A la mañana siguiente despertó temprano y huyó hasta el pabellón en el jardín. Abrazó sus rodillas y se quedó mirando las pequeñas flores.
Debieron pasar horas, pues la luz del sol comenzó a besarle los pies.
Desde ahí podía ver las puertas de la gran muralla que rodeaba el territorio del castillo. Aquellas puertas que alguna vez atravesó con sus mejores telas y con el cuerpo pintado de dorado para gustarle al Príncipe.
Un suspiro salió de su boca. ¿Qué sería de él si Cellbit lo dejaba? ¿Volvería con su familia o lo regresarían de sirviente en el palacio?
El miedo que sentía le nublaba el conocimiento del amor que el Príncipe sentía por él y que Cellbit sería incapaz de dejarlo.
Pero aquel pensamiento no cruzaba por su mente por más que todos quisiéramos.
Recargó su frente en las rodillas encogidas sintiendo el viento acariciarle la columna. El sonido de unas trompetas anunció la llegada de los esclavos. Se abrió el portal y hermosas afroditas caminaron en línea recta hacia la entrada del Palacio.
Roier levantó su vista y observó los cuerpos elegantes de las doncellas; rubias, morenas, pelirrojas, castañas... todas altas y con piernas torneadas. Todas mujeres.
Se puso de pie y esperó a que saliera algún muchacho esclavo. Se extrañó de que solamente fueran féminas; a diferencia de lo que sabía, Cellbit prefería esclavos masculinos.
Miró la gran construcción del castillo y observó a la Reina parada en el balcón.
No supo por qué, pero todo esto se le hacía extraño.
Trotó hasta adentrase al palacio y recorrió los pasillos en busca de Felipe. Quería preguntarle si sabía algo acerca de las nuevas esclavas y por qué no había ningún hombre.
Para su sorpresa se topó de frente con el Príncipe y antes de que se pudiera dar la vuelta éste lo tomó entre sus brazos.
— ¿Dónde has estado toda la mañana? Desperté y la cama estaba vacía.
Roier se removió y logró soltarse.
— Es mejor así Cellbit. Ya vete, te esperan.
— ¿Qué? —frunció el ceño desconcertado tomando la delicada mano entre la suya
— ¿De qué hablas? ¿Quién me espera?
Roier iba a responder, pero un guardia apareció antes de que una palabra saliera de su boca.
— Alteza, las nuevas esclavas están aquí.
— ¿Esclavas?
— Hoy es día de elección.
Cellbit abrió sus ojos en sorpresa. Había olvidado completamente ese asunto de los esclavos por una pequeña gran distracción que lo tenía atontado desde hace un tiempo: Cabello negro y piel dorada.
Se llevó una mano a la frente y Roier se zafó de su agarre, echándose a correr muy lejos de él.
— ¡Roier!
Le gritó, pero vio su silueta perderse en la distancia. Quería alcanzarlo, pero tenía que terminar con ese asunto de raíz.
— Vamos.
Le dijo al guardia y éste lo llevó a la sala con un solo trono a su espera.
Le abrieron las puertas y un aroma picoso y dulzón le cosquilleó la nariz. Una larga fila de mujeres estaba frente a él. Todas con un suave velo blanco cubriéndoles la cabeza y la mitad de la cara. Traslúcido que aún podía verle las facciones a cada una.
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Esclavo de Luna || Guapoduo
Fanfic- Espérame a la orilla del cielo. Te amo, Cellbit. 𖤓☾ "Eres libre a la luz del sol y libre ante la estrella de la noche. Y eres libre cuando no hay sol, ni luna, ni estrellas. Incluso eres libre cuando cierras los ojos a todo lo que existe. Pero er...