once

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El tercer día.
Martin y Juanjo llevaban tres días conviviendo.
—¿Juanjo qué te pasa?— le siguió por detrás.
Para al mayor cogiéndole de la mano
—Nada—
La situación le estaba pasando pagina, haberse despertado con Martin, desayunar con Martin, comer con Martin, merendar con Martin, cenar con Martin y dormir con Martin.
Martin, Martin, Martin.
Se empieza a marear al sentir sus pensamientos ser invadidos por la imagen del chico con bigote.
Resopla girándose
—Martin no quiero hacerte sentir mal, solo estoy agobiado—
—Quiero ayudarte ¿Cómo lo hago?—
Martin acerca a Juanjo a él.
—Déjame espacio un momento...—
Juanjo le suelta la mano sonriendo.
Se gira y cierra la puerta de su habitación.
Martin se queda de pie en frente de esta.
¿Espacio? No lo entendía.
¿Cómo iba a ayudarle estar solo? Tener el cariño de alguien era su manera de relajarse, no lo entendía.
Suspira y se va al salón, se sienta en el sofá y enciende su móvil.
Juanjo salió del cuarto quince minutos después no supo que le pasaba pero de repente tenía ganas de abrazar a Martin.
Muchas ganas.
Se acerca al chico subiéndose en el sofá de rodillas y abraza a Martin por los hombros.
—¿Juanjo?— pasa sus brazos por la espalda del maño aceptando el abrazo.
No contesta, simplemente se queda mirando el respaldo del sofá sintiendo la palma de la mano de Martin acariciar su espalda.
Se separa y le mira
—¿Tienes hambre?—
Martin niega en silencio, su dedo índice acaricia el dorso de la mano de Juanjo.
Mariposas
—¿Sueño?—
Juanjo pasa su otra mano por el flequillo de Martin peinándolo un poco.
—¿Vas a contestarme Martin?—
—No se que me pasa...—
Juanjo estaba más relajado, estar con el vasco le tranquiliza.
—¿Te encuentras mal?—
—Supongo, es como una presión en el pecho y noto un poco de cosquillas aquí—
Señala la parte de un poco arriba de su vientre.
—¿Has comido algo que te haya sentado mal?..—
Niega con la cabeza, los ojos de Juanjo eran bastante más bonitos de frente que desde abajo del maño. Suspira desviando la mirada sintiendo vergüenza de haberse acordado de esa imagen.
Juanjo rojo, encima de el , con el pelo despeinado y con el cuerpo levemente sudado, desnudo.
Encima de el.
Suspira con sus mejillas rojas, se levanta de un salto con una mano en su pecho, se estaba poniendo nervioso.
Juanjo le sigue preocupado.
—¿Estás bien Martin?—
Asiente
—Si, solo me agobia el calor ya esta—
—¿Hace mucho? Es que como anoche estabas tiritando esta mañana he puesto la calefacción, como estás tan flaquito pues he pensado que tendrías más frío.—
Martin sonríe y camina hasta la nevera, coge un vaso y lo llena de agua fría. Abre el congelador y mete un cubo de hielo en el vaso, lo piensa unos segundos y mete otro.
Le da un trago sintiéndose mínimamente mejor.
—No pasa nada Juanjo, gracias por preocuparte tanto por mi— le sonríe.
Se termina el agua del vaso y lo deja en la mesa.
—Bueno, tu eres el que vino a ver que me pasaba. Sentía que estaba en deuda contigo—
—Juanjo no me debes nada, nuestra amistad no es una cosa que tengas que pagar o algo así—
Juanjo asiente.
Se acerca a el
—Ya, pero como tu te portas tan bien conmigo...—
Martin se queda callado y se acerca más a el.
—Y encima no te enfadaste conmigo por hablarte tan mal el primer día...Me sentía culpable—
El vasco quería hablar, lo juraba, pero no podía hacerlo. En ese momento no le salen palabras solo da pequeños pasos hacia Juanjo.
Su destino en ese momento era Juanjo.
—¿Culpable?—
Juanjo termina chocando con una pared al haber estado caminando hacia atrás.
Martin sonríe viendo al chico sobar su nuca en el sitio que se había dado el golpe.
—Martin, no te estoy entendiendo— sonríe nervioso.
Siente las mariposas querer salirse de él por su boca al sentir las manos del menor en su cadera, el frío de estás atraviesa la fina tela de su camiseta azul.
Suspira cerrando los ojos.
—¿No me estás entendiendo?..— sonríe
Se pone de puntillas quedando casi a la misma altura.
Le encantaba ver a Juanjo volverse pequeño ante su coqueteo.
—Martin yo..—
Su voz temblaba, saco fuerzas para poner su mano en la cadera de Martin, acercándole a el.
Sus pelvis chocan quedando ambos tan cerca que podían sentir las respiraciones del otro chocar contra ellos. Sonríe al sentir la mano de Martin subir hasta su hombro, la otra se posiciona en su nuca.
Juanjo sentía que en cualquier momento se iba a desmayar, le temblaba la voz, las piernas y las manos. Notaba sus mofletes calientes y enrojecidos.
Sus labios estaban a punto de unirse, estaban a punto de volver a repetir lo que pasó aquella noche.
A punto de acostarse.
Hasta que empezó a sonar uno de sus móviles.
—Joder...— Juanjo nota la frustración de Martin en su voz.
De todas formas, el maño suspira aliviado y camina hasta la mesa de la cocina.
—Es Ruslana, te llama a ti—
Martin se acerca, acepta la llamada y se encierra en la habitación de Naiara.

Martin cuelga y se queda sentado en el colchón, jamás se le había complicado tanto acostarse con alguien menos todavía si ya lo habían hecho.
Bufa y deja caer su espalda en el suelo.
Una notificación.

"Juanjo: ¿Estás bien?" — sonríe y contesta.
El sonido del teléfono es lo único que se escucha entre esas cuatro paredes.
"Juanjo: ¿Puedo entrar?"
"Si" — apaga el móvil
Se levanta, camina hasta la puerta.
Abre y no le dio tiempo a reaccionar cuando fue Juanjo quien empezó a besarle de manera fogosa.
Sonríe entre los labios del maño pasando uno de sus brazos por el hombro del chico y el otro rodea la cadera de Juanjo mientras es guiado hasta el colchón de la cama.
Se deja empujar a esta y son pocos los segundos que duran sin volver a juntar sus cuerpos.
Juanjo sabía que esto iba a dolerle, le daba igual. Tenía a Martin esperando de manera desesperada a que se quitara los pantalones.
Martin Urrutia.
Juanjo pone sus manos a cada lado del cuerpo del vasco, entre las piernas del mismo que le rodean la cintura. Sus bocas no se habían despegado a más de un milímetro desde que había entrado por la puerta.
Acariciaba el cuerpo del menor, frunce el ceño retirando de manera rápida la camiseta de Martin y empieza a examinar su cuerpo desnudo con sus manos.
Las respiraciones se empiezan a volver aceleradas, los ruidos que provocan sus bocas al juntarse y separarse invaden el cuarto, su desespero por repetir la otra noche hace que no exista ningún cuarto.
Solo Martin
Solo Juanjo
Solo ellos
Martin muerde el labio inferior de Juanjo separándose lentamente unos centímetros del rostro del chico. Se separa completamente y empuja al maño obligándole a quedarse tumbado, Martin se sube sobre el y empieza a desabrochar el cinturón del chico.
—Me cago en el puto cinturón, joder...—
Le temblaban las manos, Juanjo sonríe y ayuda a Martin con su tarea.
Martin inclina su cuerpo volviendo a besar la boca de Juanjo, sus labios sabían a fresa, sabían a gloria.
—¿Condones tienes..?—
Asiente mientras Martin empieza a bajar con la lengua hasta su cuello. Abre el cajón de la mesita de Naiara y saca un condón
Martin se sienta encima de el otra vez presionando contra su miembro y retira la camiseta de Juanjo, sigue bajando lamiendo el cuerpo del chico hasta llegar a su vientre, levanta la mirada.
Juanjo estaba rojo.
Sonríe y empieza a bajar las prendas de la parte de abajo del chico, agarra su pene con una mano y le mira haciendo movimientos de arriba a bajo.
—Martin...—
Fue interrumpido por los jadeos que se escapaban por su boca.
—Cállate—
Juanjo asiente en silencio mordiendo su labio inferior, echa su cara hacia atrás al notar el calor de la boca de Martin sobre su carne.

El agua de la ducha recorría el delgado cuerpo de Martin.
Rascaba su cabeza mientras retiraba el champú en su pelo con ayuda del agua, el agua caliente le relajaba.
Juanjo y él habían decidido no comer, no habían tenido tiempo para cocinar nada.
Sonríe recordando todas las zonas en las que el maño había paseado sus manos, desliza sus dedos en su boca tocando la herida de su labio provocada por un mordisco del mayor.
Suspira y cierra el agua aplicando acondicionador en su pelo.
La había cagado, lo sabía, sabía que ya no iba a conseguir quitarse las ganas de follar con Juanjo cada vez que le viera.
Pero esperaba que por lo menos Juanjo siempre tuviera las mismas ganas que él, enrolla la toalla en su cadera y sale de la ducha, el espejo empañado le hace más rápida la tarea de ponerse la ropa.
Sale del baño con unos pantalones largos y una camiseta de tirantes.

Juanjo estaba en la cocina, tomándose un café en silencio. Martin se acerca y pasa por la espalda del chico, abre la nevera.
Silencio.
Juanjo suspira
—Martin tenemos que hablar—

Miamor - Juantin (ot2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora