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ivo

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ivo.
     

Cambié la canción que sonaba porque justo esa no me gustaba tanto y seguí lavando los platos del almuerzo que era la única manera de mantenerme distraído. Y también porque siempre ayudo a mamá con las tareas de la casa cuando está en su trabajo.
Hoy, por ejemplo, me toca hacer la cena para que ellos no tengan que hacerlo. Casi siempre estoy solo en casa y no me cuesta nada darles una mano. También porque me aburro y porque sino empiezo a sentirme un nenito de casa malcriado, y yo seré de todo, menos nenito de casa (si lo soy en realidad).

Terminé y lavé mis manos. Me tiré al sofá y empecé a chusmear las redes. Pasé de historia en historia hasta que me frené en las de Joaquín. Sonreí y subí el valúmen escuchando como tocaba tan hermosamente esa guitarra blanca junto a su hermana. Ambos cantaban y sonaba tan delicado el ritmo junto a sus voces que me pareció arte puro.

La historia terminó a los treintra segundos y la siguiente, a penas fue publicada hace quince minutos... Rompió tanto mi corazón que de pedo sentí las lágrimas en mis mejillas y tragué saliva queriendo gritarle tantas cosas a esa horribe foto que subió con el pelotudo de Mauro, que no era nada. Sólo una tonta y estúpida foto con Monzón frente al espejo, pero igual me dolió.

¿Por qué siempre lo eligen a Mauro antes que a mí? Parece tan irónico que ojalá dejara de importarme, pero no se me pasa. Ese horrible malestar e inseguridad con Mauro sigue ahí y supongo que por mucho tiempo lo seguirá estando.

Suspiré y me tragué mis lágrimas. Llamé a mis amigos porque necesitaba desahogarme y creí que al menos ellos iban a estar para mí como siempre, pero esta vez me comí varias puteadas de Aixa.

—Te fuiste con Nacho por un buen rato, vaya uno a saber para qué, ¿y te quejás de una foto? —soltó molesta y miré el techo de mi living con las luces apagadas, aguantando las ganas de seguir llorando. —Medio hipócrita, amigo. Perdón que lo diga así —agregó e hizo una mueca bajón.

—Aixa —contestó Tomi serio, pero decidí meterme.

—No, Tom, dejá. Aix tiene razón —me miró confundido y rodé mis ojos. —Me fui a la biblioteca con Ignacio porque me insistió en estar solos. Nos besamos, pero después lo rechacé porque él me pedía perdón por todas las cosas del pasado. Le dije que estaba interesado en alguien más y que las cosas con él, para mí ya fueron —se sorprendieron y Tomás pegó un grito que me aturdió.

—Hiciste bien, él nunca dejó de verse con Monzón y para mí, si no es para un rato, no vale la pena, Iv —sonrió la pelinegra, comentando eso a lo que le asentí. —Ahora, la onda es que Joa dejé de hacerse el pelotudo y acepte de una buena vez que le gustás —agregó, masticando papas fritas, a lo que abrí mis ojos.

—¿Cómo?

—Es obvio que los dos se re quieren dar, en pocas palabras, pero al pobre le da cosa decirlo —soltó Tom como si nada y lo miré mal.

𝙢𝙖𝙠𝙩𝙪𝙗 - 𝘬𝘢𝘺𝘯𝘦𝘢 - 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘥𝘢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora