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joaquín

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joaquín.

Según yo (y como siempre elijo mal), creí que la salida de hoy con Mauro sería algo así como una cita (?). Juro que no sé por qué lo creí, pero es algo que en el fondo quizás lo esperaba.

Acá en Argentina, los varones «no son boludos». Es más, creo que Mauro ya está a un paso más adelantado que yo cuando creí que no. Eso significa que él ya tiene sus intensiones sobre mí y yo sobre él... Quizás solo tengamos que ir a los hechos y ya.

—Mirá, esta es mi firma —me empezó a mostrar con la fibra su marca en graffiti y con una sonrisa, terminó.

Al instante, se me prendió la lamparita.

—A ver, ¿y cómo escribís normalmente? —pregunté a su lado. Cabe aclarar que estábamos en su cama porque salimos, pero empezó a llover y su mejor excusa para estar solos, era venir a su casa.

Me mostró como escribía habitualmente y suspiré notando que su tipografía, no es nada parecida a la tipografía de las notitas y me frustré por un segundo... Si no es Mauro, ¿quién es? Ivo no tiene ni pinta de gustar de mí, además creo que ya tiene un pretendiente. No sé por qué. Pero sospecho eso.

¿En dónde andarás mi chico de las notitas?

—¿Por qué preguntabas? —me miró fijo y negué. No le voy a contar de las notitas justamente a Mauro.

Se me acercó sin dejar de preguntarme «por qué» y yo me iba tirando hacia atrás. Me reía de su boludes y él iba poniendo su rostro cada vez más cerca del mío. Hasta que se quedó casi encima y podía sentir su respiración.
Sus ojos claros analizaron por completo todo mi rostro y sin disimular, su mano derecha la dejó en mi cintura. Mordí mi labio inferior y sonrió acercándose aún más, hasta por fin juntar nuestros labios.

Iba algo rápido, supongo que «sabemos lo que queremos». Pero no me sentía cómodo ni tampoco sentía algo lindo. No sé cómo explicarlo, pero besar a Mauro me hace sentirme amargo y vacío. Como si esto no fuera suficiente ni lo que yo busco.
Y me da tanta rabia no poder entender qué estoy buscando ni qué hago acá si él no es para mí.

¿Qué tengo que hacer? No lo entiendo...

—Pará... —lo detuve luego de que ambos nos hayamos deshecho de nuestras remeras. Él con una de sus manos iba directo a mi glúteo izquierdo y yo lo sostenía por la nuca. Me miró confundido y suspiré. —Esto... ¿Qué es? —

—¿«Qué es» qué, Joa? —

—Esto, Mauro. Nosotros —lo miré fijo y suspiró, se acomodó sentándose de nuevo y apreté mis labios.

Me da un poco de miedo estar cagándola y no sé bien qué debería decir o hacer. Quizás sí estoy buscando algo, pero todavía no lo sé, quizás él sólo me utilice hasta aburrirse y listo... Realmente ya me siento muy perdido.

𝙢𝙖𝙠𝙩𝙪𝙗 - 𝘬𝘢𝘺𝘯𝘦𝘢 - 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘥𝘢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora