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omnisciente.
—¿Venís de lo de Joaquín? —preguntó su madre desde la cocina cuando escuchó la puerta abrirse.
Ivo, que encaraba para subir las escaleras, no lo hizo y fue hasta la cocina. Ahí pudo ver a su madre poniendo la mesa y con la cena casi lista.
—Si. Perdón, es que a penas llegamos a estudiar un poco de todo —hizo una mueca y terminó ayudando a su madre a servir la comida.
—Andá a lavarte las manos —ordenó la mayor e Ivo hizo caso. Cuando se sentaron a comer junto a su padre, estuvieron en silencio hasta que ella habló. —Entonces... ¿Joaquín viene de Inglaterra y vos lo ayudás con las materias? —inquirió.
—Si. Intento resumirle un poco todo lo que estudiamos para que no le vaya tan mal —contestó, llevando un poco de arroz a su boca. —Mañana puedo ir de nuevo a su casa, ¿no? —miró dudoso a sus mayores y estos se miraron entre sí.
—No sé. No me gusta que te quedés hasta tarde. Te di permiso hasta las seis, Alfredo, y llegaste recién a las nueve —comentó medio molesta por la desobediencia de su hijo que, suspiró al escucharla. —A la próxima mejor avisame así no me preocupo tanto —soltó, volviendo a comer y dejando a Ivo algo inquieto con eso.
—Bueno, amor, pero a lo mejor hay que entenderlo. Joaquín le gusta y... —
—¡¿Qué?! No me gusta, papá, ¿qué decís? —atacó sin dejarlo terminar de hablar y los adultos rieron. —Es mi amigo, Dios. Como les gusta molestarme con eso —alejó su plato de él y se levantó de la mesa buscando agua para beber.
—Sentate a comer, Alfredo. Dale —insistió su padre y el menor hizo caso. —No te pongas así. A mí me pareció a ver visto eso, no te enojés. No es para tanto —aclaró, calmando a Ivo de su histeria y éste volvió a comer.
—No me gusta que me jodan así, ya fue —soltó molesto y siguió con la cabeza baja terminando su comida. —Provecho —volvió a alejar su plato y aún con comida en la boca, se levantó de la mesa otra vez, ahora para irse a su cuarto.
ʚĭɞ
Estaba mirando el techo de su cuarto luego de hablar con Joaquín por WhatsApp. Alguien tocó su puerta y sus ojos se desviaron hacia ahí.
—¿Puedo pasar? —preguntó su padre con medio cuerpo dentro de la habitación de Ivo. Éste asintió y se sentó al borde de su cama. Su padre se acercó y se sentó a su lado, le sonrió y esperó a que su hijo hablase.
—¿Qué? ¿Vas a venir a hablarme de Joaquín? —se rió y el mayor también, asintiendo ante su pregunta.
—¿Qué pasa con ese chico? —inquirió, apoyando su mano en la rodilla de Ivo, de alguna forma demostrando consuelo.
—N-nada, papá —se puso nervioso y para evitarlo, escondió su rostro y tomó una almohada para abrazarla.
—Dale, nabo, ¿en serio creés que me podes mentir a mí? —hizo un gesto de obviedad e Ivo suspiró, jugando con sus dedos sobre la almohada. —En el auto, la otra noche, vi como lo mirabas —hizo señas con sus manos y soltó una carcajada. —Y no es casualidad que te lo nombre y te pongas así, eh —dijo con imprudencia y el menor rascó su nariz, otra vez nervioso.
