• Capítulo 15 •

60 5 1
                                    

Damian

¿Cambiar? Ya era tarde para eso. Ni que padre se haya ocupado alguna vez de mí. Nunca me ha reconocido como su propio hijo.

Y madre... Madre siempre me ha intimidado mucho. Aunque parezca cariñosa y que se preocupe... En realidad le da completamente igual.

Y Demetrius... Él casi ni sabe que existo.

¿Por qué...? ¿Por qué he tenido que nacer en una familia así...? ¿Por qué no podrían hacer sido distintos mis padres? ¿Por qué he tenido tan mala suerte?

Y ahí, encima de Forger, en el suelo de mi dormitorio, me eché a llorar como un niño pequeño. Mis lágrimas caían sobre la cara de Forger, quien no decía nada. Solté sus manos para taparme la cara.

Ella se incorporó e hizo algo que nadie nunca había hecho: me abrazó. Fue un abrazo cariñoso, empático. Como el de una madre intentando calmar a su hijo.

Me abrazó. Apoyé mi cara en su hombro.

Estaba dejando salir todo. No aguantaba más. Tenía que librarme de todo lo que tenía dentro. Tenía...

Me acaricia la espalda con su mano izquierda, mientras que la otra se mantiene firme todavía abrazándome.

¿Qué era este sentimiento? ¿Y por qué se sentía tan bien?

Forger... ¿De verdad he tenido el derecho de odiarla tanto?

Ahora... Ese odio ha desaparecido. Sólo me siento arrepentido. Es la única... La única que me ha abrazado queriendo. Queriendo decir:

Estoy aquí. Para lo que sea. Estoy aquí, a tu lado.

Pasan minutos. No sé cuántos. Daba igual.

Bajo los últimos rayos de sol, se pueden ver dos adolescentes abrazados, uno sentado en el regazo de la otra llorando y la otra calmándole.

Era bonito de ver, pero a la vez triste.

Cuando ya había soltado casi todo, Damian logró decir:

—... ¿Por qué...? ¿Por qué yo...?

— Shhh. Todo está bien, todo está bien. Estoy aquí, al lado tuya, por si necesitas algo. Cualquier cosa me dices.

— Forger... ¿Por qué estás haciendo esto?

— ¿El qué?

— Estar aquí... Consolándome.

— Porque cualquier persona lo haría.

— No... Eso no es verdad.

— No, puede que no.

Me agarro con mis dos malos a las mangas superiores de su uniforme.

— ¿Me... Podrías ayudar a cambiar?

— ... Claro... Mientras que no me trates mal

— S-sí, claro. Por supuesto.

— Te ayudaré... En lo que pueda y tú necesites... Ahora calla... Y vacíate por completo.

Pasamos un rato más así. Todavía caían lágrimas. Todavía seguíamos abrazados.

— ¿Por qué yo? ¿Por qué nunca...?

Y me quedé dormido. Ahí mismo. En el regazo de la tía que antes odiaba.


Narrador independiente

Damian se despierta. No sabía qué hora era. Lo que sí que sabía es que le dolía la espalda. Se incorpora. ¿Qué hacía tumbado en el suelo?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 30 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un Amor Imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora