Cuarto creciente.

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Tumbado bajo el manto de la noche, dejando que el frío llenase sus huesos de realidad como autocastigo por no sentirse suficiente, por no poder ser el digno compañero de la tan solitaria luna. ¿Qué más podía hacer? Ya no quedaban alternativas, ella era inalcanzable y su voz animal jamás lograría rozar su superficie.

El frío cada vez más intenso decidió terminar rápido su trabajo, pero algo, o más bien alguien, se lo impidió.

De pronto la luz acarició el suave pelaje negro de nuestro amigo, le susurró palabras tan dulces que este podría haberse derretido al instante, palabras de aliento, sinceras, de esas con las que todos soñamos.

Sus ojos amarillos se abrieron buscando el rostro al que tantas noches había aullado, encontrándola aun medio escondida, de nuevo su corazón oscuro y puramente solitario empezó a latir y los aullidos de súplica resonaron en el bosque como cuando una lágrima choca contra el suelo...rotos.

Frases a la luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora