CAPÍTULO 2: El chico de ojos negros.

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Día jueves, mi madre sigue recostada y no ha querido comer nada. Al salir a fumar veo al mismo chico sentado dibujando flores.
Ya pasaron 4 meses y mi madre se mejoró, no al 100, pero estaba mucho mejor, así que me pidió que saliera y dejara de estar a su lado para no preocuparme tanto por ella, así que salí un rato y camine por muchísimo tiempo hasta que llegue a un paradero y me di cuenta de que al lado mío estaba aquel chico que dibujaba flores, lo quede mirando hasta que volteo a verme y le pregunte de forma tonta si tenía dinero para la micro, él me quedo mirando con una sonrisa nerviosa y me dijo que no tenía plata ni para comer.
-Mi vieja se va a enojar caleta.- Dije antes de darme cuenta de que había dicho lo que estaba en mi mente, a lo cual me miro y me dijo con una cara de seriedad máxima y me dijo con voz baja "Que bacán". Estuve a punto de preguntar por su nombre, pero en ese momento llego una micro y se fue rápidamente, quise seguirlo, pero iba a ser muy acosador de mi parte, así que sin más tome camino de nuevo a casa y al llegar vi al mismo chico caminando por el mismo parque, así que decidí hablarle.
-Hola, ¿Cuál es tu nombre?- Le pregunte con una sonrisa.
- eh..., Matt, ¿Y el tuyo?- Me dijo con la mirada baja.
-William, un gusto conocerte.- Dije sin sacar mi sonrisa y mis ojos de los suyos.
Luego de esas palabras no volvió a decirme nada más, trate de seguirle una conversación, pero se ponía rojo en las mejillas y miraba a otro lado. Llego la noche y preferí ir a casa porque mi madre pudo haber estado preocupada por mí, así que me despedí de él y sus ojos miraron los míos con un pequeño brillo, y se despidió de mí con una frágil voz. Le volví a sonreír y me fui a casa. Al llegar vi a mi madre cocinando y al verme puso una sonrisa y me pregunto como me había ido, hablamos un rato, pero no podía parar de pensar en los ojos negros de Matt. En la cena hablamos de algunas cosas que teníamos planeadas para las vacaciones de invierno, y que pidiera unos días libres en mi trabajo de mitad de tiempo. Me gustaba esa idea de tomar un descanso del trabajo y de la universidad. Me tenía agotado la universidad aunque no le pusiera empeño. Los maestros eran unos sin vergüenza que trataban a las chicas como objetos y ninguna de ellas hablaba contra ellos a sus padres.
Mi madre y yo nos levantamos muy temprano para salir de vacaciones y ver si faltaba algo. Al salir de casa vi a Matt en el mismo lugar de siempre, así que lo salude con una muy gran sonrisa y fui a verlo antes de irme, le hable un rato y vi el hermoso dibujo de unas flores que tenía en unos papeles, se veían completamente iguales a las que estaban en persona, eran tan hermosas que hacían que mis ojos se iluminaran. Él me miro sonrojado antes de tapar los dibujos y decir que solo eran cosas feas que no debería de ver.
-¡Son geniales!, ¿Cómo las haces?- Le dije muy alegremente y sorprendido de lo hermoso que dibujaba.
-Solo...no, nada, no son nada. Tienes que irte ya, ¿no?- Me dijo mirando a otro lado y guardando sus dibujos en su bolso de cuero. En ese momento vi a mi madre llamándome, ya que el furgón que nos llevaría ya había llegado y tenía que irse rápido. Fui con mi madre y la ayudé a subir los bolsos y subí al furgón mirando por la ventana a Matt con su cabello al aire y sus ojos negros mirando el cielo con una sonrisa que jamás había visto en él desde que lo conocí. Era tan lindo..., pero dejé de tomarlo en cuenta cuando mi madre me comenzó a hablar y a decir que siempre iba antes a esa playa con su hermana cuando eran jovencitas.


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