Pasaban los días como si fuesen años, en el bosque se respiraba ausencia, el silencio inundaba cada rincón como un vigilante estricto y temido.No había un solo ser capaz de hacer que la sonrisa de la luna brillase de nuevo y aun así nadie se cansaba de intentarlo, poco a poco el dolor empezó a dar treguas, jamás desaparecía pero el pequeño satélite aprendió a vivir con él como si de un hermano molesto se tratase.
¿Que más podía hacer? Tenía obligaciones que cumplir, canciones de amor que escuchar, llantos que acompañar y sueños que alumbrar.
La luna brillaba alta en el cielo, mantenía su mirada firme entre los árboles mirándolo todo sin llegar a ver realmente nada, como aquel que respira a pesar de estar ya muerto.
De nuevo se pudo escuchar un crujido, el leve murmullo de las almohadillas caminando sobre el húmedo y blando suelo del bosque nocturno, él la llamó, gritó su nombre entre los árboles como tantas otras noches, suplicó a la luna anunciando su vuelta y esta, dudosa, simplemente se limitó a escuchar.
Después de tantas lágrimas, después de tantas dudas y noches en vela, después de tantos autocastigos y culpabilidades que no la llevaron a ningún sitio, después de tanto dolor, su lobo había vuelto como si nada hubiese pasado, como si todo fuese un simple día olvidado en ese cajón del que nadie hablaba, de ese lugar que todos ocultan por miedo a que salgan los malos momentos y les vuelvan a hundir.
La luna dudó, por unos segundos el miedo pudo con ella y la duda de si ir o quedarse en lo alto impasible y fría cruzó su mente fugaz como una estrella.
¿Ir y caer en los recuerdos o permanecer quiera y seguir tan muerta como el amor que sentía por la oscuridad que ahora la llamaba a gritos rotos junto a los árboles? ¿Sufrir viendo o viviendo?Quisiera o no supo que al final haría lo de siempre, lo que más equivocado parecía, pero lo que más aliviaba el dolor de su alma.
Acudió a la llamada con las prisas del tiempo robado, con las ganas de quien se quedó a mitad de algo, el fuego ardió en ella y la pasión salió quitándose el polvo de los hombros después de tantas noches escondida.
Estaba feliz de verle, de volver a descubrir el abismo que custodiaba su mirada, de encontrar el calor perdido entre su suave pelaje color carbón, pero aun así sentía enterrado en cada fibra de su ser el dolor de la ausencia y la sensación de haber aprendido a vivir sin sus llantos de media noche.
Luz y sombra se unieron una vez más después de lo que para ambos había parecido demasiado tiempo, se fusionaron creando un todo y a la vez un nada lleno de amor y pasión, buscaron un reencuentro en el lugar equivocado y quemaron la única vela que les quedaba, ya no había más noches que llenar con aullidos o besos escondidos tras la sombras de un árbol, ya no quedaban palabras que decirse al oído, no eran los mismos aunque quisieran recrearse en esa idea, se habían convertido en desconocidos que se conocían mejor que nadie.

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Frases a la luna.
РазноеAlgún día la luna brillará para mi tanto como el sol, será eterna y limpia como las lágrimas que derramé con ella.