𝐈𝐈. Kisses

13.2K 485 44
                                    

UNA NOCHE OSCURA, UNA NOCHE BASTANTE CALUROSA DE ENERO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

UNA NOCHE OSCURA, UNA NOCHE BASTANTE CALUROSA DE ENERO. ENZO SE ENCONTRABA EN SU PROPIA CASA, RECOSTADO EN SU SILLÓN, DESCANSADO DESPUÉS DE una larga semana de trabajo, se podía escuchar en sonido de la televisión en toda la sala, una película se estaba reproduciendo en aquella televisión que estaba frente a Enzo.

El hombre se encontraba recostado a lo largo de aquel cómodo sillón, ese sillón tan cómodo que había comprado junto a su pareja, definitivamente no se arrepentía de haberle hecho caso a su novia de haber elegido ese sillón.

Todo lo que había en su casa lo había elegido él y su novia, bueno, mayormente lo había elegido ella, ya que tenía experiencia con decoración de interiores, después de todo ese era su trabajo. No se arrepentía para nada que ella eligiera los muebles, tenía buen gusto, siempre estuvo de acuerdo en aquella moderna y elegante decoración.

Era una relación de ya 10 años, casi toda una vida para ambos, se conocieron cuando eran jóvenes, tenías 20 años cuando iniciaron una relación formal. Estar en esa relación fue lo mejor que le paso a Enzo, varias veces lo había dicho y lo había dejado claro.

Ya daban las 10 de la noche, era la primera vez que trabajabas hasta tan tarde, fue un día pesado, mucho trabajo que te llevo hasta casi no poder comer. Solo habías tenido media hora para comer, y lo único que pudiste llegar a comer fue un sanguche de milanesa.

Enzo a veces te solía ir a buscar al trabajo, pero esta vez por decisión tuya le dijiste que viajarías en colectivo, algo que luego te arrepentirías, porque parecía que todos salían a esa hora de trabajar porque en colectivo parecía que iba a reventar de la tanta gente que había.

Lo pudiste sentarte durante todo el viaje a casa, estabas tan cansada que solo querías tirarte a tu cama a dormir y no despertar hasta mañana a la noche.

Tus pasos eran perezosos, casi, casi que tu bolso se arrastraba por el piso, estabas exhausta.

Cuando por fin estuviste frente a tu casa un alivio llevo a tu cuerpo, insertaste la llave en la cerradura de tu portón y la giraste para poder entrar. El hermoso jardín iluminado por luces llego a tu vista, era hermoso y no te cansarías de verlo, era tu hermosa casa, la hermosa casa que compartías con tu novio, era vuestra casa.

Tomaste otra llave y la insertaste en la cerradura de la puerta de la casa, la giraste y se abrió después de que jalaras del picaporte.

En la entrada de tu casa hacía un perchero, en el cual colgaste tu bolso, dejaste las llaves en el pequeño mueble junto a la puerta y caminaste por la casa, hacia donde se podía escuchar el sonido de la tele.

Cuando entraste a la sala lo viste acostado en el sillón, su pelo desordenado, llevaba unos shorts y una remera blanca, estaba acostado a lo largo del sillón, mirando con atención la película que se reproducía en la televisión.

- ¿Qué haces acá? Tenes que estar durmiendo - dijiste dándole la vuelta al sillón para quedar frente a él.

- Te estaba esperando, ¿ya comiste? - pregunto sentándose en el sillón, las manos del hombre de manera automática y cariñosa fueron a tú piernas empujándolas hacia adelante para que te acercaras a él.

- No tuve tiempo, ¿vos ya comiste? - te paraste entre sus piernas, lo abrazaste por el cuello y lo acercaste a ti, hundiendo la cara de Enzo en tu estómago, abrazándolo cariñosamente.

El simplemente suelto un quejido y negó con la cabeza mientras se abrazaba a ti y te rodeaba los sus brazos tus caderas acercándote más a él.

- Te estaba esperando, cocine y lo dejé en el microondas para que no se enfríe tan rápido - dijo él dejando un beso en su estómago y desde esa misma posición levanto la cabeza para verte a los ojos.

- No hacía falta que me esperes amor, tendrías que estar descansando en la cama - dijiste acariciando su cabello cariñosamente, quitando varios mechones de su cara en el proceso.

- Voy a descansar cuando duermas al lado mío - dijo volviendo a ocultar su rostro en tu estómago.

- Está bien, vamos a comer, tengo una re lija - dijiste riendo levemente, te separaste del, caminando hacia la cocina, bueno, o eso intentaste antes de que él te agarre de la mano.

- Yo traigo la comida, siéntate en el sillón, amor - dijo atrayéndote hacia su pecho, volviendo a abrazarte.

Sonreíste derrotada por su muestra de amor y asentiste aceptando su orden.

Sin poder evitarlo, Enzo tomo el rostro de su mujer y la acerco a él, inclinándose hacia ella para besarla con lentitud y cariño.

El beso no duro mucho y el hombre, ante la corta demostración de afecto, se acercó otra vez y dejo muchos picos en los labios de ella. Esta acción tan tierna no pudiste evitar reír, haciendo que los labios de él se choque con tú dientes.

- ¡Dale gorda! - se quejó en una falsa molestia, él solo vio como su mujer volvió a reír y sin evitarlo se rio levemente, pero volvió a besarla, esta vez dejando besos por todo su rostro.

Tú no te quejaste, una enorme sonrisa adornaba tu rostro mientras él se dedicaba a besarte por todas partes de tu rostro.

- ¡ya amor! - reíste alejándolo levemente al sentir cosquillas por sus besos - Tengo hambre - él la miró con una sonrisa coqueta y una ceja levantada - hambre de comida - dijiste al notar sus intenciones.

- si claro, como no - rio volviendo acercase a ti, en un rápido movimiento te cargo entre sus brazos y te volvió a besar, pero esta vez no fueron pequeños picos, fue uno de esos besos que tanto le encantaba darte.

Sus labios se conectaron con lentitud, se movieron con sincronía, ambos empezaron a disfrutar del beso, las manos empezaron a aparecer y no te negaste a tocar a tu hombre, y tampoco te negaste a que él te toque.

Las manos de Enzo estaban en tu cuerpo, aun sosteniéndote entre sus brazos, y tus manos estaban al rededor de su nuca, acercándolo a ti, sin querer que ese maravilloso beso termine. No querías que ese beso terminara tan rápido.

Pero la respiración era algo necesario entre los seres humanos, así que se separaron lentamente de aquel beso.

- Te extrañé mucho - dijo él, acariciando tu espalda, mientras que tú te acomodabas entre sus brazos, enredando tus piernas al rededor de su cintura, para más comodidad.

- Yo también te extrañé mucho, gordo

Y se fundieron en otro hermoso y cariñoso beso.

Espero que les haya gustado, por que a mi me encanto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Espero que les haya gustado, por que a mi me encanto.

one shots, enzo vogrincic ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora