SEMANA 7

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narrador omnisciente

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narrador omnisciente

Están a una semana de cumplir dos meses en el rodaje y cada día es un nuevo reto para la historia de los sobrevivientes. Estaban destruidos, hambrientos, quemados, deshidratados y desnutridos. Era algo triste de ver sabiendo que solamente eran chicos y también fue algo que Delfina no pudo presenciar.

Se pasaba el mayor tiempo sentada en un sillón de la caravana leyendo algún libro. No importaba si era el más aburrido del mundo; solo quería distraerse de pensar en la historia real de la pelicula y cumplir su horario de trabajo.

Hace poco empezó a subir sus covers de Taylor con unas iniciales. Aunque no supo si Matías sabía que eran las de él y esas canciones fueron dedicadas a su persona, pero el simple hecho de que les diera me gusta le subía el ánimo a ella porque ya era suficiente.

La verdad es que se moría de vergüenza, apesar de que no eran videos de ella, solo era su voz de fondo con la portada del álbum/sencillo perteneciente a la canción, pero el hecho de que él la escuche hacía que dudase si estaba bien.

Se encontraba leyendo con sus anteojos de descanso y un mate dulce y lavado acompañandola. Justo en ese momento creyó que no había nada mejor, pero al parecer si existía algo.

—¿Qué onda?— Matías abre la puerta despacio para ver a la chica leyendo con sus anteojos y con un mate en la mano— Bue, ¿te pones en modo gila?

—Y bueno...— ella se ríe un poco en respuesta y deja de lado el libro para cebar un mate sin azúcar y pasarselo mientras ve como se acomodaba junto a ella— Yo lo tomo muy lavado, no me mates.

—Todo lo que hagas vos para mi va a estar bien— aprovecha para tirarle un chamuyo y agarra el mate para tomar un sorbo— Ah dale, servite un vaso con agua caliente también si querés.

—Sos re gil, Matías— le hace un gesto con la mano y el chico ríe— ¿Seguís siendo Roberto?

—Si, estamos en un descanso y quería verte un ratito— explicó devolviendole el mate— Ya vi que seguís siendo igual de linda que siempre.

—Dale, tarado— chasquea la lengua y toma un mate ella ahora— Sos re mentiroso, Matías. Yo no soy linda, ni inteligente y mucho menos interesante, podrías irte hasta con una modelo si quisieras, capaz es más entretenido ver como caminan que escucharme a mi diciendo boludeces.

De repente Matías sintió algo raro en su pecho. Era una actitud común de la gente de su edad menospreciarse de esa manera. Hoy en día casi nadie se valora por si mismo y muy pocos son capaces de decir "no me merezco esto", pero ellos no le importaban a él porque la persona que amaba no era capaz de ver como él la veía.

—¿Y quién te dijo eso? ¿Vos?— preguntó retoricamente algo confundido— Estás en pedo, Del. Ni siquiera naciendo cien veces soy merecedor de mirarte todos los días, mucho menos de agarrarte de la mano cuando caminamos ahí afuera.

Delfina rueda los ojos y niega con la cabeza —Soy lo más corriente que existe.

—Bueno, nosotros tomamos agua corriente y es vital para seguir viviendo, ¿no?— él dice en un tono de chiste y mirando sus ojos marrones achinados por la sonrisa que le sacó con esa pavada— Ni tomamos agua corriente, pero entendiste.

—El agua tiene que ser potable— ella suelta una risa ante la equivocación.

Ambos tenían tanta buena quimica que asustaba. La gente podía verlos y creer que minimo se conocían desde el útero. Pero ahí estaban con sus casi dos meses guardando charlas y preguntas con respuestas para conocerse cada día más.

La forma en la que él delicadamente le ofrecía su mano y ella la tomaba con la misma delicadeza era hermoso de apreciar. Y cada vez que una parte de sus cuerpos se tocaba había una sensación mágica, como esos chupetines que le ponías un polvito y te hacían estrellitas en la boca.

De igual manera, Matías no era el único ahí interesado en Delfina.

Hace varios días él escuchaba como los chicos descansaban a Fran con Delfi, pero solo recibían caras de culo de parte del hombre. Aunque claro, no pasó por alto ese pequeño enrojecimiento en su compañero de laburo.

Matías jamás fue alguien que se pelearía con sus amigos por una mujer. Apesar de que tenían el mismo objetivo que era ganar el corazón de su maquilladora; nunca, pero nunca se atrevería a hacerle frente con ese tema. Si es que de alguna forma Delfina terminase con Francisco, solo se quedaría amandola a lo lejos y respetando a ambos como sus amigos.

Pero no se dejaba llenar la cabeza tan facilmente. Una voz interior y la que cada vez tenía más razón le decía que no había forma de que ella pusiera sus iniciales en cada cover romántico para después irse con su amigo.
Y si, si se había dado cuenta de que mientras subía el cover de "Lover" se atrevió a poner un "M.R" y un emoji de montañas nevadas. Muy rebuscado y a la vez muy amado.

—¿Vas a ir a la joda de los dos meses? Es en la pieza de Juani y Blas— Recalt pregunta deseando obtener una respuesta positiva.

—Si me dijeron, capaz vaya... no sé todavía— suelta un pequeño suspiro y le pasa un mate— Nunca me puse en pedo.

—Dale, ¿cómo que no?— le hace un montoncito con la mano sin creerselo— Me dijiste que fuiste a Bariloche.

—Si, pero no tenía plata para los tragos— ríe un poco— No tomé nada, soy una cualquiera así.

—Yo soy un cualquiera que estaba re quebrado en Cerebro.

—Bueno, los dos somos unos cualquiera.

No a cualquiera se lo mira así, no a cualquiera se le ponen los pelos de punta cuando sus manos se tocan, no cualquiera usaría su descanso para ver a la persona que ama, no cualquiera se aprende la vida entera de Taylor para sorprender.

Porque no cualquiera era Matías.

Y no cualquiera era Delfina.

Slut! | M. RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora