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Shin con emoción se teletransportó, (por supuesto pidió permiso antes de hacerlo) hasta la otra sala de descanso. Y entro encontrándose un tenso ambiente entre Orter y Margarett.
Shin— Eh~ —se sonroja al ver a Orter— (Maldición, olvidé que ahora lo considero guapo...) Ugh —un gran abrazo le saco el aire, aunque ya sabía de quién era—
Margarett— Mi lindo Shin~ ¡Tenía mucho sin verte!
Shin— Y a mi también me da gusto verte, veo que te hiciste uno nuevo —señala su oreja— yo igual aunque ya tiene mucho~ —saca su lengua enseñando el piercing que tenía ahí —
Orter— Desde cuando ustedes se llevan bien.
Shin— Emm~ ¿desde el año pasado? —ambos se separan del abrazo— estuvimos en el mismo equipo en el examen.
Orter— ¿Por eso no le hiciste nada a Rayne? —ajusta sus lentes—
Shin— No, de hecho Margarett me lo pidió, además, no puedo pelear contra él. Es un juramento... —mira a otro lado un poco avergonzado, mirar a chicos guapos tanto tiempo lo pone realmente muy nervioso —
Margarett— A ver, a ver... ¿Todavía no le dices?
Shin— se sonroja jugando con su collar— ¿Cuenta decírselo cuando está completamente dormido? —voltea a ver al otro—
Margarett— Suspira y se sienta de nuevo— El día que eso suceda quiero ser la primera en saberlo~
Shin— Por supuesto... Aunque aún lo dudo... Orter
Orter— ¿Que es lo que quieres? No cambiaré de idea si me lo dices, sabes completamente que son las-
Shin— Eso no. Se que eres terco... Puedes irte, necesito hablar con Margarett a solas.
Orter— . . . Bien.
Orter salió de la habitación, Shin que checo bien que no se haya quedado a espiar se sentó en el suelo frente a Margarett.
Shin— Tu crees que sea buena idea decirle todo lo que siento a Rayne... Sabiendo que estoy pensando morir cuando encuentre a esa persona...
Margarett— Shin, sabes muy bien que no es tan necesario.
Shin— Agh... Es solo que... Mis pecados son...
Margarett — No lo hiciste queriendo, solo querías ser reconocido. Y yo como tú mejor amigo te reconozco
Shin— ¿Eh?...
Sus ojos brillaron, el corazón en sus ojos comenzó a temblar clara señal de que lloraría, aún así, la raíz de su cabello comenzo a tomarse negra para después volver a hacerse blanca.
Shin— Ugh... Sabes que no me gusta llorar frente a ti... Cómo sea. —se levanta sacudiendo el polvo de su pantalón— No te pediré que te contengas, solo te pediré que tengas cuidado y mucha suerte. El examen va a comenzar
