Hanna Williams.
Las manos me sudan de los nervios, sé que no dejé muchos cabos sueltos al momento de contar lo que acaba de pasar, pero por más ridículo que sonará tenía fe de que me creyera sin hacer una u otra pregunta. Su expresión no me revelaba absolutamente nada, es neutra, solo analiza lo queacabo de decir
Sus ojos verdes se encontraron con los míos, ahora que los noto son la misma tonalidad, es un llamativo color esmeralda, pestañas escasas, y grandes y redondos ojos, iguales a los míos, la diferencia es alrededor tiene algunas arrugas, no muchas, considero que lo normal para su edad, aunque para tener 45 años mi madre se ve mejor que yo. ¡Tenía que admitir que la mayoría de mis genes provienen de mamá, siempre me dicen que me parezco mucho a ella, lo único que cambia es la nariz - que es de mi padre - y la cantidad exagerada que tengo de pecas!!! Como odio mis pecas - que también son de mi padre -.
- Hay algo que no entiendo aún. ¿Por qué Peter empezó a golpear al hijastro de Maikol? - interrogó sería, esperando una respuesta concreta de mi parte.
No podría decirle que Cristián y yo nos confesamos, ni mucho menos que yo estaba drogada a tal punto que casi le digo todos mis secretos, no los dije porque no me los pregunto y por ninguna circunstancia que estuvo apuntó…
¡¡Cristo casi me besa!!
- Doctora Erika, tenemos una emergencia es el paciente del 15/2.
Gracias a la deidad que se encuentra en los cielos una enfermera llamó a mi madre, estábamos en la clínica que trabaja mi madre, porque cuando lograron quitarle a Cristián a mi hermano de encima, se desmayó y hace unas horas lo ingresaron. Mi madre soltó un suspiró, y se retiró sin antes decirme que hablaríamos cuando llegue a casa, para ese momento yo estaría más tranquila por qué sabría como está Cristián y podría inventar una buena historia que fuera creíble.
Me encaminé en dirección a la máquina expendedora, miré todas las opciones de golosinas/botana que ofrecía, así que el bolsillo de mi short saqué una moneda y la introduje en la máquina, y compré una bolsa de papas gritas. La bolsa soltó un pequeño crujido al abrirla y también un buen olor, tenía hambre, no había comido en total el día.
Por eso pareces un esqueleto.
Me sentía mal, por mi culpa había pasado todo esto. Yo sabía que si Peter se entraba terminaría así y mi yo hormonal quise seguirle el juego, debí ignorarlo después de que me entregó mi teléfono, en mi defensa él tiene la culpa por ser tan lindo conmigo. Pero por más que me encante no puedo permitirle que entre a mi vida y más cuando "él" esta de regreso.
No quería alejarme. Quería olvidar mi pasado, que mis problemas acabarán y vencer mi miedo al contacto físico para poder tener una relación como cualquiera a nuestra edad, sin embargo, eso parecía un sueño imposible.
- ¿Puedes darme un poco? - me pregunto Dominic - es que no traigo monedas.
No respondí, solamente me acerqué mi bolsa de papas para que él tomará, y así lo iso. Busque con la mirada a Edwards, pero no vi sus risos por ninguna parte. Por contar con tan poca fuerza y por tener sustanciales en mi cuerpo, yo no podía traer a Cristián sola a la clínica, por eso le pedí ayuda a mi mejor amigo y Dominic se nos ayudó por insistencia de Edwards. Ambos se ganarían problemas con mi hermano, pero a mi mejor amigo eso le vale y a mi ex parece que también.
ESTÁS LEYENDO
Un Alma Rota.
Teen FictionSipnosis: Se suponía que el Bless sería un lugar donde mis amigos y yo solíamos a pasar el reto, dónde la fiesta era hasta el amanecer y podíamos escapar de los absurdos compromisos que implicaban ser hijos de la élite de España, y donde todo el que...