SEMANA 18

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narrador omnisciente

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narrador omnisciente

Llegó el día de grabar el rescate. El último día en Sierra Nevada antes de irse para Los Andes y después a Uruguay.

Ya habían pasado unas cuantas escenas de Daniel Fernandez (Fran Romero) escuchando la radio en espera a la confirmación de los dos uruguayos que pidieron rescate. Y Delfina se sentó en la nieve a lo lejos a llorar viendo como todos se peinaban y se arreglaban para estar bonitos cuando llegase la ayuda.

No pensó que iba a ponerse así por eso, pero los sentimientos nunca son algo espérado y definitivamente, esta grabación le hizo aprender muchas cosas y sentir emociones que no imaginó que siquiera existían o seguían existiendo.

Como era una escena en la que Roberto Canessa ni siquiera aparecía; tenía a Matías al lado suyo viendo a sus compañeros y frotandole la espalda a su maquilladora para tratar de consolarla, aunque él también quería llorar.

Nadie podía creer que eso se terminó. España fue su hogar por esas largas semanas y parecía tan lejano que la experiencia de estar ahí se terminase. Todo el esfuerzo fisico diario, las narices sangrando por la altura, el amor, la bronca, las confusiones y la felicidad iban a quedarse ahí; enterradas con cariño en la nieve.

Era un dolor para todos los presentes. Ese inexplicable y doloroso nudo en la garganta fue una sensación colectiva, solo que algunos querían desanudarlo llorando y otros se aguantaban.

Y una vez que subieron al helicoptero; los aplausos iniciaron y los que estaban sentados se pararon en señal de respeto al laburo de todos.

Pronto los abrazos iniciaron con emoción. Aún faltaban semanas de grabación previa al accidente, en los Andes y luego del rescate, pero la etapa más difil y larga se terminó, y eso fue un puñal en el corazón.

También llegaron los festejos y las canciones de cancha para J.A, el que puso el pecho, la voz y la mente para todo. Gracias a él se había formado ese equipo hermoso donde cada persona tenía un rol especial e importante.

Aunque el abrazo más especial para la mayoría fue el que le dieron a sus maquilladoras. Esas dos chicas veinteañeras y pioneras en lo que era el maquillaje especial que se pasaron horas escuchandolos si tenían problemas y los preparaban todos los santos días para salir y dar lo mejor de ellos.

—Gracias, Delfichu— Esteban envolvió sus brazos en la más petiza, tratando de no llorar de todo el cariño que le había agarrado— Por siempre hacernos reír, no solo por maquillarnos y ponernos lindos.

—Ay, Esteban...— ella responde con una sonrisa sintiendo el cálido abrazo de su amigo y compañero— Ni se te ocurra pensar que no nos vamos a ver más, te prometí que ibas a ser el padrino de un hijo mío.

—¿No tenés una tía para presentarme?— el mayor bromea rompiendo por fin el abrazo y se limpia las lágrimas que se le escaparon— Bueno, tomatela antes de que sigas haciendome llorar, pendeja.

—Anda... jubilado usa pañal— lo empuja despacio en chiste y él se va riendose para dar otro abrazo a otro compañero.

Delfi ve como Matías va acercandose a ella y lo espera con los brazos abiertos, sintiendo casi de inmediato como él la envolvía con su calor en medio de ese frío que le hacía recordar al Monumental.

Esa noche todos se aguantaron las ganas de quedarse de joda hasta el amanecer e ir al aeropuerto en pedo como si fuesen egresados, asi que prefirieron irse a dormir a sus habitaciones pacificamente

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Esa noche todos se aguantaron las ganas de quedarse de joda hasta el amanecer e ir al aeropuerto en pedo como si fuesen egresados, asi que prefirieron irse a dormir a sus habitaciones pacificamente.

Aunque Delfina se mensajeó durante un rato con Matías espérando que él le dijese una sola cosa, y ese mensaje finalmente llegó, lo que le hizo levantarse de la cama e ir a abrir su puerta con su pijama de One Direction.

Y si, Delfi estaba espérando que Matías le dijera que iba a dormir con ella abrazados y mirando una pelicula tranqui. No había, ni existía otro plan mejor que ese para ninguno de los dos.

Pronto se encontraban acostados el uno al lado del otro algo timidos al ser la primera vez que estaban así, pero la forma en la que hablaban de pavadas hacía de todo más llevadero. Incluso ahora se encontraban con las piernas enredadas.

—¿Entonces vas a ir a conocer a mi gato?— Delfi pregunta jugando con las manos de Matías mientras él sonríe como un tonto enamorado— Mira que te voy a estar espérando.

Él soltó una risa por la referencia a "Apache", aunque era una escena triste le parecía gracioso que se acordara.

—Obvio que voy a ir, corazón— el castaño responde sin dejar de sonreír y pasa su brazo por el estomago de la chica para abrazarla— Si vos vas a ver a Luca.

—Bueno dale— ella le hace mimos en el pelo, provocando que él cerrase los ojos con cansancio al sentir esa muestra de afecto.

El corazón de los dos parecía querer salir a dar un paseo de la mano en esos momentos. Estar así de cerca y de una manera tan serena los hacía sentir completos, incluso si hace semanas no se hablabam por una pavada y aún buscaban un momento adecuado para darse un beso como la gente.

Y entonces a él se le prendió la lamparita.

—¿Puedo darte un beso, Delfi?

Ella lo miró de una manera que no tenía explicación. No quiero decir que es amor porque la vida de un humano es demasiado corta para sentir algo tan infinito, pero en definitiva; esa mirada era lo que más se asemejaba al mito del amor entre personas.

—Siempre, Mati— finalmente le sonríe y él se acerca para plantarle un lento y tierno beso en los labios.

No había apuro, ni necesidad, quería vivir ese momento que ya sabía que ambos recordarían. Sentir de nuevo sus labios rosados y suaves era su nueva sensación favorita, ya amaba cuando ella le daba besos en el cachete y ahora amaba incluso un millón de veces más cuando estaban unidos con los suyos.

Slut! | M. RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora