16 de junio de 2015(19 años de edad)

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Mi cabeza duele duele al igual que mi cuerpo, pero lo único que puedo hacer es ignorarlo y continuar con mi trayecto hacia las gradas, se que los moretones de los golpes de ayer han de estar más marcados y hoy duelen más que ayer. Ya sea emocional o físicamente.
Da igual la misma mierda.

Feliz cumpleaños, me murmuro internamente mientras echo una risa irónica por lo bajo
Observo las gradas y comienzo a subir de dos en dos para sentarme a horcajadas en donde hay sombra, de mi bolsillo saco un rollo de marihuana y me doy cuenta que lo he aplastado gruño por lo bajo y comienzo a intentar recuperarlo para no desperdiciarlo. Me toma un poco de tiempo, pero al final lo logro, palpo mis bolsillos en busca de mi encendedor, sin embargo, dejo mi búsqueda cuando el sonido de algo cayendo sobre las gradas me interrumpe.

Rápidamente me pongo de pie y guardo el rollo en mi bolsillo, doy la vuelta y me encuentro con una escena tan ridícula
—Mierda— murmura y con tan solo escuchar esa voz sé de quién se trata
Observo como se intenta levantar, aunque en todos sus intentos falla.
Frunzo mi ceño y ella eleva la mirada hasta mí, sus ojos azules me miran avergonzada.

—Y-yo lo siento— dice torpemente en un balbuceo
Relamo mis labios y pongo los ojos en blanco por lo que haré a continuación, suelto un suspiro y me hacerco a ella para darle mi mano y ayudarla a penerse de pie.

Ella me observa de pies a cabeza, quizá dándose cuenta de lo alto que soy, la mayoría lo hace y sé que alguien tan curiosa y metiche como ella no es la excepción.
—Gracias— vuelve a hablar y sus mejillas se sonrojan por ello
—Uh-huh— musito.

Me quedo pensando si en algún momento se irá, pero rechazo la idea cuando siento su mirada sobre mi, cómo si me estuviera examinando y eso de alguna manera me hace sentir incómodo. Trago saliva, pero soy tan estúpido que respiro al mismo tiempo y comienzo a toser cuando me atraganto.

—¿Estás bien?— ella pregunta acercándose, le hago una seña que se aleje y se detiene.
—¿Que haces aquí?— demando con firmeza, dándole una mirada seria.
—Solo quería pasar el tiempo— murmura y se encoge de hombros, pienso que es la excusa más estúpida, pero prefiero pasarlo por lo alto.

—¿No se supone que deberías estar en clases?— inquiero enarcando una de mis cejas con burla.
—¿No se supone que tú también deberías estar en clases?— invierte la pregunta y sujeta con fuerzas la correa de su mochila.

Se me hace graciosa la escena y el simple hecho de que quiero imponer autoridad como si no la conociera, pero para su desgracia, sé quién es ella. Ladeo mi cabeza y esbozo una sonrisa de lado.

—¿Acaso está vez no te dejaron entrar a clases, Hasley? ¿O estás empezando el año con el pie izquierdo?
Suelto pronunciando su nombre.
La chica me mira confundida y ahora es ella quien me regala un entrecejo arrugado sin entender.

—¿Cómo sabes mi nombre?
—Compartimos una clase juntos— respondo obvio y ruedo los ojos para restarle importancia al asunto, aunque se que eso no la detendrá pasa seguir con sus preguntas—. A parte, la mayoría de las personas te conocen, se la mejor amiga del gran Zev Nguyen, sube tu estatus.

Lo último ha sido burla. Su estúpido amigo es el capitán del equipo de fútbol americano y el cual me odia con toda su alma, si el asesinato fuera legal, yo ya estaría tres metros bajo tierra, pero completamente agradecido con el.

—¿Cuál clase?— inquiere
—Con la prefesora Kearney
Doy una gran bocanada de aire y bajo mi mirada para tratar de ignorar el dolor que mi abdomen siente, pero fallo, así que lo único que hago es sacar el rollo de mi bolsillo y sin importancia de que esté arrugado a qué Hasley esté presente, lo enciendo para después darle una calada.

—¿Qué es?— pregunta con cierta curiosidad—. No creo que sea tabaco
Echo una risa porque al menos no es tan tonta como creía. Me volteo para verla y me acerco un poco a ella.

—Joint— hablo y el humo sale directo hacia su cara.
Su rostro muestra confusión, pero luego se forma a una mueca de asco y se aleja un poco de mi
—¿Por qué lo haces en el instituto?— pregunta ingenuamente
—Porque quiero y puedo— me limito a contestarle y tomo otra calada

—Eso es desagradable— farfulla haciendo un mohín
—Al igual que tú— lamo mi perforación y mi vista se va hacia su blusa, observando con discreción la mancha blanca que hay sobre ella—.¿Qué es eso?—

Entrecerrado los ojos, apunto con mi dedo índice la mancha y ella mira hacia la dirección.
Sé la respuesta, pues no es la primera vez que llega con una y dudo que también la última.
Aunque siempre me ha parecido divertido ver cómo las personas se humillan a si mismas.

—Pasta de dientes— murmura avergonzada con las mejillas más rojas que nunca.
En ese momento, escucharla decir eso se me hace tan gracioso que no puedo evitar soltar una gran carcajada que me hace olvidar por completo que mi abdomen duele por los golpes, que mi padre me ha mandado a la mierda hoy en la mañana y que quizá tengo un nuevo reporte por faltar a clases.

Entonces, hablarle ha sido el mejor regalo de cumpleaños que he tenido.


Antes de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora