Capitulo 1

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Tenia catorce años, era el día de mi cumpleaños, mi mejor amiga Jessica llegó a mi fiesta (un poco tarde) llevaba compañía un chico de dieciséis, la verdad era guapo, se llamaba Sam, ¿quien iba a saber que ese día nos convertiríamos en mejores amigos? el llegó con pena, porque no conocía a nadie mas, solo a Jessica, ella era una chica no del todo sencilla, era muy exagerada y vulgar. y Sam, Sam era un chico muy guapo, y delgado con el cabello largo a los hombros, lacio y negro, un color de ojos cafés, pero no un café común, era un café que te hacia verlo por un largo rato, el me regaló un globo de helio que decía ¨feliz cumpleaños¨ (aun lo tengo) 

- Seamos los mejores amigos - me dijo con entusiasmo  era obvio que yo aceptaría, el me prometió estar conmigo siempre, y que cada año me daría dos regalos, uno por mi cumpleaños, (tal como el primero) y el segundo por un año mas de amistad, fue una promesa mutua.

y asi comenzó todo, asi terminanos envueltos en tantas cosas, que aun ahora me cuestan explicar. pero... ESE FUE EL MEJOR CUMPLEAÑOS QUE E TENIDO 

Cuando cumplí diecisiete, mis padres decidieron que nos mudariamos, tenia un mes aproximadamente para despedirme de quen debia hacerlo y decidir que hacer con mi nueva vida. Cuando hablé con sam al respecto, estabamos en un pequeño parque a las afueras de la ciudad, ya estaba algo olvidado, los juegos estaban oxidados y el pasto era demasiado grande, Sam solo me miró por al menos dos minutos directo a los ojos, sin pestañear. Se levantó me dijo que tenia que irse, solo asentí con la cabeza y levanté a su par. El quería estar solo.

No creí que le afectaria a ese grado... 

El dia llegó, el camion de la mudanza ya habia llegado, la casa estaba totalmente vacía y quienes la rentarían ya estaban por llegar. no habia mucho que hacer, despues de todo, los cambios son buenos, eso dice mi madre. Solté un enorme suspiro y subí al auto. no hubo señales ni de él. ni de Jessica. 

Era mi cumpleaños dieciocho. Todo iba bien, saldria con un par de amigos por la tarde, y la mañana la pasaría con mis padres y familiares. llevo un año sin saber de el, no responde mis mensajes, desvia mis llamadas. temo que algo haya pasado. Mi hermana, Amaris apuesta a que me olvidó. con quien e podido mantener contacto constante es con Jessica. Pero, tampoco a sabido de él, la ultima vez que lo vió. fue el día de la noticia de mi mudanza. Alguien tocó a el timbre, irrumpiendo en mis pensamientos. No se me ocurria quien podría ser aquel que quita mi paz interna.

- Zarina! - Gritó mi madre desde la puerta. La escuché con mucho entusiasmo, quizá era Jessica que habia llegado antes de lo planeado, bajé a cuentapasos.

- Zarina por favor, ¿Puedes apresurarte? - No se cual es la prisa de mi madre, pero era mejor hacerle caso. apresuré el paso, y la vi, vi a mi madre frente a mi, su cabello rojo parecia fuego ante el sol, el vestido de zatino verde era hermoso. mi madre era una mujer joven y delicada, contrario a mi padre. tienen una diferencia de edad de al menos 7 años, es un hombre tosco y barbón, peludo hasta el pecho, alto y atemorizante. 

- Hola, mamá, ¿Cúal es tu prisa? ¿Qué ocurre? - pregunté con desdén

- Me voy, si asi lo deseas, creo que no soy bienvenido por aquí - Dijo la voz burlona detrás de mi madre.   - Gracias por recibirme pero debo irme, no quisiera incomodar más - Reclamó la voz. 

Mi yo interna albergaba la esperanza de que fuese Sam quien estuviese afuera, pero mi otro yo, deseaba no tener esas ansias que podrían destruirme junto con lo poco de dignidad que me quedaba. 

- No, espera, por favor disculpa mis modales, pero, ¿Quién eres? - Preguté temerosa de la respuesta.

- ¿A caso no recuerdas a un viejo amigo? -

- Sam! Por Dios! Estas aqui! - Corrí y lo abracé como jamás habia abrazado a nadie, estaba tan euforica, que estuve a centimetros de saber que era besarlo. 

Mi cara se habia convertido en un tomate, él solo besó mi mejilla y entró a la casa.

Lo conozco desde hace 4 años, y jamás me habia sentido tan idiota frente a el. Debe ser la conmoción. Nos sentamos en el sofá, tuvimos un silencio incomodo por unos minutos, no podia evitar ver sus ojos, café, ese café perfecto, servido en una taza por la mañana lluviosa de un sábado, así eran sus ojos, penetrantes, con un brillo singular, de esos que no ves ni en los recien nacidos.  

colocó suavemente su mano en mis piernas, me tenia tan hipnotizada que no sentí sus caricias. no recuerdo el momento en que sus manos tocaron mi rostro, acariciaron mi mejilla, llegando al punto en que se acercara a mi, y besara mi frente. Jamás habia sentido tanta tensión hasta ese momento, snetia que mi corazon latía a 1000 por hora. 




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la luz de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora