Capítulo 13.

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Manejé hasta la dirección marcada en la invitación. El tráfico aumentaba conforme los minutos pasaban y el ardor de mi piel quemada por el sol encima de mí también lo hacía. Juré tomar una larga y relajante ducha cuando llegara a casa y consintiera un rato a mi precioso hijo.

Cuando al fin llegué a mi destino, repetí mentalmente que mi trabajo era el mejor del mundo aunque no lo fuera. Mi teléfono vibró dentro de bolso y no dudé en contestar inmediatamente. Supe por instancia que era Logan, pero luego noté que no era él sino un número restringido.

– ¿Diga? – atendí ágilmente al tiempo que acomodaba mi bolso debajo de mi brazo.

– ¿Llegaste bien a tu destino? – dijo la voz ronca de un hombre cuyo nombre sabía perfectamente.

– Sí, de hecho voy llegando. – le informé.

– Me alegra.

– ¿Puedo saber cómo conseguiste mi número? – pregunté recordando que no le había concedido esa información hace unas horas.

– Bueno, cuando te fuiste no dudé ni un segundo en conseguirlo. Esto de la amistad es así, ______. – dijo irónicamente.

– Te agradezco el detalle, Robert, pero realmente no es necesario.

– Para mí lo es, ______. Te llamo luego, el trabajo me ahorca. – jugó.

– Vale. Nos vemos luego.

Colgué el teléfono y caminé hasta la puerta principal de un pequeño despacho que se abría paso entre miles de árboles. Juzgando por el estilo rústico moderno de la fachada, el hombre tendría unos 30 años. Toqué el timbre de la puerta y un hombre alto, rubio y viejo me abrió gentilmente.

– Buenas tardes. – me saludó atento.

– Hola, buenas tardes. Busco a... – revisé la invitación. El jodido nombre venía en iniciales y eso dificultaba mi búsqueda ya que no llevaba conmigo la lista oficial de los invitados.

– Al señor Drew, claro. Es al único que usted podría estar buscando aquí, al menos que le interese salir con un viejo amargado. – agregó.

Le sonreí algo incómoda y me adentré en la casita de madera. Por dentro era fantásticamente hermosa, con muebles modernos y toques rústicos en la rudimentaria. Observé cada detalle de la sala donde mi cuerpo se acomodó y con cuidado toqué una bandeja de oro, donde se posicionaban algunas tazas de porcelana con decorados de plata finísimos.

– Hola. – me distrajo la figura de una mujer acercándose a mi posición. – Joe me ha dicho que buscabas a mi prometido. – dijo sin que yo entendiera absolutamente nada. – Oh, lo lamento. Soy Melissa Evans, la prometida de Drew. – dijo la morena mientras extendía su mano y yo la tomaba por mera educación.

La chica era realmente linda, su cabello caía delicadamente por sus hombros en rizos tenues y ligeramente enredados, sus ojos marrones eran enormes y eso le daba un aspecto picaresco a su rostro. Su vestido blanco tejido combinaba perfectamente con el color rojo de sus labios y sus pestañas cuidadosamente maquilladas. Su cuerpo era diminuto, pero francamente con un muy buen aspecto. El señor Drew probablemente la utilizaba para presumir de la conquista que había logrado, porque francamente, Melissa era hermosa.

– Soy ______ Wilde. – me presenté después de la profunda evaluación visual.

– Mucho gusto, ______. – agregó con cuidado y sin ningún propósito oculto. – Y dime, ¿cuál es la razón de tu visita?

– Bueno, venía a hablar con el señor Drew.

– Me parece que Drew no se encuentra, pero puedes volver después o dejarme a mí el recado. – se ofreció completamente amable.

Sex Instructor. Segunda Temporada (ORIGINAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora