Pruebas

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El tiempo pasó.

El tipo este solo se preocupaba por llevarme algún sándwich o pedazos de pollo frito para comer. En ocasiones llevaba un balde donde podía hacer mis necesidades, en ninguna ocasión me tocó o intentó hacerme algo, era claro que su objetivo conmigo era diferente al que tenía pensado.

De repente entraba; tomaba una foto, cerraba y repetía esto no se cuantas veces. No se si al día, si a la semana o que putas, no tenía noción del tiempo, en realidad no sabía cuánto tiempo llevaba ahí.

En cierto momento entró y me dijo..

-No te muevas te voy a quitar las cadenas. Si intentas algo te castigaré.

Noté algo diferente en la voz, aunque seguía usando el mismo distorsionador, había algo en su voz había cambiado.
Me puso contra la fría pared, para levantar mis manos y atarlas a unos arneses que estaban fijados en la pared.

Algo hacia...

Se acercó a mí y quitó la venda en mis ojos. Una luz fuerte me encandiló al grado de no poder distinguir nada. Pues llevaba demasiado tiempo en la obscuridad.

De la nada sentí como un golpe saco el aire que había en mi estómago. Seguido de otro y otro y otro golpe.

Esto ya no estaba bien.

La golpiza se prolongó por un par de minutos, todos y cada uno de los golpes fuertes fueron en el área torácica, ninguno en la cara, mas que algunos jalones de cabello para abofetearme un par de veces levemente.

Por más que traté de ver quién era; las sombras, la luz, el dolor y los golpes me impedían distinguir algún rasgo de mi agresor. Lo que sí noté fue la falta de aspereza de sus manos. Eran unas manos algo diferentes, no tan toscas como a las que estaba acostumbrada que me tocaran.
Trate de empujarlo con mis piernas pero el no se detenía, seguía golpeando y golpeando, una y otra vez.

Sentí la sangre en mi boca al tragar saliva, los golpes eran secos y concisos, como si me tuviera algún coraje; como si esto fuera parte de alguna venganza.

Dejó de golpearme y escuché que decía...
-¿Viste? ¿Ahora si te consta? ¡A la próxima será peor! -Gritó

Solo logre a distinguir una luz de grabación de algun dispositivo. Una cámara quizás o un celular, no lo sé.

-¿Porque? ¿Qué hice para merecer esto? -dije con voz entrecortada pues los golpes me habían dejado sin aire.

Tomó aquel dispositivo para después salir y cerrar la puerta dejándome colgada de aquellos arneses.

El dolor me hizo desvanecerme.

Me despertó un pinchazo sobre mi brazo, algo me estaba inyectando.
-¿Qué haces? ¡Por favor, déjame en paz! -le dije entre sollozos.
-Cállate -respondió.
-No creo que quieras que te cosa la boca con una aguja, ¿verdad? -me dijo en tono burlesco.

Tomó un balde con agua tibia y un trapo con el cual empezó a "bañarme".
Me descolgó de aquellos arneses para postrarme nuevamente sobre la colchoneta y encadenarme a los barrotes de la jaula.
-¡Abre la boca, te daré de comer! -exclamó.
Por más que forcejee con el, tomó mi rostro fuertemente para abrir mi boca con sus dedos, esas eran las manos que recordaba, las anteriores estoy completamente segura de que se trataba de alguien más.
Abrió mi boca con fuerza y metió una sonda por la que empezó a deslizarse un líquido espeso con sabor a pollo y algunas otras cosas. Por reflejo empecé a tragar una y otra vez hasta que se terminó.

Cerró la puerta de la jaula, para después cerrar la puerta grande. En algunas ocasiones; al poner atención notaba que no ponían el cerrojo de la puerta, pues sabían que no podía salir; para empezar de la jaula.

Cuando estás en un sitio así, sin noción del tiempo, sin saber si es de día o de noche. Sin saber cuantos días han pasado, la mente desarrolla sentidos que son difíciles de describir. Eres sensible a sonidos extraños, el silencio también tiene un sonido que es indescriptible. Es como si te sumergieras en una piscina; aunque tus oídos están tapados, logras escuchar algo.. eso sonido que retumba de algún lugar.

Así me sentía yo.

Me estaba desesperando al punto de querer hacer algo, ¿pero que? -me pregunte.
¿Qué podría hacer ante aquella persona?
Ningún plan que imagine en mi mente tenía un final grato.
En algún punto del plan mi cabeza se oscurecía disolviendo en aquella obscuridad cualquier pie de plan que estuviese tramando.
-Se que soy inteligente. -pensé.
Pero era obvio que nunca me había enfrentado ante una situación de tal magnitud.
Lo único que sabía de mi captor o de mis captores, era que eran fuertes y que si al menos eran dos, no tenía oportunidad alguna para poder librarme de esa gélida prisión.
Pero mierda, esta situación era completamente difícil.
Mis manos ya me dolían, mis pies me ardían al tocar el suelo helado de esa habitación. Lo único que podía hacer era esperar. Esperar a que esta persona se decidiera en que hacer conmigo.

¡¡Mierda, Matilde, piensa!! -grité.

Después de esto, ya no tenía en claro que podría pasar.

¿A caso lo que hacía era grabar alguna evidencia para pedir un rescate? -me pregunté.

Todo indicaba que si.

Quizás las fotografías eran pruebas fehacientes de que estaba viva, pero no le creían.
Pensé que obviamente se las estaba enviando a mis padres, ¿a quien mas?
Entonces; cómo no le creyeron, decidió enviar ese video.
Es probable que mi liberación no tarde, si mis papás me aman tanto como pienso, es más que obvio que pagarían cualquier cantidad que esta o cualquier persona les pida.

Al menos eso pensaba.

Esa ocasión me dejó sin encadenarme a los arneses, se me hizo extraño, pero también era obvio que quizá pensó que al dejarme "casi muerta" no me iba a parar; me arrastré un poco para ver que más había en esa jaula, pero solo estaba el balde donde defecaba y orinaba en ocasiones, cuando el así lo quería.

Me sujeté de aquellos barrotes para lograr pararme y poder examinar un poco aquel lugar, como bien les dije; cuando uno está en una situación así, los sentidos tienden a desarrollarse y estar más alertas. Me bajé la venda que medio cubría mis ojos y poco a poco la obscuridad se fue aclarando dejándome percibir ligeramente entre la obscuridad los bordes de aquella jaula, me empecé a mover de barrote en barrote, hasta llegar a la puerta.

Estaba abierta.

El candado solo estaba sobre puesto.

Lo abrí tratando de no hacer ruido para intentar salir a examinar el resto de aquel sótano.

No había nada, unas cajas de cartón viejas que metí a la jaula para ponerlas debajo de la colchoneta y no traspasara el frío; un pedazo de trapo que estaba amarrado a la tubería donde goteaba aquella fuga que me ayudaba a dormir en ocasiones.

Puse mi oreja sobre aquella fría pared de metal pero no percibía sonido alguno de ninguna de las paredes; excepto de la puerta del sótano. Escuchaba un sonido extraño de voces y cuchicheos, nada claro que pudiera distinguir. Toqué los bordes de la puerta tratando de encontrar alguna agarradera que sirviera para jalar hacia la puerta pero no tenía nada, era totalmente hermética y claramente se cerraba desde afuera, esto quiere decir que cuando este sujeto entra la tiene que dejar abierta de alguna manera para poder salir.

Mi plan, de cierta manera; empezaba a tomar forma.

La Jaula de Matilda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora