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—Te digo que no hay señal.

—Park Jimin, ¿podrías concentrarte un momento?

—Te dije que no necesitaba un nuevo celular —se quejó caminando en el escenario—, el otro servía.

—¡Jimin!

Detuvo sus pasos y miró hacia las butacas, el staff iba apresuradamente acomodando cables y monitores. Su manager y las maquillistas lo observaban desde primera fila entre impacientes y curiosos.

—Escucha, no sé qué pase por tu cabeza justo ahora pero te necesito aquí si no quieres pasar todo el día en el ensayo.

Los ojos de Jimin viajaron involuntariamente hasta el asiento donde estaba su asistente de vestuarios y ella respingó nerviosa, se peinó el flequillo y apartó la mirada.

—Sólo quiero ensayar la nueva canción, las otras están listas.

—¿Estás seguro?

No lo estaba, de hecho pensó en borrar del repertorio su nueva obra porque sentía que su corazón dejaría de latir en cualquier momento al cantarla.

—Sí.

—Bien, cómo quieras.

Jimin le regaló una sonrisa a su manager y éste simplemente puso los ojos en blanco. Antes de ir al centro del escenario volvió a mirar a su asistente y ella le regaló una pequeña sonrisa cómplice.

La pista musical que había grabado dos semanas antes inundó el lugar, su corazón se encogió y sintió la boca seca. Se preguntó si era correcto lo que hacía, si tal acción precipitada podría provocar dolor en una herida que aparentemente había sanado.

Miró la pantalla de su celular por última vez, había señal pero no una respuesta. 





-Gonche

Querido GiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora