Raquel
Nunca antes había tenido tantas ganas de pegarle a alguien. Además, nunca había deseado tanto tener sexo con alguien. Desde que Sierra llegó a mi vida ha ido disminuyendo mi lista de nunca. Nunca había tenido relaciones sexuales en el escritorio de mi oficina, nunca me interesaron las mujeres, nunca atropellé a nadie, nunca choqué mi auto y nunca, NUNCA, disfruté del sexo. Siempre me pareció algo triste, aburrido, tedioso y desagradable. Pero con Alicia fue todo lo contrario, aún cuando no llegamos al final, solo su forma de tocarme, sus besos y sus caricias sumamente atrevidas hacían que mi corazón latiera como si estuviera en una película de acción. Cada uno de sus movimientos se sentía emocionante... intrigante...
Cada día que pasaba me volvía más adicta a las sensaciones que me provocaba la pelirroja. Todo parecía tan correcto y al mismo tiempo tan equivocado. Honestamente, hace tiempo que no tuve el discernimiento para decidir sobre estas cuestiones morales que hoy me parecen tan pequeñas comparadas con mi deseo de poseer a esta mujer y que ella me posea en todos los sentidos. Si lo admitiera sólo lo haría aún más real. Porque si... era un hecho consumado que quería a Alicia, que la quería como mujer y que nunca podría ser su amiga, a lo largo de estos meses siempre supe que ella tenía razón, pero me negaba a creerlo.
Y supe que ese era un camino sin retorno. Mucho antes de esa tarde en mi oficina, supe que ella sería mi perdición. Tal vez desde el momento en que nuestras miradas se encontraron, desde ese estúpido momento en que derramé café sobre su estúpida blusa. Decirle sí a Alicia es decirle sí a mi parte irracional, a mis deseos, esa parte de mí que ni siquiera sabía que existía hasta que ella llegó como un huracán y echó a perder todos los conceptos que había construido durante estos cuarenta años. Y también era admitir que sin ella la vida es menos apasionante y más aburrida. Algunos podrán pensar que soy una estúpida por no rendirme ante algo tan interesante y tan...
Pero no es fácil poner tanto en juego por una aventura, una pasión... las mujeres de mi edad sabemos que cuando se apaga el fuego quedan las cenizas, los recuerdos, el dolor... Y no sé si podría sobrevivir a tanto. Decirle que sí a Alicia es poner en juego mi carrera, mi moral, mi profesión... para que luego se vaya como Alberto y tantos otros, pero una mujer como la pelirroja me dejaría cicatrices eternas que serían imposibles de sanar. Y es este sufrimiento el que también me niego a sentir.
Incluso con mi cuerpo en estado de ebullición, rogando que me toque, deseando como nunca ser suya, con toda la tensión acumulada entre mis piernas, que ahora temblaban tanto que dudaba de mi capacidad para mantenerme de pie. Aún así tenía que ser fuerte. Reuní todas mis fuerzas para levantarme, agarrar mis cosas y salir de allí lo más rápido posible.
- ¿Dónde están mis llaves?_ pregunto. Alicia sostiene una jarra de agua y bebe su contenido a largos e insaciables tragos.
- ¿Te vas a ir?_ pregunta un poco decepcionada, ciertamente creía que le suplicaría, y estoy a punto de hacerlo, pero no puedo.
- Por supuesto, no crees que lo que acaba de pasar sea suficiente.
- No, no es ni la mitad de lo suficiente Raquel Murillo._ dice algo agresiva. - Te llevo, no estás en condiciones de manejar.
- ¿Y mi coche?
- Está en el taller.
- ¿Cuánto te debo?
- Nada.
- No quiero deberte nada._ mi tono es similar al tuyo, estábamos en sintonía.
- Acabo de decir que no me debes nada. Y deberías estar sacando tu agresividad de otra manera._ se marcha dejándome con la palabra en la boca.
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Dark Side (Ralicia)
FanfictionComo se viste el diablo? Raquel tenía certeza que suele usar tacones Louboutin de color rojo y blusa de seda blanca Valentino. Raquel Murilllo es una mujer de quarenta años recién divorciada, una de las inspectoras con más experiencia de Madrid y ac...