Justin:
Acababa de colgar con Robert cuando Melissa llegó entusiasmada a mi oficina. No pude evitar sonreír estúpidamente cuando la vi entrar. Reí un poco y lamí mis labios. Se había puesto un vestido blanco, totalmente ajustado a su cuerpo que le quedaba espectacular. Me sonrió y se abalanzó contra mí para besar mis labios con dulzura. La acurruqué tiernamente contra mi regazo y le regalé unos cuantos besos en el cuello para después separarnos y mirar su hermoso rostro.
– ¿Qué tal el trabajo, mi amor? – preguntó mientras jugueteaba con el nudo de mi corbata.
– Se ha alegrado en cuanto entraste. – le coqueteé.
Ella rió y me enseñó una de sus mejores sonrisas para acabar con un beso rápido pero tierno.
– Te amo.
– También lo hago, Mel. – dije sintiendo un fuerte golpe al estómago. Prohibí que las imágenes de ______ irrumpieran en mi mente besando a Mel con suavidad pero fogosidad.
– ¿Harás algo ésta noche? – me preguntó mientras ponía su trasero muy cerca de mi miembro.
– Pensaba invitar a mi novia a cenar, pero podemos salir tú y yo esta noche, no creo que se dé cuenta que estoy contigo. – la incité con tono coqueto mientras acariciaba su espalda y una de mis manos se posaba en su cadera.
– Me parece buena idea. Joder, eres malo, pero claro... pasa por mí a las ocho. – me dijo con voz sensual y tentadora. Lamió mi labio inferior y lo mordió con sutileza mientras desataba el nudo de mi corbata y poco a poco se deshacía de los botones de mi camisa.
Le sobé el trasero, luego lo pellizqué y la acerqué aún más a mí sin dejar de besarla y probar la delicia de su piel.
– Ahora, tengo que ir al trabajo. – se levantó de mis piernas y movió su trasero frente a mí mientras se dirigía a la puerta. La miré de arriba abajo mientras me concentraba en el meneo de sus caderas al caminar.
Abrió la puerta de mi nueva oficina y salió sensualmente de ella desapareciendo frente a mí. Solté un respingo y luego me despeiné un poco el cabello. Ésta mujer me traía loco y me había aceptado a pesar de los monstruos de mi pasado. Estaba planeando algo grande esa noche, estaba planeando darle la mejor noche de toda su vida, aunque no fuese la mía, pero sabía que no había nadie allá afuera que me amara tanto como ella, tenía que aceptar que la quería de una manera asombrosa y que quería estar a su lado todas las mañanas.
– Jefe. – llamó la voz masculina de alguien en la puerta.
– Pasa.
George, uno de mis trabajadores entró con cautela a mi oficina y se paró frente a mi escritorio.
– El señor Bradley está esperando en la línea.
– Gracias, George.
El muchacho salió de la oficina con una reverencia. Descolgué el teléfono y contesté con voz gruesa.
– Señor Bradley. – exclamé.
– Bieber, ¿cómo estás? – preguntó la voz de mi colega al otro lado de la bocina.
– Joder, muy bien. El partido de los Broncos le trajo problemas a mi billetera. – anuncié riendo un poco.
– ¿Le ibas a los broncos realmente?
– Nah. – bufé. – Solo te tomo del pelo, Brad. ¿Qué pasa? – entré al tema de los negocios.
– Quería recordarte la cita que tenemos el viernes por la noche. – dijo un poco más serio.
– Claro que sí, ahí estaré junto a mi colega, Robert. ¿Esa noche será el pre-contrato? – le pregunté asegurándome de los hechos.
– Si, esa es la mera intención. Dos semanas después es la cena, no vayas a olvidarlo. – me recordó precavido.
– No, Brad, no lo olvidaré. Ya he comprado el traje para ese día y Robert está muy emocionado de poder finalmente firmar el contrato final. – le recordé haciendo énfasis al contrato que tanto trabajo nos había costado conseguir.
– Vale, mi más confiada empleada te llevará las invitaciones personalmente. – me informó con orgullo.
– ¿Será una bella dama? – jugué con tono coqueto.
– Te estaré mandando a la mejor en su trabajo y la más guapa de todas. – afirmó Brad.
– Esperaré ansioso a la chica, pero preferiría que le llevara las invitaciones a Robert, sabes que mi tiempo es muy escaso en estos momentos. Hoy me he podido dar un espacio para cenar con mi chica. – le conté mientras cogía una pluma y en un papel comenzaba a escribir. – Brad, ¿tienes hijos? – pregunté un tanto curioso.
– Sí, los conoces, Justin. – me recordó.
– Cierto. – maldecí por dentro. – Últimamente mi memoria me falla de una manera increíble.
– No te preocupes, creo que estabas ebrio la vez que te los presenté. – rió a través de la bocina.
– ¿Enserio? – pregunté preocupado.
– Dijiste que extrañabas a una chica, no recuerdo su nombre, pero lo repetiste muchas veces.
Tragué saliva. No quería recordar a ______.
– Vale. – me aclaré la garganta y dejé de escribir atónito de ver que había escrito su nombre en el pedazo de papel. – Tengo que irme, me ha salido un imprevisto, nos vemos el viernes tío.
– Nos vemos, Justin.
Colgué el teléfono e hice el papel pedacitos entre mis manos para después tirarlos al cesto de la basura. Me recargué en el escritorio juntando mis manos encima de mi rostro mientras exhalaba desesperado. Revolví mi cabello y me levanté de la silla reclinable que había recibido como regalo de parte de Robert cuando había empezado la modelación de la oficina.
– Seattle. – musité entre dientes. – ¿Cómo demonios pude terminar aquí?
Recordé el primer día que me encontré en un bar de mala pinta entre los callejones de la ciudad.
Estaba exhausto, esperando que la noche me tragara, pero en lugar de eso me metí en un bar. Me senté en una silla que se encontraba frente a la barra y pedí un whisky doble. Cuando el "bar tender" me dio el trago me lo tomé al hilo y limpié las lágrimas que comenzaban a salir por mis ojos. Joder, la extrañaba tanto. Extrañaba el contacto de sus labios con los míos, su aroma, su piel, su jodido rostro, su presencia. Extrañaba todo de ella. Me tomé más de cinco tragos esa noche. Una chica de cabello castaño, largo y rizado se acercó a mí esa noche, me miró con atención y comenzó a hablar.
– Estás jodido, ¿cierto? – adivinó. – Tu esposa te ha pillado con la de la limpieza. – intentó adivinar.
Negué con la cabeza y la miré con odio.
– ¿Te han corrido del trabajo?
Volví a negar con la cabeza.
– Ya, tu novia te ha dejado.
Agaché la mirada y le di un sorbo a la bebida.
– Venga chico, no puedes estar así por alguien que, seguramente, no supo lo guapo que estás. – me sonrió.
Y fue entonces cuando supe que mi vida iba a cambiar, que con esa sonrisa tan angelical, tan sincera, tan segura, tan esplendida, podría lograr salir de esa.
Pasaron dos años y podía decir que Melissa Harold era mi novia y la chica a la que quería de verdad. Nunca me dejó solo en mis tropiezos junto a ella, jamás me preguntó la razón de mis lágrimas ese día en el bar, pero ha sabido respetar la razón, y aunque no lo sepa y muera de intriga todos los días por saber qué es lo que a veces me tiene tan pensativo, no me deja.
Esa noche sería la mejor noche para ambos.
La haría mía nuevamente.
La recorrería de pies a cabeza.
La besaría con cariño y le haría el amor.
Le pediría que fuera mi esposa.
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No se desesperen, recuerden: "pase lo que pase, venga lo que venga, siempre encontrarán el camino de regreso a ellos mismos"
Amen a Melissa, será buena, lo juro.
Las amo. Emoticono heart
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Sex Instructor. Segunda Temporada (ORIGINAL)
FanficSex Instructor II: Segunda Temporada. Ahora ______ y Justin desafiarán al destino incierto que les espera, encontrándose nuevamente y cayendo enamorados entre sí nuevamente, porque el amor verdadero jamás se rompe, jamás se desvanece. Ya han pasado...