⌗ 𝗽𝗮𝗿𝗮𝗱𝗮 𝟬𝟮

78 22 4
                                    

Y Jisung siguió sin aparecer. Algunos días Renjun deseaba poder perderse entre las calles de la ciudad, con el volúmen de sus ariculares al máximo, imaginando por qué Jisung había desaparecido. Pero no podía, porque eso significaba que no subiría al autobús, ¿y si Jisung aparecía justo el día en que él no iba? Fue así como empezó a tomar el autobús cada vez que podía, incluso saliendo antes de clase para tomar el anterior, o quedándose un poco más para esperar al siguiente.

Y aún así, Jisung nunca llegó a aparecer. 

Todavía recuerdo el día que te vi por primera vez.
Recuerdo que eras más alto que yo.
Éramos casi de la misma edad y comenzamos a acercarnos.

No fue hasta unos meses después cuando el universo, o Jisung, se apiadó de él, dándole por fin señales de vida. Esa señal llegó en forma de un chico chistoso, alto, y de hermosas facciones. Aquel chico se había sentado en el lugar de su amigo, a pesar de haberle dicho que estaba reservado. Oh, claro que no pudo ocultar su sorpresa al escuchar las palabras del contrario.

—¿Huang Renjun? —pronunció su nombre acomodándose en el asiento—. No hace falta que le guardes un sitio a nuestro difunto Ji, él no volverá.

—¿Q-qué? —lágrimas empezaron a acumularse en los ojos del más pequeño, a lo que Lee se alarmó.

—¡No volverá este año! Perdón, lo llamo difunto entre nosotros porque parece, bueno, parecía un muerto en vida. —Lee rió, aunque después hizo una mueca por el golpe que recibió.

—Me asustaste, idiota. —el menor limpió las pocas lágrimas que se habían deslizado por sus mejillas con el borde de sus mangas, sintiendo el peso en su pecho disminuir, aunque no totalmente—. ¿Dónde está?

—Vale, esto es una larga historia. No sé si sabes, pero Jisung es un gran aficcionado al arte, ¿te lo dijo? —el menor asintió, recordando que el chico se lo había mencionado—. Bueno, pues él... Suele dibujar cosas, personas que le apasionan, y siempre se lo enseñaba a sus padres. No fue hasta una vez, en la que se encerró todo el fin de semana en su estudio, en que no dejó que nadie viera su obra. ¿Sabes qué sorpresa se llevaron sus padres al ver que había dibujado a un chico? No te voy a dar detalles, pero hasta lloré de lo bonito que era —el mayor fingió apartar sus lágrimas ante un menor aún confuso—. Eso no fue lo "peor", si no la nota que tenía detrás de tu retrato. Jisung solía ser idiota, y puso detras del lienzo un, bueno, me va a pegar por decírtelo, pero te lo voy a decir porque me va a pegar de todas formas... Había puesto un "me gustas, junnie" Que conste que nunca había visto a mi amigo ser tan cursi, pero lo importante fue la reacción de sus padres. Digamos que a los señores Lee no les gustó que a su único hijo le guste otro hombre, así que en menos de 24 horas Jisung ya estaba en un avión hacia Australia. Mate, se fue sin mí...

Australia.

¿Así que ahí había estado todo el tiempo? Saberlo había animado al menor en sobre manera, aunque las palabras del chico a su lado aún seguían taladrando en su cabeza. ¿Jisung gustaba de él? ¿Se lo habían llevado por eso? La impotencia se apoderó de él, obligándole a encojerse en su sitio.

—Eh, sé que no es momento, pero siento decírtelo tan tarde. Jisung me ha estado mandando cartas para tí y la única vez que hablamos por teléfono me dijo "búscalo en el 4419" y escuché "4409" Después de meses, perdí el 4409 y no me quedó otra que subir a este para ir a casa. Ji me va a matar como se entere, pero lo importante es que te encontré.

El comentario del mayor hizo que riera, quitándole algo de tensión, aunque después volviese a abrazarse a sí mismo.

—Hey, no estés triste, tengo aquí lo que te envió. No sé qué le ves, pero en fin, tengo que cumplir sus órdenes, las galletas australianas están muy buenas —el amigo de Jisung sacó una caja de su mochila, entregándosela—. Tengo el cuadro en casa, pero creo que Jisung quiere dártelo por sí mismo. Creo que no puedes enviarle nada con tu nombre, sus padres no dejan que nadie aparte de mí se comunique con él, así que te he dejado mi número dentro por si quisieras responderle. Tendríamos que enviarlo dentro de un libro, porque no me dejan mandarle cartas.

Su parada estaba a la vuelta de la esquina, pero aún no le había dicho nada al desconocido, aunque sus ojos reflejaran cuán agradecido estaba.

—Muchas gracias, ¿tu nombre es...? —se empezó a levantar de su asiento, tocando el botón para que el autobús parase.

—Jeno, Lee Jeno.

—¿Cómo el perro de Jisung? —preguntó, viendo como el rostro del chico aún sentado se desfiguraba.

—¿S-sí...?

Rió, despidiéndose del pelinegro con la mano y sonriendo por el camino. Pudo jurar escuchar un "No tiene respeto por su hyung..." por parte de Jeno, y muchas palabras más que no sabía ni que existían.

𝟒𝟒𝟏𝟗 𖤐 RensungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora