SEMANA 10

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narrador omnisciente

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narrador omnisciente

Los días de trabajo se habían vuelto cómplicados. La tensión que solía ser de amor puro ahora era de enojo, un enojo que apesar de ser maduros aún no eran lo suficiente para afrontarlo y hablar como personas normales.

Ella entró al laburo a las cinco de la madrugada como siempre, saludó a los que tenían que llevarla a los distintos sets (que seguía siendo en la nieve) y fue hacia el director y su jefe, ya que ayer le había enviado un mensaje pidiendole hablar a primera hora.

Delfina, algo nerviosa, se acercó a él con su aire timido y a la vez cálido.

—Buen día, ¿me necesitaba para algo?— pregunta amablemente en dirección al mayor.

—Buen día, Delfina. Quería consultarte una cosita...— él responde con su acento español y se acerca un poco a ella— Matías me ha pedido cambiar de maquilladora y ha llegado a un acuerdo con Pipe para que él vaya contigo, ¿está todo bien con Matías?

—Si, si— asintió rápidamente tratando de restarle importancia— Solamente no teníamos tanta charla.

Hablaron unos momentos más antes de que cada uno fuera a hacer su trabajo y ella en silencio comenzó a maquillar a los chicos, siendo Esteban el primero en entrae y saludar a las dos mujeres.

Delfina se sintió culpable al oir eso. No tuvo por qué hablarle así a Matías cuando él siempre la trató con respeto, tampoco debió haber reaccionado de esa manera sabiendo que no eran nada, aunque por un momento parecía que si.

Él entró, saludó a Esteban, a Briana y por último a Delfina con un beso en el cachete, como siempre. Pero ella le tenía algo de bronca por haber pédido ese cambio ridiculo, después de todo era su trabajo y quería terminarlo rápido como con todos los demás chicos.

Miró de reojo como Matías se sentaba con Briana y siguió con su laburo. Ese día era particularmente horrible, ya que si alguien más pedía un cambio así podrían echarla por causar ese tipo de inconvenientes poco profesionales e iba a tener que volver a Buenos Aires con su familia.

Nadie habló, ni quiso hacerlo. Como si la caravana estuviese de luto. Y un poco si; pasar de ver esos cachetes rojos cada vez que hablaban a soportar que ni siquiera se miraran era algo triste. Sobretodo lo fue para Blas, quien ponía sus manos al fuego con los ojos tapados porque aquellos dos fuesen pareja.

Una vez que terminó con todos salió a ver las escenas que tendrían ese día y se puso triste al saber que sería la última de Blas. No había llegado el momento de la avalancha que ya estaba llorando de solo imaginar que los de maquillaje especial tenían que hacerlo lucir muerto.

Se abrazó a Briana para tener más calor en medio de todo el frío y se quedó así como una nena chiquita buscando protección en los brazos de su mamá.

—¿Pasó algo con Matías, Delfi?— preguntó la rubia acariciando la espalda de su amiga para darle más calor.

—Si, bah... no sé, Bri— se queja en respuesta y suelta un cansado suspiro— No entiendo a los chicos.

—¿Por? ¿Te dijo algo malo?— frunció el ceño apesar de que Delfi no podía verla de lo acurrucada que estaba.

—Se besó con otra, boluda— chasqueó la lengua con enojo— Le conté que mi ex casi algo me hizo lo mismo dos veces y a él no le importó.

—¿Estamos hablando del mismo Matías? ¿El que se comporta como un viejo enamorado de vos?

—Si.

—Nah, Delfi...— rueda los ojos aún confundida por la pelea infántil— Son gente grande ya...

—Si, pero él fue el que pidió cambiar de maquilladora— vuelve a quejarse ahora con bronca— Después me echan a mi por su culpa y yo quedo en la nada solo porque él no se banca una cara de culo cuando se manda una cagada.

Briana se queda pensando un poco. No quería decirle a su amiga que estaba loca y que Matías era demasiado boludo como para irse con otra, asi que trató de ser lo más decente posible con sus palabras.

—Yo creo que tendrías que hablarlo bien...— dice tránquilamente, con sus palabras saliendo como caricias al corazón— Porque Matías está muy enamorado de vos y no salió a ningún lado como para decir "bueno, ahí fue donde la cagó" ¿entendes?

—Ahora no tengo ganas de hablarle— negó rápido, sabiendo que estaba siendo inmadura y a la vez que realmente le había dolido que Matías pidiera el cambio.

La rubia soltó un pesado suspiro y al terminar la jornada los llevaron a donde solían comer siempre. Ahí se los separaba por sus respectivos grupos como hacían en la escuela en las excursiones, pero acá era para tener mucha más organización.

Para su, ahora, ex maquilladora ver a Matías yendo a la mesa de Briana fue algo horrible. Él solía sentarse junto o frente a ella y la molestaba tirandole los bollos de servilletas que usaba cuando terminaban de comer, además de que la tocaba con su pie y le pisaba en chiste solo para que lo mirara.

El simple hecho de pensar que eso podía terminarse para siempre si no hablaban le daba miedo a los dos, pero al mismo tiempo eran demasiado orgullosos como para hablar decentemente. Asi que a él solo le quedaba mirar de lejos como Delfi reía con sus compañeros.

Delfina pudo sentir la mirada del castaño posada en ella y decidió ni siquiera mirarlo, aunque no supo si era por vergüenza de no poder hablarle bien y arreglar las cosas o si estaba lo suficientemente enojada con lo que hizo, apesar de que no tenía derecho de enojarse o reclamarle algo.

Slut! | M. RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora