Andreas no entendía muy bien que es lo que estaba pasando, un momento había estado frente a su hermano tratándolo de convencer para que atendiera al llamado de sus padres y al otro un golpe había sido impactado de lleno en su labio.
Estaba un poco en fuera de balance pues el golpe había venido de la nada y ahora era guiado por el que parecía ser uno de los barman del lugar hacia un lugar apartado de la barra.
Al parecer el golpe lo estaba haciendo ver cosas porque podría jurar que vió al chico comerlo con la mirada.
Podría sonar algo pretencioso pero Andreas sabía que era bien parecido, mujeres y hombres le habían coqueteando por anterioridad pero nunca le tomó importancia.
El chico rodeaba su muñeca en un agarre firme y al mirar sus dedos enroscados en su piel al fin regresó a la realidad.
Andreas tiró de su mano pero no obtuvo ningún resultado, el joven parecía ser fuerte e iba concentrado en su objetivo: llevarlo a una pequeña habitación. En ella habían unos casilleros y unas bancas, parecía ser un área de descanso para los empleados.
Él mayor soltó un suspiro y se dejó hacer cuando el más joven lo sentó en una de las bancas y sacó un pequeño botiquín.
Ahora sentado ahí pudo detallar mejor el aspecto del otro chico, era alto, quizá un par de centímetros más que él, su piel era de un lindo color moreno claro, como los panes recién horneados, también le recordó al tono de los cafés con caramelo que solía tomar en las mañanas.
Sus ojos que anteriormente le habían parecido marrones ahora con la luz del pequeño cuarto tenían una tonalidad entre el marrón y un gris claro, era algo raro de ver. Su cabello era color caoba y sus rizos estaban ordenados de forma graciosa. Lo que sí pudo notar desde antes es que parecía ser algo fuerte, el uniforme que portaba no podía ocultar del todo los músculos con los que contaba.
El chico en cuestión puso a su lado un paquete pequeño de algodón y tomó un pedazo para luego mojarlo con un poco de alcohol.
-No tienes que hacerlo ¿sabes? Se me curará solo- se interrumpió soltando un pequeño siseo pues el algodón había sido presionado en la esquina de su boca.
Le había dolido como la mierda, y sí, era algo llorón para esas cosas, su madre siempre había sufrido para las vacunas, inyecciones e incluso para curarles raspadas durante su niñez.
-Es lo menos que puedo hacer- Respondió el joven con voz amable tratando de no mirarlo fijamente a los ojos, Andreas sabía que su mirada podía ser algo difícil de sostener, varias veces le habían mencionado que parecía amenazante incluso sin proponerselo.
A Andreas se le hizo extraño el comentario pues no entendía muy bien que quería decir el chico pero sus dudas se vieron resueltas instantes después.
-Yo ví a Cold llegar pero no me dí cuenta de que ese estúpido había llegado ya ebrio, si me hubiera dado cuenta antes ésto no hubiera pasado- soltó señalando su labio mientras lo que parecía ser un rubor se presentaba en sus mejillas de manera leve.
Andreas frunció el ceño al escuchar que le dijo estúpido a su hermano pero no podía objetar nada contra eso pues Cold no hacía nada por mejorar su reputación. Lo que sí le llamó la atención fué la familiaridad con la que el chico se dirigió a su hermano, ¿se conocían? ¿qué relación tenían ellos dos?.
No quiso darle más vueltas al asunto por lo que se dejó atender y al terminar se paró del banco sacudiendo su pantalón.
-Muchas gracias, aunque no era necesario- le dió un asentimiento al joven dispuesto a salir. Se sentía cansado y aún tenía que regresar al hospital, darían de alta muy pronto a su padre.
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Entrelazados
RomanceUn padre soltero con múltiples trabajos de medio tiempo con disgusto más evidente hacia su trabajo nocturno pero que necesita para poder sustentar su hogar y a su hijo de cuatro años. Un empresario con una gran gama de lujos pero solitario con pelea...