Dark Side (Ralicia)

Capítulo 21 - Nicolas Beaufort

El sexo ha estado en la agenda entre filósofos y sociólogos desde la antigüedad hasta la posmodernidad con las excéntricas ideas de Beauvoir. Para San Agustín, valorar el alma por encima de los placeres del cuerpo, es decir, negar la animalidad, las tentaciones y el pecado, sería el único camino hacia la salvación. Platón subestimó tanto a los pensadores sobre el tema que los consideró indignos de consideración. Foucault entendió el sexo como una expresión de la personalidad. Soy más partidaria de las ideas de Diógenes, quien decía que nuestra atención debería centrarse en nuestras necesidades esenciales: comer, beber, dormir y practicar sexo. Exactamente como los animales que somos y no hay nada que rezuma más animalidad que el sexo.

Alicia

Perdería el camino de la salvación, iría al infierno cuantas veces fuera necesario, dejaría mi increíble personalidad flotando en la nada sólo para estar exactamente donde estoy ahora, tumbada junto a Raquel en el suelo de la cocina, escuchándola su incontrolable risa, con la sensación de cansancio en cada centímetro de mi cuerpo, oliendo a Dom Pérignon y a sexo. Buen sexo, sexo en cuatro, de espaldas, de costado, en la silla, en el suelo, en el dormitorio, en la alfombra, detrás de la puerta, en las escaleras, si hay algo mejor en este mundo que el sexo yo no lo sé. Talvez mejor que el sexo, pero no mejor que el sexo con Raquel. Aunque tengo una vida sexual muy activa, no había ninguna mujer ni ningún hombre que me mantuviera tan excitada como esta rubia.

Mi cuerpo no se detenía, era como un volcán en constante erupción, sediento de más y más y más... aunque estaba cansada, no podía tener suficiente. Y una vez más empujando, rascando, gritando, acariciando, provocando, chupando, mordiendo, en un bucle eterno y adictivo. Me sentí en el paraíso y por unos momentos realmente creí que no necesitaba nada más para ser feliz. Fácilmente podría reducir mi existencia a ese placer, el vino y la comida, viviría borracha en un estado de eterna depravación y nunca me cansaría de ello.

No pude contar cuántos minutos fueron los que estuvimos recostadas en ese piso frío que contrasta perfectamente con el calor de nuestros cuerpos. El único sonido era su risa que resonaba entre las habitaciones de mi casa. Solo me giro para observar su extraña forma de reaccionar ante todo eso.

- ¿Qué te ríes? ¿Crees que soy graciosa?

- ¡Sí!_ responde colocando su cuerpo sobre el mío una vez más. Y a pesar de haber tenido un hermoso orgasmo hace apenas unos minutos, me sentía completamente lista para el siguiente, ya que mi cuerpo era sensible incluso a su mirada, imagina lo que puede hacer su cuerpo. - Eres mi mayor diversión, cada parte de mí se excita con tu simple presencia y no puedo evitar amar todo este alboroto que me causas, no puedo sentir culpa porque mi cuerpo dice que todo esto está tan bien y encaja.

Pero esta vez sus palabras fueron el motor primario para el desenlace de mis instintos más banales, sin demora la agarré del cabello y acerqué sus labios a los míos, nuestros pechos se rozaron mientras Raquel me provoca con su rodilla y me pregunto cómo ha llegado esto. En este estado de animosidad, ella siempre está en completa actividad. Incluso si lo intento, ella siempre se muestra reacia y lucha por el dominio. Sinceramente, después de innumerables orgasmos ya no me opongo tanto.

- ¿Qué pasa, Alicia? ¡Me parece que perdiste un poco de tu poder!

Invierto nuestras posiciones y la hago ponerse a cuatro hacia mí y empujo fuerte, sin parar hasta que su líquido se derrame una vez más sobre mis dedos. Tal vez porque no habíamos tenido descansos durante ese tiempo, Raquel no me había preguntado nada sobre qué somos, lo cual me alivia porque no sabría ni responder.

- ¡Joder!_exclama preocupada.

- ¿Qué está sucediendo?

- Ya es tarde, necesito irme a casa.