Pasaron siete semanas desde que Tao conoció a la segunda hija de su padre biológico. Desde que ella llegó, la vida de él ha ido mejorando, sintió que, al fin, encontró a aquella persona que comparte la misma vibra, la misma sintonía, y a veces, las...
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ESTA VEZ, se diversificarán algunos hechos de la historia con el fin de esclarecer la trama que gira alrededor de la bella Anabelle!
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—¿Vamos a hablar? Te lo ruego, Anabelle. —Tomó mi mano otra vez. Asentí con la cabeza en respuesta.
—Sí, vamos a hablar.
La cafetería estaba prácticamente vacía. Un sentimiento de extrañeza se instaló en mi pecho al notar que la última pareja de ancianos en el lugar ya se estaban marchando. De un segundo a otro, los únicos clientes en toda la noche éramos Ben y yo.
El señor Park, un empleado que tenía rasgos asiáticos y era el gerente de la caja registradora, decidió despedir a los clientes mientras les abría la puerta, recibiendo halagos amables de parte de los ancianos. Desde mi sitio pude ver como cerraba con cerrojo las puertas de vidrio. Clavó su vista en mí y dijo desde la distancia: "Quédense cuanto quieran, yo les abriré la puerta al salir". Levanté mi pulgar cuando comprendí sus palabras. Se retiró de la sala pasando por la cortina del local.
—¿Abre las veinticuatro horas? —preguntó Ben un tanto preocupado al observar a la misma pareja cruzar la calle. Asentí con mi cabeza mientras le daba un sorbo a mi té de manzanilla. —¿Es tu primera vez aquí?
—Suelo venir con Camille cuando tiene tiempo. También he venido con un amigo a merendar un par de veces. —Respondí sinceramente teniendo en mente los recuerdos separados que compartí con Camille y Nick Nelson en este lugar.
El aroma a café llenó mis pulmones y lo inhalé profundamente. Esa cafetería brindaba un clima y olor hogareño, lo cual era una de las razones por las que me encantaba venir aquí. Las veces que vine, mi orden dependía de la otra persona. Con Camille, ambas podíamos un café negro con tostadas junto a alguna mermelada para untar. Al contrario, con Nick Nelson hemos compartido jugos frutales y algún té de hierbas, dependiendo de la temperatura del local y del entorno.
Ben y yo no nos hemos diferenciado tanto en los pedidos. Él, sin tener la mínima duda, pidió un té de menta junto algunos sándwiches tostados para acompañar. Yo, semejante a él, pedí un té de manzanilla acompañado con tostadas. Él, siendo por primera vez gentil conmigo, me invitó de sus sándwiches alegando que estaban espectaculares, pero lo rechacé porque no tenía tanto apetito. Incluso, durante algunos minutos, he estado pensando si llevarme un bocado de las propias tostadas. Mi estómago estaba lleno de nervios por la charla que a Ben le urgía intercambiar, y aún no entendía bien sus razones.
