"Ahora me despierto en la noche
y te veo respirar"Paper Rings - Taylor Swift
narrador omnisciente
Las relaciones domésticas no son para cualquiera. La sensación de querer algo estable, sano y familiar no era comparable con nada en el mundo, mucho menos si encontramos a la persona indicada.
Delfi amaba a Matías en sus Lunes malhumorados, con sus complicaciones y era en quien pensaba para llevar a un viaje lejos para descansar de la sociedad. Nunca de había sentido así por alguien y todavía no entendía si le gustaba estar así o no.
De cualquier manera sabía que soltaría lágrimas; podía amarlo tanto al punto de soltar lágrimas cuando sabía que sus libros estaban en la mesita de luz de su departamento, y si él no sentía lo mismo estaba bien, lloraría por eso, pero creería que ella tenía el amor suficiente para los dos.
Es que la tenía tan hipnotizada, podría pasar horas y horas mirándolo haciendo la más minima boludez y aún así sonreiría al verlo. Porque solo con saber que respiraba el mismo aire que él ya le hacía sentir un amor inmenso.
Eran las cuatro de la madrugada y Delfi se encontraba leyendo un libro de Heartstopper con Matías durmiendo en su brazo.
La respiración tránquila de ambos, el Gato Luca en sus pies y la suave luz que provenía de una lámpara junto a Delfi era lo único que molestaba en el ambiente.
De vez en cuando ella acariciaba la espalda del castaño o le hacía mimos en el brazo para que estuviese relajado. No todas las noches estaban juntos porque estar todo el tiempo pegados no hacía bien a un intento de relación, asi que aprovechaban esos momentos de paz para estar cerca de esa forma.
En las mañanas se sentaban a tomar mates con bizcochitos, hacían algo al azar antes de almorzar y ya después seguían con la rutina normal hasta que llegase el momento de acompañar a Delfina a su departamento o irse a cenar algún pancho vegano por ahí.
Apagó la luz antes de acostarse bien y despertar un poco a Matías para que se acomodara para dormir. La noche estaba especial, no hacía frío ni calor, podían abrazarse en paz sin transpirar o acercarse demasiado para transmitirse calor.
Cuando el Sol salió, horas más tarde claramente; fue el chico el encargado de levantarse e ir a comprar media docena de facturas para acompañar con un rico mate amargo, al que iba a ponerle azúcar de vez en cuando para Delfi.
Una vez que se acomodaron bien en el balcón con el solcito de la mañana que era pura perfección, comenzaron los chismes y las risas.
—No sabes...— ella se acomodó en la reposera para mirar bien a Matías— Anoche soñé que vos y yo estabamos en el patio de mi casa juntando caracoles.