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Tan pronto como Seokjin apagó el coche en el estacionamiento del edificio donde rentaba, Yoongi prácticamente saltó del vehículo sin tomarse el tiempo de esperarlo, solo corriendo con prisa hacia la entrada trasera del lugar

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Tan pronto como Seokjin apagó el coche en el estacionamiento del edificio donde rentaba, Yoongi prácticamente saltó del vehículo sin tomarse el tiempo de esperarlo, solo corriendo con prisa hacia la entrada trasera del lugar. Seokjin lo vio correr y se rió por lo graciosamente tierno que se veía, cerrando la puerta del coche y asegurándose de encender la alarma, luego siguió los pasos del menor con tranquilidad.

Yoongi lo esperaba con ansias en el lobby, moviendo la boca en muecas impacientes hasta que lo tuvo de nuevo lo suficientemente cerca como para voltearse y dirigirse hacia el elevador. Mientras el menor actuaba como un crío sin paciencia, Seokjin se tomó el tiempo de ser educado y saludar con rápidas reverencias hacia los guardias y las recepcionistas, apurándose a llegar al elevador para no hacer esperar más a su novio. La caja metálica era muy amplia, el interior estaba tapizado con un elegante color beige, una suave canción alegre escuchándose por lo bajo. Tan pronto como Seokjin se paró junto a él, Yoongi presionó el botón del séptimo piso y alzó la cabeza para mirar la pequeña pantalla rectangular que mostraba los pisos. Apenas habían subido al primero desde la planta baja.

Estando solos y en un espacio tan cerrado como lo era el elevador, Seokjin se otorgó el capricho de observar al menor con ojos atentos. Yoongi estaba muy cerca, podría decirse que, si no fuera por el balanceo inquieto de su cuerpo a la espera de llegar a su piso, sus hombros podrían haberse estado presionando juntos todo el tiempo. Una sonrisa nerviosa apareció en sus labios ante la evidente urgencia de Yoongi por llegar pronto, sintiéndose muy ansioso por lo que sea que fuera a pasar una vez pusieran un pie dentro de su pieza. Conociendo el historial predecible del menor, era bastante probable que esperaría a cerrar la puerta para lanzarse hacia él como un depredador. Justo así se sentía en ese momento, por muy irónico y cómico que pudiera pensarse, se sentía como una inocente y desprotegida galesa en la mira de un feroz y hambriento león que lo acechaba desde lo lejos, aguardando el momento exacto para clavarle los colmillos.

Aunque, Yoongi se parecía más un gatito doméstico.

— ¿Ya cenaste? — decidió cuestionar para romper el silencio que se estaba alargando. Yoongi no le contestó, todavía concentrado en la pantalla del elevador. Ya estaban en el piso cuatro —Puedo hacer la cena... creo que tengo algo de carne en el refrige-

Antes de que pudiera reaccionar, Yoongi se giró hacia él y le sujetó del cuello con fuerza, tirando de su cuerpo para obligarlo a inclinarse un poco con tal de buscar su boca.

Seokjin gimió por la sorpresa y luego se dejó hacer mansamente, permitiendo que el menor dominara ese beso por completo, como siempre lo hacía. Solo dejó recargada las manos en la estrecha cintura, sintiendo como los largos dedos se enterraban entre las hebras de su cabello oscuro. Sentía la lengua de Yoongi aventurarse a lamer su carnoso labio inferior, invitándolo a abrir la boca, antes de que los pequeños dientes decidieran atrapar el labio con suavidad. No era necesario que lo dijera con palabras, era sumamente obvio que Yoongi adoraba la esponjosidad de su boca, no por nada amaba tanto mordisquearla como si fuera un acolchado malvavisco. Y a Seokjin le prendía que lo hiciera, por alguna razón. Sentir el rudo tacto de los dientes antes de la húmeda caricia de la lengua enviaba una extraña y deliciosa vibración por todo su cuerpo que se terminaba almacenando en la parte inferior.

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