Capítulo 14 - Vino y Whisky

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Alicia

Cuando decidí que trataría a Raquel como mi jefa y maestra, lo dije en serio, al menos durante unos minutos... que terminaron convirtiéndose en dos largos meses. Terminó siendo positivo, nos hicimos muy cercanas y nuestra relación profesional creció como resultado. Pensé que con el tiempo tomaría alguna actitud, no sé... pera nada, nada... ¡Nada! ¡Cualquier cosa! ¡Una señal que fuera! Gasté dos tarjetas de crédito en ropa, fui aún más arreglada a la universidad, como si fuera posible, llevaba faldas escotadas, más cortas, hombro con hombro en los días fríos, y la mujer no se fijaba en mí. Nunca había estado así rogando la atención de nadie y, sinceramente, estaba lastimando un poco mi ego. Estaba empezando a preocuparme. Quizás estaba un poco obsesionada con Murillo y eso no era bueno.

Decidí aceptar la invitación de Gérman a cenar, siempre le daba alguna excusa por estar demasiado ocupada pensando en Murillo. Lo que me llevó a quedarme un mes, un récord, sin tener sexo. Gracias a todos los involucrados. Gérman es una gran compañía y el sexo con él es realmente bueno, pero nada podía sacarme a esa mujer de la cabeza. Y no me convenció su indiferencia, sentí sus miradas, la tensión que se creaba cuando estábamos solas en la oficina, la forma en que se muerde el labio inferior y luego baja la cabeza. Y finalmente vi celos en sus ojos cuando me vio besando a Gérman.

Y ahora, al tocar su cuerpo, podía sentir todas sus vibraciones. Su enorme tensión se concentraba en sus caderas, su cuerpo se relajaba por completo cuando me subía encima de ella y la emoción que le daba verme tan expuesta, de hecho, deliberadamente expuesta. Quería hacerla sufrir un poco de lo que pasé todos estos días esperando una señal más significativa que las miradas comedidas. Noté sus ojos dirigiéndose directo a mi intimidad y lo nerviosa que se puso al ver todo eso, la verdad es que estaba muy preparada para ese momento. Sentir mis manos acariciando su piel la hizo sentir calor, cuando abrí el cierre de su sujetador, su corazón latía a un ritmo acelerado. Pero no debía hacer nada, así que mi cara era tierna, angelical, dulce y sin pretensiones, ya me había dado cuenta que la mejor manera de hacer que Raquel ceda es a través de sus propias acciones, cuando cree que tiene el control sobre mi y pierde su cabeza. Ser la primera en actuar la emociona mucho, pero no lo sabía. Confieso que fue la conclusión más difícil, sólo lo supe con certeza cuando la rubia me tiró al otro lado de la cama y se subió encima de mí.

Ella me miró como si todavía estuviera en una lucha interna consigo misma. Sus manos temblaban, apoyadas en la cama, lleva una de ellas a mi boca y acaricia su pulgar, manchando mi cara con el labial rojo, mientras mantiene el contacto visual. Roza sus labios contra los míos, haciendo que mi boca se abra, dándole paso, muerde mi labio inferior e introduce lentamente su lengua. La dejo dominar el beso, su mano aprieta mi cuello acercándome aún más. Sin dejar que el ritmo del beso baje por mi cuerpo, acaricia mis pechos, luego mi cintura tirando de ella para tener más contacto con su intimidad, casi de forma involuntaria, todos sus movimientos eran naturales, sensuales y delicados. Se atreve aún más y me aprieta los muslos, me levanta la falda y me levanta las piernas.

- Yo te deseo. – Me susurra Raquel al oído. – Sólo a ti, Alicia. – Ella ahora se estaba convirtiendo en mi tortura, mi ritmo no era ese, su delicadeza me ahoga, me embriaga. La rubia me desabotona la blusa, solo podía estar soñando. – ¿No me vas a decir nada? – Me siento en la cama y le quito la blusa junto con el sostén y le doy un beso apasionado, acercando aún más nuestros cuerpos, paso mi lengua por uno de sus senos y ella gime mientras toco el otro.

- ¿Eso te responde? – Abro tus pantalones y meto mi mano en tus bragas, sintiéndolas completamente empapadas. – ¿Te pongo así de cachonda, Murillo? – Me besa esta vez con más desesperación.

Alguien toca el timbre, pero no nos movemos, era como si nada pudiera sacudirnos. Hasta que unos segundos después escuchamos unos golpes en la puerta.

-¿Raquel? Puedo entrar. – era Mariví, amo apasionadamente a esa señora, pero ¿por qué ahora?

Dark Side (Ralicia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora