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El ruido del televisor fue lo primero que Yoongi escuchó una vez entró al departamento que compartía con Seokjin desde hace más de un año

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El ruido del televisor fue lo primero que Yoongi escuchó una vez entró al departamento que compartía con Seokjin desde hace más de un año.

Su madre ni siquiera se había mostrado sorprendida o triste cuando Yoongi le dio la noticia de mudarse con su novio, en realidad casi pareció echarlo a patadas, como si hubiera anhelado ese momento durante tanto tiempo. Incluso su padre, quien había llegado a la capital días después, se veía feliz por ello. La convivencia con Seokjin en el mismo espacio cada día no fue ni siquiera una pizca de mala; apenas se mudó al espacioso departamento del mayor en ese barrio privado, todo fluyó como un riachuelo sosegado. Se conocen tanto, que se sabían cada manía del otro incluso si era la primera vez que compartían piso; como el hecho de que Yoongi era demasiado ordenado a comparación con el desastre que a veces era Seokjin, o la forma natural en que se unían al otro en la cocina para ayudar a preparar la comida sin pedirlo. No tenían problemas en respetar la privacidad ajena, o compartirlo todo sin pensarlo. Y, aunque, sí que había choques con algunas cosas, supieron manejarlo sin mucho problema.

Estaban tan acostumbrados a la presencia del otro que todo estaba perfecto a su manera.

Estaba agotado después del día en el restaurante; había sido un día atareado como otros. El local estuvo a reventar, normal en un domingo, por lo que Yoongi estuvo dando vueltas tras vueltas por todas partes llevando y sirviendo platos a tantas personas que terminó mareado y molido. Lo único que quiso hacer una vez llegase a casa era sentarse, cerrar los ojos y disfrutar de no hacer nada por un buen rato. Pero, apenas captó la presencia de su novio aletargado en el sofá donde planeaba holgazanear, sintió toda su energía subir de sopetón.

Seokjin ni siquiera volteó a verlo cuando se acercó, pero sí se quejó por el repentino golpe del peso del cuerpo ajeno cuando Yoongi se tiró encima. El menor se estiró sobre él, colocando cada pierna a sus costados buscando sentarse en sus muslos, aferrándose a sus hombros y escondiendo la cara en la curva de su cuello, logrando aspirar el aroma de su pareja. Sentir el calor y el olor de Seokjin lo relajó de inmediato, como si eso hubiera sido todo lo que necesitaba para enfriar su agotamiento físico. Solo eso, sentir las manos del mayor en su cadera, las caricias suaves y calmadas, pero distraídas al mismo tiempo que enviaron cosquilleos por todas partes. Como si fuera la primera vez en tenerlas sobre él. Al mayor no parecía importarle mucho el hecho de que Yoongi estaba caliente por todo ese vapor que se encerraba en el restaurante al cocinar, tampoco que oliera a comida. Solo se dedicó a acariciarlo, con la vista fija en la pantalla frente a ellos.

Y estuvo bien, ese silencio entre ellos se sentía cómodo.

— Te extrañé — Yoongi le susurró sobre su piel, alzándose de su escondite para mirar su cara. Seokjin le regresó la sonrisa, en seguida aceptando el beso.

Había esperado que Yoongi quisiera un beso calmado y lento por lo cansado que se veía, pero al parecer el menor tuvo otros planes en mente, porque de pronto se alzó con cuidado para sentarse directamente en su entrepierna, abriendo más la boca y ladeando la cabeza para profundizar. Sintió sus caderas comenzar a moverse con lentitud casi con timidez, antes de encontrar un buen ritmo que hizo jadear a Seokjin, sus dientes mordisqueando su labio y sus dedos se enterraron en los cabellos de su nuca. Aunque no duró demasiado, ya que Seokjin se alejó en cuanto lo sintió presionar hacia abajo, gimiendo al sentir la erección ajena clavarse entre sus nalgas.

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