Recién estaba ocultándose el sol cuando había terminado de reunir a las mascotas del vecindario.Dos veces por semana tenía que hacer de dog walker durante todo mi año sabático. Esto de labor social era idea de mis padres que a cambio pagaban mis tarjetas de crédito.
Me tomaba aproximadamente una hora pasear a los seis caninos, para ellos era su momento favorito del día y admito que también se convirtió en el mío.
Por primera vez decidí cambiar el camino de regreso a uno más corto, no tenía ánimos para hacer absolutamente nada, sólo quería estar en mi habitación y no salir de ahí hasta el día siguiente. Un comportamiento normal viniendo de mí.
Y mientras enviaba una nota de voz a mi mejor amigo, huyó el dálmata, el cual le hacia honor a su nombre; por ser el más pequeño y curioso del grupo.
Si pensaba que nada iba a salirme mal, estaba tan equivocada.
Fuck.
Corrí lo más rápido posible, sin soltar las demás conexiones y sin descuidar de vista a Scout.
Esto no podía sucederme a mí.
Por fortuna, luego de un largo rato se detuvo en un lejano parque, exactamente en el terreno de basketball.
Al fin pude descansar e intentar calmar mi frenética respiración.
Un chico había bajado hasta su altura y revisaba los datos al reverso de su collar.
—¡Hola! —grité para llamar su atención —¡Hey!
Al acercarme supe que jamás iba a responder ni a escucharme por culpa de sus airpods, mismos que tan pronto toque su hombro, quitó.
—Hola —saludó.
Aquel chico castaño de ojos brillantes y piel clara que tenía frente a mí usaba ropa deportiva y gorra.
—Hola.
—¿Conocés al cachorro?
Por su acento definitivamente era extranjero, pero su manera de hablar inglés era muy buena.
—Creo que la respuesta es obvia, ¿no?
—Oh, sí, claro.
—¿Puedes devolverlo? No es mío, pero estoy a cargo y si algo malo le sucede, estaré en graves problemas.
—Tómalo —respondió tan tranquilo mientras acariciaba al perro —Deberías tener más cuidado para la próxima, podrías perderlo.
¿Qué?
—No me digas que hacer, ocúpate de tus asuntos.
Odiaba no pensar dos veces antes de hablar, pero odiaba aún más mi impulsividad.
—Tenés razón —dijo sonriendo, aún estando tan tranquilo.
Su sonrisa era linda, no iba a negarlo.
—Gracias —dije cuando se acercó y me entregó el cinto.
Mi mayor deseo seguía siendo estar en casa y esperaba cumplirlo lo más pronto posible.
Sin esperar más, incómoda y apenada por lo ocurrido, di media vuelta y caminé de regreso.
Hasta que tuve que frenar, porque lo escuché llamarme.
—Oye, justo terminé del basket por hoy, ¿puedo acompañarte?
—No es necesario.
No aceptaría la compañía de un desconocido, podía ser un psicópata o aún peor, un asesino en serie.
—Me llamo Felipe, soy nuevo en este lugar y me vendría bien conocer a alguien.
Me descolocó totalmente, eso último me hizo reflexionar. Yo no sabía lo que se sentía ser nueva en algún lugar, nunca me había pasado, pero seguro no era fácil.
Un poquito de empatía de vez en cuando no venía nada mal.
Quise ser un poco amable con Felipe, después de todo, él lo fue conmigo.
—Está bien, ven conmigo —lo esperé hasta que llegó a mi lado con su botella de agua y la pelota de basketball en las manos.
—Vos decime por dónde hay que ir.
Sus ojos se encontraron con los míos luego de ese desafortunado primer encuentro. Noté que compartíamos el mismo color de ojos; azul, sólo que él se reflejaba algo distinto y cautivador.
Lo que descubrí esa noche en su mirada...
De esta manera tan inusual conocí a Felipe González Otaño, un talentoso y encantador actor que venía desde Argentina.
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THE ACTOR | Felipe Otaño
ФанфикColecciono fotografías de momentos especiales, por simple nostalgia o por la necesidad de volver al lugar donde algún día fui feliz...