Andreas recibió la llamada de su madre desde temprano, mientras la señora Miller le servía su desayuno.
Si bien durante su visita nocturna no tocó el tema de su labio lastimado, ella no lo dejaría pasar por más tiempo y menos cuando sus suposiciones la llevaban a pensar que uno de sus hermanos era el responsable.
-Sí mamá, te escuché bien, claro y fuerte.- Respondió con voz adormilada aún.
-Ajá, pues ¡dime cuál de los dos fué Andreas!.- soltó ella haciendo que frunciera el ceño por el volumen de su voz. Piedad. Apenas era el segundo día de la semana y ya tenía mucho trabajo pendiente por hacer.
-Fué Cold, mamá, pero no le digas nada, tu ya sabes cómo es él. -Se pasó la mano por la cara tratando de espavilarse un poco más, no era fan de levantarse temprano pero aún así tenía que hacerlo todos los días, muy rara vez se tomaba días libres a menos que la situación lo ameritaba, así como su situación familiar.
-Mhmm, trataré pero no te garantizo nada, ese chico sólo me da dolores de cabeza.- respondió ella con inconformidad.
-Lo sé, a mi también me los da mamá pero que puedo hacer, te dejo, necesito desayunar bien para rendir en el trabajo, dale un beso a papá de mi parte.- se despidió Andreas y su madre mando un beso de regreso antes de colgar.
Minutos después había terminado todo su desayuno y había ahuyentado el sueño lo suficiente para tomar un baño y colocarse el traje de tres piezas que usaría para el trabajo.
Una vez que estaba por completo listo tomó su maletín y se dirigió a la oficina.
Al llegar su asistente ya tenía una torre de documentos listos para él, Alexander había ayudado con lo que podía pero aún así la torre era bastante alta por lo que pidió un café con más azúcar de la que era sana consumir y se volcó de lleno a ellos. Sería un largo día.
~•~
Eiden al fin estaba teniendo un buen día, por la mañana Dorian se había levantado de buen humor facilitando la tarea de alistarlo para el colegio, incluso tuvo minutos extra para desayunar con él, llevarlo y entregarlo a tiempo en el portón antes de llegar al taller, se sentía extraño después de una racha constante de mala suerte.
Era como si el universo le sonriera, solo faltaba que un coro de ángeles cantará al son de su caminar de su coche a la entrada del local. Sus cabellos rojizos centelleaban por el fuerte sol y las pequeñas ráfagas de aire jugueteaban con sus mechones largos, tuvo que atarlo debido al calor.
Al llegar al taller se puso de lleno a seguir reparando uno de los coches que habían dejado el día anterior, una cliente algo especial que sólo dejaba que él tocara a su preciado vehículo.
En ocasiones le causaba gracia la forma en que la gente podía encariñarse a un objeto de tal manera que incluso les pusieran nombres y los trataran como si fuesen personas.
Estaba terminando ya con la tarea y el sudor surcaba su frente por el esfuerzo, incluso la liga que utilizaba para atar su cabello se había aflojado un poco y tuvo que rehacer el nudo cuando sintió la presencia demasiado cercana de alguien a su espalda haciendo que se tensara ligeramente.
No era fan de la invasión de espacio personal y luego de haber sufrido violencia doméstica anteriormente le generaba algo de incomodidad el que alguien se acercara demasiado sin previo aviso.
Aún con todo eso pudo recomponer su postura y cuadro los hombros antes de girar.
Zack, uno de sus compañeros se encontraba dandole una sonrisa que se le antojaba demasiado lasciva y asquerosa, no es que el tipo fuera feo pero en definitiva existian las formas de mirar y la suya era todo menos amable, se podía interpretar fácilmente como llena de lascivia y morbo, hacia su cuerpo estremecer de asco.
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Entrelazados
RomanceUn padre soltero con múltiples trabajos de medio tiempo con disgusto más evidente hacia su trabajo nocturno pero que necesita para poder sustentar su hogar y a su hijo de cuatro años. Un empresario con una gran gama de lujos pero solitario con pelea...