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Al abrir los ojos Yoongi miró inmediatamente hacia la mesita junto a la cama. El sobre seguía intacto a un lado de la lámpara, la música en algún punto de la noche dejó de sonar.

Había tenido ese sueño otra vez y se sentía extraño. Ya no estaba triste, tenía mucho tiempo que no se sentía así aunque sí había una melancolía casi imperceptible que momentáneamente se instalaba en su pecho cuando su mente recreaba esa cara en sus sueños.

Le costó mucho llegar a ese punto, incluso pensó que nunca lo lograría porque no fue fácil renunciar a lo que tanto tiempo se aferró.

Observó la cama vacía y pensó que la soledad suele ser pacífica pero también dolorosa. Justo ahora extrañaba sentir unas manos acariciando su espalda y unos labios anunciando el nuevo día con un beso en su frente.

Nunca le gustó sentirse sólo, y cuando aprendió a estarlo, aprendió también a valorar a las personas que estaban junto a él. También aprendió a agradecer y sentirse en paz con aquello que tuvo y un día simplemente perdió.

Con el periodo vacacional llegando a su fin, decidió estar en cama todo el día, alejarse de sus preocupaciones un momento y destinar su tiempo a la lectura o la consola empolvada junto al televisor.

Pidió un desayuno sin picante porque mañana volvería a comerlo. Le pareció gracioso sentirse impaciente por vivir nuevamente el ardor en la lengua y poner papel en sus fosas nasales para evitar un desagradable goteo que como siempre, le traería burlas y unas manos sujetando su rostro para que se dejara limpiar.

La vida era tan... extraña. 





-Gonche

Querido GiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora