los planes —suspiro.

—Tampoco creo que decorar arboles sea un planazo, ya te digo yo.

—No lo entenderías.

—Explícame.

Kale está sentado en un banquillo en la esquina junto con una guitarra de madera vieja y sucia, retira su atención de las cuerdas al decir eso. Suena interesado, de verdad interesado, ese tono me es raro.

Arrugo las cejas, espero a que se ría. No lo hace, cuando te acostumbras a callarte encontrar a alguien que aguarde en silencio escucharte es antinatural.

—Pero no debes decirle a nadie nunca o te cortaré la lengua. —amenazo.

—Acepto.

—Siempre he querido irme de aquí, de esta ciudad, de esta zona del país donde hace mas frio de lo normal —suspiro—. A una zona de siempre dé el sol, un jardín con frutas y una piscina honda. 

—¿De verdad quieres vivir donde sudes como animal?

—Sí, de toda la vida —reacomodo mi gorro de lana—. No lo entenderías porque la gente como tú no tiene problemas para comprarse cuantas propiedades quieran, mudarse o demás, pero a mí me haría ilusión... Le pondría un jardín para la botánica.

—Una casita con plantitas y una piscina. —repite divertido, se levanta y eso me hace retroceder.

—¡No te rías! Hablo en serio, me harás arrepentirme de haberte dicho.

—No me rio de ti, Aster. Mucho menos me rio de tus sueños. Me sorprende que algo bonito pase por tu mente —asiente—. Pero entiendo la visión, puedo imaginar el atardecer, la tarta con las moras que cultivas.

—El sol. —agrego al tocar la ventana, la lluvia sigue golpeando el cristal.

—Puedo verte disfrutando del sol y del calor una tarde de verano.

—Será increíble —farfullo emocionada—, alguna vez, si lo logro. —me corto la emoción por mi cuenta en menos de dos segundos.

—Tendrás tu casa —asegura—. Cuando nos hagamos ultra famosos con la banda, tendrás regalías y yo te devolveré el dinero por el que te demandarían si supieran que me ocultas, así que la podrás comprar.

—¿Me la comprarás tu? —bromeo.

—Sí, seguro —lo dice en un tono divertido, riendo, pero no se oye como un chiste—. Luego iré a visitarte a menudo.

—Awww, qué tierno. Casi olvido que me das ganas de vomitar.

—Solo pediré que no envenenes la tarta de moras.

No apto para artistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora