MOTS | Scaramouche ha nacido por el egoísmo de la Arconte Electro, Raiden Ei. Su versión actual se originó por el enojo y la furia hacia los dioses y humanos, quienes lo han traicionado múltiples veces. Antes ha sido una marioneta hueca y sin propós...
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MARELLA
Mi nombre significa “Mar brillante”.
Las nubes en Tatarasuna no hacen nada más que preocuparme. Los humanos resultan ser criaturas tan frágiles, fáciles de quebrar en poco tiempo. Su lapso de vida es menor a cien años, aunque existen afortunados que son capaces de superar dicha cifra. Pero claro, aquello conlleva un estilo de vida más difícil de lo usual. El cuerpo se debilita, los huesos, aquellos elementos que sirven para mantener en pie el cuerpo, se debilitan y eso impide una vida libre. La muerte no espera, no es tan malvada como para escoger a ciertos mortales. No, para nada. Dicha entidad puede aparecer en cualquier momento y así llevarse las almas por el camino hacia el infierno o el paraíso. Como un ser inmortal y que tiene muchos años caminando en el mundo mortal, soy consciente de eso.
En este mundo sólo había oscuridad, dragones y aves que vivían en paz. Sin embargo, con la llegada de una nueva era en Teyvat, dichos seres desaparecieron por completo. Sé que quedan vestigios de una especie de dioses en forma de ave en el reino de la piedra. También soy consciente que existen pequeños rastros de lo que fueron los dragones primordiales y antiguos soberanos del continente. Mi creadora es la diosa de la vida. Del mar nace todo, absolutamente todo. Es por eso que su cuerpo abunda la vida, de sus lágrimas nací yo. La tristeza fue lo primero que percibí de ella al verla llorar por el final de los primeros rastros de vida de este mundo.
Cuando yo nací apenas y era una pequeña oceanida que sabía poco de este mundo pero que tampoco era tan ingenua. Puedo decir que soy alguien con buena inteligencia desde que abrí los ojos. Egeria se sorprendió al inicio cuando me vio, pues jamás esperó que de ella se originara una vida. Al ser consciente del entorno en donde nací, pues eran aguas brillantes, me llamó Marella. Mar brillante, por las aguas que relucían resplandecientes.
Shoji, el niño que curé para que dejase de llorar, está a mi lado. Es un humano tan débil y delicado, pero aún así quiere jugar con el resto de humanos miniatura que hay en la aldea. Es enfermizo. Tiene las defensas bajas debido a la poca ingesta de nutrientes necesarios. Las algas, el tofu mal hecho y el arroz no sirven. Él debe comer carne, pescado, alimentos ricos en nutrientes para crecer sano. Nunca me imaginé preocupada por un humano. Sin embargo, aquí estoy, picando la carne del pobre animal que pesqué en las primeras horas de la mañana y que me costó el haori. Dicha prenda está colgada en el exterior. Solamente ando con la yukata. Estoy sentada mientras voy preparando el fuego y la comida. Y me sorprende. He sido una princesa, alguien que no necesitó la comida a pesar de que los molestosos humanos ofrecerán ofendas bajo mis pies. También se debe a que soy un ser inmortal que se ha dedicado a la batalla por milenios. Delicadeza no es mi nombre, no me describe.
—Necesitas mejorar, humano miniatura. —digo, echando algunos palillos de madera a la carne para así apoyarla en la especie de parrilla hecha de piedras al azar y fuego. Veo como la carne se va dorando de a pocos. Voy hacia un par de calavandas y las pico en trozos. Los humanos miniatura prefieren consumir alimentos divertidos.