La familia Yang

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Han entraba por la puerta trasera de la iglesia a las 11 y 10 de la mañana, casi medio día. La zona residencial para los sacerdotes estaba contiguo al santuario. La edificación estaba hecha en piedra caliza y todos los remates, enmarcaciones, contraventanas y molduras eran de madera oscura de cerezo. Las habitaciones estaban en la primera planta, junto a la cocina y el aseo, en la segunda planta una pequeña biblioteca, otro aseo y la lavandería. Para acceder debías pasar por una pequeña entrada ajardinada que daba directo a la cocina, a la parte de los fogones y la gran mesa de roble. En ella se encontraban Gabriel y Jun, sentados uno junto al otro, pan, aceite, embutidos y mantecas distribuidos para los comensales.

No había forma de escabullirse. Podría haber vuelto y entrar por su ventana, pero le pareció que a plena luz del día era demasiado arriesgado y de verdad que no quería que le detuvieran en su primer día. No es que le importe pero Chan le mataría y no es que vaya a quejarse por eso, pero justo ahora, que ha encontrado a Minho, morirse no le va bien. 

Quiere disfrutarle un poco más... Antes de tener que irse.

- Buenas tardes joven Han-saluda Gabriel con una sonrisa amable.

- Buenos días...-murmura en respuesta con la cabeza baja.

- ¿De dónde vienes?¿Qué has hecho?-Inquiere el chico menudo al lado del sacerdote.

Han se queda estático mirandole con los ojos desorbitados. No se lo esperaba, y no tiene muy claro que puede hacer ahora, quizá llorar, llorar mucho y luego llamar a BangChan y decirle que tenía razón y que todo ha sido una idiotez. 

- Han... -le llama Gabriel poniéndole una mano en el hombro-tranquilo, no te preocupes-le guía hasta una de las sillas libres bajo la atenta mirada del otro chico- Eres un invitado... No tienes que darnos explicaciones... Jun ha sido un grosero, no le hagas caso por favor.

Le temblaban las manos casi sin control y la mirada estaba congelada en algún punto irrelevante porque todo lo que veía estaba borroso. "Jun vete de aquí y piensa en lo que has hecho" escucha como un eco susurrado lejos de él.

- Aquí tienes para desayunar ¿Vale?- Le acerca un par de rebanadas de pan-también hay queso y leche fresca en la nevera ¿Qué te apetece?

- Estoy bien gracias-susurra bajando la cabeza. Han se encoge sobre sí mismo en la silla del comedor, haciéndose pequeño y tratando de controlar el traqueteo torpe de sus manos. 

Gabriel le preparó una bebida caliente, se la colocó delante y luego, como si no estuviese pasando nada comenzó a relatarle los acontecimientos de la mañana. "A mi me había extrañado que la señora Suni no viniera esta mañana a misa..."

Mientras la voz del narrador se volvía una armonía en el fondo de su mente, el cuerpo empezó a relajarse y con el paso de la historia se dejó llevar de vuelta al mundo real en el que la ansiedad existe pero no le controla. A veces olvidaba que las sombras de su cabeza existían y las infravaloraba, ahora que no se ha traído la medicación que le ayuda a mantenerlas bajo control debe andar con más cuidado.

- ¿Qué le pasaba a las señora Suni, Padre? - se encuentra preguntando un poco después.

La sonrisa de Gabriel le recibe y Han se llena de confianza.

- Pues verás es que ella no lleva muy bien el trabajo de su marido... Es el único policía del pueblo y claro eso eso le da algunos problemas...

El sacerdote siguió contándole mientras él escuchaba ahora ya sí, más atento que la primera vez. Bebió del café con chocolate que le había preparado y comió una rebana de pan enorme con mantequilla. Se sintió mejor y a veces eso es suficiente para seguir un poco más, para poder coger aire un momento y ver que no pasa nada, que puede enfrentarse a eso y mucho más.

Real World (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora