Quidditch

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A Mattheo nunca le gustó el quidditch.

No es que tuviera algo en contra o algo parecido. Simplemente no veía el atractivo de volar tras una pelota mágica poseída cuya misión era acabar con los jugadores. Estaba mejor y a salvo en tierra, gracias.

Y, es por eso no entendía porque debía despertarse a una hora irrespetuosa de la mañana para asistir a un partido del cual ni tenía idea quienes eran los equipos, pero hacía el intento por entenderlo. Después de todo, sus mejores amigos estaban en el equipo de su casa y ellos fueron los que le insistieron y rogaron en ir a dicho partido por todo un maldito mes. Que no digan que nunca hizo nada por ellos.

Cuando su madrina fue a despertarlos a él y a Draco para que pudieran alistarse y poder irse al partido, Mattheo ya estaba arrepintiéndose de haber aceptado ir. Miró hacia la ventana y pudo observar que aún estaba oscuro, en serió, debería ser ilegal ser despertado tan temprano.

No estaba acostumbrado a tener que levantarse tan temprano. Afortunadamente, las clases eran en un horario decente y, cuando solía estar en casa durante las vacaciones, no había nadie para despertarlo, a excepción de los elfos pero incluso ellos habían aprendido que no era una persona madrugadora. Su hermano nunca estaba en casa, pues siempre estaba en su gran trabajo en el Ministerio y, en las raras ocasiones que estaba en casa, ya no perdía el tiempo con nada que involucrara a Mattheo.

Es por eso que no le importó mucho cuando Mattheo le preguntó si podía quedarse durante las vacaciones en casa de sus padrinos.

- "¿Un partido de quidditch? ¿Desde cuándo te gustan?"- Dijo su hermano sin dejar de ver los documentos frente a él.

Se encontraban en la oficina que tenía el mayor en su hogar, Mattheo en un inicio no iba a preguntarle a su hermano si podía ir, pues Tom probablemente ni se daría cuenta de que no estaba. Pero sus amigos dejaron en claro que no querían que el estadio se llenara de aurores buscándolo por órdenes de su hermano cuando este notara su ausencia.

- "No lo hacen. Al parecer, el Ministro invitó a Lucius y Draco nos los dijo."- Mattheo solo quería irse ya, se movía constantemente desde su lugar frente al escritorio de Tom. Estar en la oficina de su hermano lo ponía ansioso.

- "Creo recordar que Cornelius me comentó algo al respecto, pero le dije que a ti no te interesaba nada relacionado al quidditch. Por eso no te lo dije."- Tom seguía sin ver a su hermano.

- "Si bueno, los chicos me insistieron para que fuera con ellos y dije que sí. Me quedaré todas las vacaciones en casa de los Malfoy, si no hay problema."- El menor sabía que no lo habría, Tom estaría agradecido de no tener que estar comprobando si Mattheo seguía vivo cada 3 días. Como hacía cuando el menor se encontraba de vacaciones.

- "Para nada. De hecho, estaré lejos por un tiempo. Tengo que ir a varias conferencias fuera del país, tenía planeado llevarte conmigo porque no tengo el tiempo de vigilarte y no necesito que mis aurores se distraigan contigo cuando tienen mejores cosas que hacer."-

Al Mattheo de antes, aquel que solía idolatrar a su hermano mayor, se le hubiera hecho añicos el corazón al escuchar cómo se expresaba dicho hermano de él. En cambio, el Mattheo de ahora ya estaba acostumbrado. Aunque eso no lo hacía menos doloroso. Tom era la única familia que tenía, lo único que le quedaba.

- "Bien, ya que ambos estamos de acuerdo en que me vaya. Me iré en un par de horas. Que tengas un buen viaje o lo que sea."- Mattheo se dio la vuelta y rápidamente se dirigió a la salida de aquella habitación. Cuando estaba por salir, la voz fría de su hermano lo detuvo.

- "Y Mattheo, deja de ser tan complaciente y ceder cada que tus amigos te lo digan. Puede que no lo parezcas, pero eres un Riddle. Eres mejor que eso. Demuestra algo de dignidad. "- Tom dejó de poner atención a los papeles que tenía y puso su mirada sobre el más joven. El mayor observó a Mattheo con una expresión que el menor conocía muy bien.

La odiaba.

Apartando su vista y saliendo lo más rápido que pudo sin tropezar en el intento, Mattheo fue a su habitación. Cerró la puerta, se recargó en ella y lentamente se deslizó hacía el suelo. Puso su cabeza entre sus manos y tiraba de su cabello mientras trataba de calmar su respiración.

- "Deja me mirarme así, deja de mirarme así. Seré mejor, prometo que seré mejor."-

Repetía aquellas palabras una y otra vez. Las siguió repitiendo hasta que lentamente pudo calmarse, se levantó del suelo, preparó su baúl y bajó rumbo a la sala donde estaba la chimenea para irse por vía flu. Dio un suspiro lleno de alivio cuando pudo ver la sala de estar de los Malfoy.

Salió de sus recuerdos cuando sintió una almohada que le dio de lleno en la cara.

- "Oye, tierra a Mattheo. Apresúrate antes de que mi madre vuelva y vea que no estamos listos."-Habló el molesto rubio frente a él.

Mattheo se le quedó viendo a la almohada que yacía en su regazo, debatiendo si debía aventarle la almohada de regreso a Draco o asfixiarlo con ella. Después de darse cuenta de que un homicidio bajo el techo de su madrina solo la haría enfurecer, optó por la primera opción, Narcisa daba miedo cuando se enfadaba.

Cuando ambos estuvieron listos, bajaron al comedor donde ya se encontraban sus padrinos. Lucius estaba sentado en la cabecera de la mesa leyendo "El Profeta" y Narcisa estaba en el asiento del lado derecho terminando su taza de té. Esta última solo les dio una mirada para indicarles que se sentaran, en cuanto lo hicieron apareció un elfo que casi le tira encima a Mattheo su desayuno cuando este le dirigió una mirada. Era difícil acostumbrarse a un elfo nuevo, extrañaba a Dobby.

Hubo una pequeña conversación entre los presentes mientras desayunaban. Cuando los tres hombres en la mesa terminaron, se pusieron de pie y los tres fueron hacia la puerta de la Mansión Malfoy para irse al lugar donde sería el partido. Mattheo solo podía esperar que fuera un día tranquilo, divertido y normal con sus amigos.

Debería saberlo mejor.

Mattheo Orion RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora