28. Tendré que Averiguarlo.

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El aire apestaba al aroma de los placeres carnales, las paredes todavía resonaban con los gritos de una intensa pasión. Dos cuerpos inmóviles yacían entrelazados disfrutando del resplandor.

Con los ojos cerrados, Jongin disfrutó de las sensaciones persistentes. Había perdido la cuenta de los hombres que tenía, sus rostros en blanco, sus nombres olvidados hacía mucho tiempo. Y los placeres que traían... ninguno podía compararse con el hombre que tenía en sus brazos en ese momento. Cuanto más se entregaba a él desde su reencuentro, la verdad detrás de sus cuatro años de celibato se volvía sorprendentemente clara: sin Soo, no hay placer.

Aún respirando entrecortadamente, presionó sus labios en la parte superior de su cabeza y luego en su frente. Lo abrazó con fuerza como si al hacerlo los fusionara en uno, sin dejar espacio alguno. Su corazón todavía latía frenéticamente pero con una sensación de calma que lo había abandonado durante cuatro años.

Por otro lado, Soo se inclinó sin fuerzas en su abrazo; respiración superficial, ojos cerrados que enmascaraban su neblina, rostro pálido y cuerpo mojado como algodón, náuseas por dentro... no había duda de que la escapada sexual en la estrecha bañera la había puesto a toda marcha.

Su condición actual no pasó desapercibida para el culpable, con el ceño fruncido. Respirando profundamente, se liberó de mala gana de su núcleo. Al ver la esperma que rezumaba rápidamente, su fuego apagado, una vez más, comenzó a arder... quería introducirse en él una vez más, devastarlo sin fin. Y, sin embargo, ceder ante la bestia interior sólo marchitaría la frágil flor.

Jongin se puso de pie mientras la sostenía con cuidado en sus brazos. Él lo ayudó suavemente a ponerse de pie en la cabina de la ducha. Estaba tan flojo que no podía mover un dedo. Soo simplemente lo dejó hacer lo que deseaba, apoyándose en su tenso cuerpo.

Sus grandes manos limpiaron meticulosamente su cuerpo, sus ojos se cerraron cuando las manos masajearon suavemente su cabeza. Soo se soltó.

Un recuerdo que no conocía antes resurgió de repente. Recordó que era la primera vez que no sentía un dolor punzante.

Fue así entonces.

El último día que pasaron juntos hace cuatro años, Jongin trajo a Soo exhausto y lo lavó él mismo.

"Piénsalo."

Su voz baja había sonado en sus oídos. Era la voz dulce y gentil de un hombre que lo acariciaba. Su tono entonces le había hecho creer que él realmente lo queria.

"Esperaré una respuesta el día que regrese".

¿Cuál fue la pregunta y cuál habría sido su respuesta?

Los ojos de Soo se encontraron con los de Jongin cuando él los abrió, su mirada no era la de un hombre que lo estaba atormentando. Le besó la palma como si fuera el tesoro más valioso de este mundo.

¿Era este su recuerdo o su realidad?

Podía sentir su aliento caliente y esta vez sus labios se encontraron. Fue un beso que pareció consolar sus labios hinchados por la noche que pasaron juntos y fue el más suave que jamás había recibido de él.

Aunque Jongin cumplió su promesa de que lo liberaría solo una vez, aun así lo hizo hacer una mamada. Su erección se retorció como si estuviera viva y salpicó líquido sobre su mano y su pecho.

La Leyenda de ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora