Capitulo 5

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Anoche casi no duermo, no lograba conciliar el sueño con nada, si no fuera por Laila no lo hubiera conseguido nunca, incluso ella misma se había encargado de despertarme un sábado a las ocho de la mañana para empezar a arreglarme, Dios mío, faltab...

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Anoche casi no duermo, no lograba conciliar el sueño con nada, si no fuera por Laila no lo hubiera conseguido nunca, incluso ella misma se había encargado de despertarme un sábado a las ocho de la mañana para empezar a arreglarme, Dios mío, faltaban horas para irme, yo lo veía como una verdadera exageración la verdad, en mi cama habían un montón de cosméticos, paletas de sombras, brochas, la plancha, el secador, tres collares diferentes, esmalte de uñas y unas cuantas cosas más.

Laila y una de sus amigas de la universidad me estaban ayudando mientras yo me bañaba, trataba de hacer un esfuerzo por ignorar los ruidos que se escuchaban en la habitación, pero era casi imposible no prestarle atención a sus voces ¿Qué estarán pensando esas dos en hacerme?.

— ¡Isa!— grita animadamente Laila al entrar al baño con un envase extraño en sus manos, intento no pensar en mi desnudes y en que es solo ella la observa.— Mira lo que trajo Alba de su casa.

Se detuvo junto al frente de la ducha, moviendo el envase con entusiasmo, ni siquiera tenía una etiqueta visible para leerla, alcé la cabeza, sacándola de la lluvia artificial, cerré la llave y tomé la toalla cercana.

— ¿Qué es eso?.

— Cera— sus ojos brillaban con diversión anticipada, a la muy desgraciada le gustaba oírme gritar de dolor con esa cosa, por suerte no la había usado en mucho tiempo.

— No pienso usar eso— negué rotundamente mientras me colocaba la ropa interior aun con la toalla puesta.

— Pero tienes que depilarte ¿Y si sucede algo en la fiesta?.

— ¡Es una fiesta infantil, Laila!— exclamé— Y me depilé hace dos días.

— ¿Hace dos días? Ya ha pasado mucho— dijo, pensativa— Si, ya ha de haberte crecido de nuevo, debemos hacer algo con todo ese vello púbico.

Su cara era de seriedad pura, pero sus palabras solo me daban risa.

— No tengo nada, Laila. Todo eso lo estás imaginando.

— No me imagino cosas así— su cara hizo una mueca de asco— Solo quería escucharte quejándote. No puedes culparme, me gusta ese sonido al arrancarte la cera.

— Tu también eres una cobarde.

— Ah ah ah— hizo un ademán con su dedo índice en el aire— No estamos hablando de mí.

— Aja, como sea.

Ambas salimos del baño y Alba ya nos esperaba sentada frente al espejo de mi habitación, viendo en su celular diferentes tipos de maquillaje, escogiendo tres que a palabras de ella, combinaban con el atuendo que llevaría hoy, todos eran hermosos, pero a mi parecer demasiado cargados, así que terminé escogiendo uno que se podría decir que se veía natural, solo tenía algo de brillo y un delineado sencillo, nada extravagante y eso me encantaba, el peinado fue algo mucho más simple: me dejaron el pelo semirecogido, la parte de arriba se dividía en dos trenzas que se unían al final, dejando lo que quedaba de él y la parte inferior suelta en ondas que hicieron con la plancha; ya teníamos más de dos horas en esto, porque las dos mujeres aquí presentes no se decidían por el peinado completamente, a Laila no le convenció mucho el primero, así que hizo que Alba lo deshiciera para al final volverlo a hacer, mi cabeza sufrió con eso, el calor de la plancha me acariciaba peligrosamente el cuello en más de una ocasión.

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