Yo nunca había demostrado mi afecto hacia las personas, siempre era tan hostil y sombrío, quizás si fueras la persona más feliz de este jodido mundo, yo podría derribar toda tu felicidad con tan sólo un comentario muy pesimista. Así funcionaban las cosas. Tú una persona positiva, yo una negativa.
Y tal vez yo no veía en ese momento la lógica del electromagnetismo, no me daba cuenta de que ella era un más y yo un menos. Eso fue lo que nos atrajo uno con el otro.
La vi entrar por la puerta del salón, con el cabello revuelto y enredado, casi como si se hubiera peleado con el peine para poder aplacar un poco aquella melena negra, flexioné mis brazos por detrás de mi cabeza y observé atento cada uno de sus movimientos, sus ojos miraban los míos y cuando vi que se sentó a mi lado; enarqué una ceja.
Se le estaba haciendo costumbre esto de sentarse conmigo, sin embargo, esta vez no dije nada. Con mi dedo índice metí un mechón que salía de mi beanie para acomodarlo, ella se giró hacia mí y su entrecejo se frunció, inspeccionó mi chamarra y regresó su vista hacia mis ojos
—¿Por qué traes eso?—.Su pregunta sonó firme mientras apuntaba la prenda. Me quedé en silencio unos segundos y la atisbé con los ojos entrecerrados, me incliné un poco hacia ella y apoyé mis codos sobre el pupitre antes de contestarle.
—Ha ocurrido un accidente con la lavadora— confesé, separé mis manos y con una de ellas bajé la parte que cubría mi hombro derecho, Weigel soltó una risa y yo negué varias veces—. Metí un calcetín rojo que pintó de rosa las otras prendas.
Lina pequeña parte de toda esta historia era verdad, aunque eso había sucedido hace un mes, sólo trataba de omitir la paliza que mi padre me había metido el día de ayer.
Todo esto era porque intentaba ocultar las marcas que el cinturón de cuero había dejado en mis brazos.—Jamás debes combinar la ropa de color con la blanca— murmuró riendo, yo rodé los ojos, seguido me encogí de hombros y mordí mis labios—. ¿Tu madre no te lo ha dicho? ¿Por qué lavas tú?.
Solté un suspiro. Oh, Weigel, jodes mucho.
—Haces muchas preguntas ¿ya te lo he dicho?— demandé y sin descaro, ella asintió— Y no, es la primera vez que lo hago. Mis padres salieron de viaje y tenía que ver por mí solo sino, ¿quién lo haría?— sonreí.
—Tienes razón.Ella sonrió de oreja a oreja y regresó su vista al frente, me coloqué más a su dirección y la aprecié durante unos segundos. Hasley era tan bonita, no era más la pequeña niña de hace unos años, había crecido y mi gusto por ella también. Relamí mis labios y hablé.
—Necesito tu dirección
—¿Mi dirección? ¿Para qué?— preguntó girándose hacia mí. Quise rodar los ojos o fingir un derrame cerebral, me rompía las pelotas que las personas fueran tan lentas, pero podía hacer la excepción sólo porque era ella. Jodido favoritismo.Me acerqué a una distancia tan corta que pudiera sentir la tención entre ambos. —¿Piensas que llegaré mágicamente porque adiviné en donde queda tu casa?— mi voz salió ronca. La chica me miró confundida y supe lo que estaba pasando, reí con un poco de gracia— ¿Lo has olvidado?
—¿Olvidar qué?
—Lo has olvidado.Eché un suspiro y dejé caer mi espalda al respaldo de la silla, arrastrándola hacia atrás para poder estirar bien mis piernas por debajo de la mesa.
Me sentí un poco desilusionado porque por un segundo creí que sentiría esto como algo importante, pero después de todo no podía hacer nada. Ella a penas me conocía.—Haz prometido venir conmigo el sábado... osea mañana— dijo mirándola serio.
Sus ojos se abrieron y sus mejillas se sonrojaron. Lo había olvidado, aunque por alguna extraña razón mi estado de ánimo cambió, Dios ¡era Hasley Weigel!. Probablemente igual en algún momento olvidó su fecha de cumpleaños.—Cierto— asintió —. ¿Pretendes pasar por mí?
—No sabrás a donde llegar si te digo el lugar
—¿Es algún lugar de mal agüero?
entrecerré mis ojos y quise insultarla, pero no pude
—No— reí para volver a acercarme hasta ella
—¿Cómo sé que aquellos es verdad?
—Weigel, ¿confías en mi?
—No
Auch
—ExelenteSolté una carcajada. Ahora si podía insultarla. Patética.
Sentí mis labios secos, así que lleve las yemas de mis dedos hasta ellos y sentí el corte que estaba debajo de mi piercing, el que mi padre me había hecho ayer, esto era como una manía que tenía, arrancarme la pequeña costra de las heridas.—¿Qué has hecho?— Hasley murmuró un poco horrorizada por ello.
Estaba sangrando.
—Tienden a resecarse, es normal— comenté normal pasando el dorso de mi mano por mi labio lastimado—. ¿Me darás tu dirección?.Segundos después, cogió de su mochila una hoja de papel y un lapicero para anotar su dirección.
—Ten— me lo tendió. La miré con una sonrisa triunfante y la agarré, ella no entendía mi satisfacción, así que podía disfrutarlo con cinismo—. ¿A qué hora pasarás por mi?.—Cierto— asentí. Rápidamente saqué mi celular y empecé a buscar el horario de los partidos de básquetbol, en estos momentos le agradecía tanto a Neisan por darme el horario de Michael. Alcé mi vista y le sonreí—. A las cinco.
—Bien.
—Weigel, ni un minuto más ni uno menos. Suelo ser puntual— le regale un guiño y me acomode en mi asiento para poder mirar al frente.No sabía si esto era jugar sucio, pero después de tantos años de querer hablarle y que por fin tuviera su atención puesta en mí; no iba a dejar que aquello se esfumara.
**************
Weigel hablaba demasiado y me estaba hinchando los testículos, quería taparle la boca durante una hora, juro que había contado ciento dos palabras en un minuto. Solté un suspiro y me giré hacia ella, sus ojos miraron cuestionándome.
—Entra por aquí— le enseñé una abertura que había en la barda de madera que daba directo hacia el callejón.
—¿Estás seguro?— cuestionó no muy convencida.
—Vamos, Weigel— hablé firme y un poco irritado. Pude respirar normal cuando acató mi petición, yo la seguí por detrás y cuando estuve al otro lado con ella, volví a hablar—. Ahora cierra los ojos.
—¿Qué?.
—Sé que no confías en mí y eso no me molesta en nada— reí volcando los ojos—. Pero juro que no te haré daño, solo cierra los ojos y los abres cuando te diga.Hasley accedió. La observé unos segundos antes de tomarla por los hombros indicándole el camino y la guíe hasta el otro extremo del callejón, nos detuvimos, y me aleje de ella para ponerme al frente.
—Abre los ojos— indiqué firme y por lo alto. La chica abrió los ojos poco a poco y sonreí—. Bienvenida al Boulevard de los sueños rotos, Weigel.Su mirada era escéptica, era brillante y hermosa. En ese momento, supe que había echo lo correcto y que jamás me arrepentiría.
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Antes de ella
RomanceEnamorarse nunca fue parte de sus planes y, mucho menos, perder a alguien. Aunque la vida es como un par de dados; nunca sabes que caerá. Antes de Hasley Weigel, hubo alguien más, Bella Adams fue la primera historia de amor que Luke tuvo, sin embarg...