Escarlata

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El vestido de color rojo me miraba desde la cama, tenía que admitir que realmente era bellísimo, Isabela había hecho un trabajo fascinante, como siempre, era un vestido corte imperio que favorecía mucho mi tipo de cuerpo, en este caso era suelto, ceñido en en mi cintura, con tirantes que hacían que tuviera escote en V y la espalda completamente descubierta, además de bello era muy cómodo, o eso parecía en las mil pruebas de vestuario que tuve.

Isabela apareció casi al mismo tiempo que me ennovié con Ethan ya que a la hora de acompañarlo a determinados eventos me estresaba mucho que llevar, nunca supe distinguir entre coctel o de gala, así que ahí fue cuando conocí las manos precisas de mi modista y también era una tranquilidad para Ethan ya que sabía que siempre estaría impecable tanto para él como para el evento.

Volví mi mirada al vestido tendido en la cama y aunque realmente era bellísimo sentía que ese estilo no me favorecía, quería algo menos llamativo, sabía que a la hora de entrar algunos me mirarían y detestaba eso, pero Ethan adoraba ser el centro de atención, además Elsa ya lo había dejado sobre la cama, lo que significaba que estaba planchado y perfumado, y que el traje de Ethan iba a juego con el color del vestido con su pañuelito que si no recuerdo mal una vez me dijo que creo se llama pochette, en fin, ese pañuelito que va en el bolsillo del traje.

¿Qué podría hacer para darle un gustito más personal?, de repente como por arte de magia se me ocurrió una gran idea, tenía claro que no era la mejor de las ideas, pero me parecía que le iba a dar un toque especial, darle un accesorio diferente al vestido de seda el cual era largo y debía ir con mi cabello recogido con un moño al estilo desprolijo, y una joyería muy delicada color plata.

Me bañe y me encargue de secar mi cabello largo y rubio, ya me pesaba de tan largo que lo tenía, pero me rehusaba a cortarlo, además de que a Ethan le gustaba así. En el peinado quería que realmente no se vea mucho más que unas pequeñas ondas en el frente de mi rostro, que me lo enmarque, el moño seria un recogido simple muy al estilo desprolijo, que pareciera que simplemente me lo recogí con un bolígrafo, pero use unos palitos japoneses que eran de mi mamá, para que me dieran esa vibra que quería, honestamente me peine como pude, despejando casi todo de mi cara para que simplemente destaque el vestido. Ahora venía la parte que siempre me encantaba y que siempre me encargaba yo sola si o si ya que no me gustaba que me tocaran la cara, me daba mucha ansiedad sentir dedos que no eran los míos en el rostro, por lo que me maquillaba sola siempre, en este caso era algo muy sencillo para que siga destacando el vestido, pero use un brillo dorado que era únicamente purpurina pero me daba una luz especial y diferente a lo diario en los ojos, decidí tapar un poco mis ojeras y algunas pecas esparcidas que tengo por el sol, bastante rímel para que me hiciera la mirada más firme y destacara mi mirada, un poco de rubor, y un labial con destellos color durazno que prometía durar toda la noche.

Sabía que íbamos a ir a una exposición de arte muy elegante, así que con el vestido era suficiente para estar a la altura.

Una vez lista, solo faltaba la joya de la noche; el vestido y por dios, si pensaba que las pruebas ya me decían que era hermoso y verlo terminado lo confirmaba, vérmelo puesto me dejaba completamente muda, era increíble cómo me calzaba a mi cuerpo como un guante, acompañe con unos tacos stiletto negros, eran cómodos pero altos y que hacían juego con mi gran idea, que era ponerme mi querida chaqueta de cuero, hacia una extraña combinación de elegancia e informalidad, se mezclaba la textura de la seda del vestido con el cuero de la chaqueta, estaba fascinada con el resultado y con la imagen que me devolvía el espejo.

Me coloque los aretes de plata, un brazalete, tres anillos y el cuello decidí dejarlo al desnudo para que destaque el escote en uve que tenia. Me di una ultima mirada antes de salir y me sorprendí lo mujer y aniñada que me veía al mismo tiempo, tengo 26 y parecía fácilmente de 21. Mi padre no dudaría en decirme que estoy igual a mi madre y era cierto, las fotos que habían por la casa habían veces que parecían espejos en mi, pero no quería pensar en mi mamá ahora, no hoy. Pensar en también en mi padre me recordó que tengo que llamarlo. Lo hare en estos días.

Baje las escaleras de forma lenta ya que no estoy acostumbrada a los tacos tan altos, al llegar a la sala me di cuenta que sin querer interrumpí la conversación de Adela con mi prometido, ambos me miraron al mismo tiempo, lo que hizo que me sintiera levemente cohibida porque solo me miraban, ambos sorprendidos.

-¿Entonces....?-dije un poco tímida y para que se cortara la tención en el ambiente.

- Estas hermosa Ámbar, estoy sin palabras, wow, incluso mas que eso, estas increíble- dijo Ethan aun mirándome sin pestañar, me ruborice un poco porque él no es de expresar lo que le pasa por la cabeza de manera tan sentimental.

-Rubita, la verdad que mi querida Isabela si tiene buena mano, te ha dejado espectacular.

-Gracias Adela- dije sin mirarla pero si mirando y sonriéndole a Ethan 

- Lo que si no es adecuado es esa chaqueta tan corriente, querida- la mire frunciendo el ceño y luego mirando mi elección 

- No, te queda perfecta- dijo Ethan lo que hizo que ambas lo miremos sorprendida porque si había alguien que nunca le llevaba la contra a su madre era precisamente su hijo. -te tengo una sorpresa, me alegra que no tengas nada puesto en el cuello porque te compre algo para llevar esta noche y creo que le atiné- dijo sonriendo y fue a buscar mi sorpresa, volvió casi enseguida con una caja de terciopelo cuadrada de color azul profundo, cuando la abrió me quede atónita sin dejar de mirar lo que estaba dentro.

- Es un colgante para que lleves hoy, es tu piedra preciosa, son ámbares de color rojo, claramente originales para que brilles mejor y mas que nadie en esta noche- realmente no caía en semejante regalo, pestañee varias veces pero no podía decir nada.

-¿No te gusta mi amor?- me dijo un Ethan sacándome de mis pensamientos.

-No no,-negué rápidamente con la cabeza- osea si es decir si, me encanta, me parece una maravilla, ¿no será mucho para mi? dije quizá sin pensar que me estaban escuchando.

-Nunca es mucho para ti Ámbar, ven déjame ponerte el colgante.- me acerque a él y me di vuelta para que tenga mejor acceso y facilidad a prenderlo- ve a mirarte y dime que tal- me dijo al oído 

Me acerque al espejo mas cercano y wow no había palabras para describir semejante obra de arte, esto realmente debe de haber costado una fortuna, y que fueran piedras relacionadas a mi nombre me hacia estremecer un poco, porque pensó en mi al comprarlo.

Sin darme cuenta Ethan me estaba abrazando por la cintura y se acerco a mi oído

-Así te veo yo todos los días- dijo en un susurro que me hizo sonreír 

-Gracias, es un regalo muy bonito mi amor- dije un poco emocionada.- déjame verte.- me aleje un poco para ver a mi prometido.- tu tampoco estas nada mal, elegiste un traje muy acorde y la corbata es igual al color de mi vestido.-dije sorprendida, ya que el pañuelito es blanco y todo su traje incluyendo camisa eran negras, menos la corbata que era rojo escarlata. 

-Ambos deben irse, la limusina esta esperándolos, diviértanse y tráeme alguna obra de arte que te haga acordar a mi hijo.- fue todo lo que dijo para luego retirarse del lugar.

-¿Limusina? ¿tan elegante es el lugar?- dije sin para de recibir sorpresas.

- Si es elegante, pero quería que hoy fuera una noche de lujos para mi prometida también- dijo llevando un mechón de mi cableo hacia atrás.


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Ésta noche sin duda sería increíble.

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