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TWOHAPPY 60TH HUNGER GAMES

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TWO
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Lo primero que vio cuando pudo abrir los ojos sin perder un gran porcentaje de visión, fue una ciudad. Enorme, de altos edificios en ruinas. A su alrededor, estaban todos los tributos. En el centro de ese extraño parque, la cornucopia. Dorada, tentadora. Distinguió grandes cinturones de cuchillos, mochilas de colores cargadas de materiales básicos de supervivencia y otras armas más complejas como arcos, lanzas, mazas o espadas.

A la izquierda tenía a la niña del nueve, a la derecha al del cuatro. No sabía sus nombres, y no la importaban. También podía ver a Tipler, seis plataformas a su izquierda, temblando tanto que parecía que se desmayaría en segundos. No podía ver por su posición a Hadley, tampoco a los desnutridos del doce. Las profesionales se miraron entre sí ansiosas de empezar, y la cuenta atrás iluminó el centro. Un minuto.

También temblaba. La temperatura era buena, un sol tranquilo y apenas viento. Estaba asustada. Podría vomitar su desayuno en cualquier momento, pero había comido de más para guardar nutrientes en los días venideros. Podría estar ahí días, e incluso semanas.

Cuarenta segundos. La boca se le secó, y sus piernas acompañaron el temblor de sus manos. Tipler había comenzado a llorar, y miraba a los lados como si estuviera ido.

Treinta segundos. Pensó en su madre. En sus hermanos menores. En que todo el distrito ocho debía estar viendo cómo se preparaba para huir y sobrevivir mientras todos se mataban entre ellos. Esperaba que sus hermanos no vieran los Juegos, y si no lograba salir, que no vieran su muerte en una pantalla. Tipler estaba verde, como si fuera a vomitar. La niña a su lado, tal vez de su edad, le miraba con cierta preocupación. Era del once.

Veinte segundos. Quería irse a casa. Llorar. Abrazar a su familia. Dormir arropada en su cama con Augusta hablando en sueños. Cerró los ojos escuchando la cuenta atrás, pero volvió a abrirlos asustada de perderse el inicio de los Juegos. Debía salir exactamente cuando el reloj llegara a cero. Ganar ventaja antes de ser perseguida.

Diez segundos. Volvió a mirar a Tipler. El tono verde había sido sustituido por uno blanco. Pálido, como un cadáver. Gruesas lágrimas caían de sus mejillas, y creyó ver a la niña del once decirle algo. Por la distancia no escuchó nada, pero Tipler solo lloró más.

Perdió el equilibrio. O tal vez se dejó caer. Connie no estaba muy segura de qué había ocurrido, pero de un momento a otro el sonido de bombas llenó la arena. Primero fue la plataforma de Tipler. En cuanto apoyó una mano sobre el suelo, él estalló por los aires. Después fue la niña once, y el chico al otro costado de Tipler. Por la explosión, cayeron de espaldas asustados y también estallaron bombas. Por último, la niña junto a la del once. Constance se aseguró de no perder el equilibrio también, ni tampoco mirar como había restos de los cuerpos alrededor de la hierba. Algunos tributos ya estaban empapados en sangre.

𝐆𝐄𝐄𝐊 | THGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora