VI.

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El sol entró directamente por el ventanal con vista al jardín, y él se removió molesto cubriendo sus ojos con la mano. El dosel de la cama impedía que la luz entrara con tanta intensidad, pero recordó que no estaba en su alcoba, sino en la biblioteca.

Se desperezó tras unos segundos y no sintió el cuerpo de Roier cerca. Ni encima, ni a un lado. Eso lo hizo levantarse de golpe.

Giró la cabeza bruscamente, pero encontró a Roier tras unos estantes de su colección favorita. Desnudo, con sus curvas expuestas y recibiendo el beso del alba en su piel.

Lo recorrió con la mirada encerrando su labio con los dientes antes de levantarse e ir hasta él. El velo color granate del pelinegro se enredó en sus pies y lo tomó para llevarlo a sus fosas nasales e inhalar el dulce aroma que desprendía. El olor de una noche de placer y caricias que guardaría muy bien en su memoria, al igual que todos los momentos que había pasado con él.

No dudó ni un segundo en dirigir sus grandes manos a la pequeña cintura que incitaba a ser abrazada. Lo rodeó y Roier dio un brinco por la sorpresa. Rio y posó su mentón sobre el hombro escuálido para ver lo que estaba leyendo. Romeo y Julieta.

— ¿Es enserio? Tienes más de diez ediciones de este libro. En más de cinco idiomas. ¿Siquiera sabes hablar portugués?

Cellbit lo apegó a su pecho y profundizó el abrazo. Roier ahogó un suspiro al sentir entre los pliegues de sus glúteos la hombría dormida de Cellbit.

— Es mi favorito y siempre lo será. —contestó, Roier cerró el libro y lo colocó en su respectivo lugar, junto a las demás obras de Shakespeare.

— ¿Por qué? ¿Porque el libro es una tragedia y tu lado oscuro se regocija en el sufrimiento de otros?

Se dio la vuelta sin despegarse ni un centímetro de él. Pasó sus brazos por el cuello del más alto y lo atrajo suavemente en un beso.

Cellbit perdió la noción del tiempo hasta que sus labios se separaron.

— ¿Mi lado oscuro? Ese lado está más alumbrado que esta habitación.

Roier sonrió y miró la biblioteca a su alrededor. Se dio cuenta de que sólo la había visto de noche. Era realmente hermosa.

— ¿Entonces por qué te gusta? Yo odio los malditos finales tristes.

— Porque es una historia de amor. Y Romeo murió por ella. Y luego Julieta murió por él. Esas historias son las mejores. Las que más se quedan guardadas aquí. —le tocó su corazón con dos dedos.

Roier lo soltó y caminó entre más estantes observando los lomos de las enciclopedias fingiendo interés.

— ¿No es un poco obsesivo? ¿Morir por alguien? Es decir, el amor puede obligarnos a hacer locuras, pero... ¿dar la vida? No estoy muy de acuerdo.

— Es un libro Roier. Muy pocas personas mueren por amor hoy en día —se acercó a él y besó su mejilla— . Además me encanta que defiendas tu postura. Y está bien, yo tendría que estar loco para hacer eso.

— ¿Y no lo harías? ¿Por mí?

Roier lo miró con ojos exigentes y atentos a su respuesta.

Cellbit se atragantó con su propia saliva y tosió violentamente. Rompiendo el incómodo silencio que se había formado.

— Perdón, fue algo... no sé. Dios... —Roier se restregó el rostro avergonzado— . Apenas acabamos de intimar y ya te estoy pidiendo... Olvida esa pregunta. —forzó una risa.

Cellbit se dio leves golpes en el pecho y respiró hondo para recuperarse.

— No, puedo responderla...

Esclavo de Luna || GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora