Mas que mi amor por ti

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Fascinante.

Reigen no encontraba otra palabra para describir la impresión que tuvo por el descubrimiento que encontró en el baño de la oficina.

Un camino de manchas de sangre se esparcía por todos lados, como si por aquí hubiese caminado un animal herido pero no a punto de morir. Las manchas eran apenas gotas que llevaban hasta el lavamanos donde una pintura formada de ellas había cedido.

¿Se suponía que esto era esconder la evidencia?, se preguntó Reigen después de que vio a Mob salir del baño apresurado, diciendo que tenía un poco de tos y debía regresar a casa a descansar. Su comportamiento claramente lo alarmó y simplemente fue a echar un vistazo, después de todo se tardó ahí como unos treinta minutos.

La sangre era alarmante, como maestro, Reigen definitivamente debió quedar pasmado y aterrado, debió salir corriendo y buscar a Mob para que se acercaran a algún doctor o incluso ir al hospital. Pero Reigen quedó completamente hipnotizado por lo que había escondido en ellas.

Primero notó una forma extraña en las manchas, como si estuvieran comprimidas en sí mismas y al acercarse noto que en realidad había algo ahí. Creyó que era papel de baño, aunque era extraño pensar que simplemente Mob dejará restos de papel en cada charco de sangre. Así que Reigen decidió que era mejor tomar lo que sea que sea eso.

Su piel se enamoró.

El primer contacto fue embriagante, las yemas de sus dedos se fascinaron ante la textura suave y acolchonada del objeto. No pudo evitar tomarlo apresurado con la mano, envolviendo en su palma el objeto mojado pero sedoso.

Luego, ignorando la sangre por completo, se concentró en lo que había detrás de ella.

Un pétalo.

Era pequeño pero tenía una forma particular, parecía un corazón partido por la mitad. La sangre escarlata le daba un toque curioso pero Reigen pudo distinguir que ese no era su verdadero color.

Se acercó de nuevo al lavamanos, más y más de esas joyas yacían detrás del enorme charco ensangrentado, así que las tomó a todas con las manos temblando de la emoción. Luego abrió el grifo con mucho cuidado, procurando que el chorro de agua que saliera no fuera demasiado potente para llevarse los pétalos entre ellos y entonces, cuando se aseguró de que así fue, comenzó a limpiarlas indulgentemente.

Los petalos brillaron bajo la luz del indecoroso baño, resaltando las puntas de color blanco que se teñian gradualmente hasta el mismo color escarlata de la sangre que recien lavo en el borde grueso del petalo.

Escuchó la puerta de la oficina abrirse, así que apresuradamente tomó las flores que pudo y las resguardo sobre un pequeño mueble. Se lavó las manos ensangrentadas y salió para saludar a un cliente inesperado.

Afortunadamente el cliente no necesitaba más que un masaje fácil de manejar, luego de eso se encargó de girar el letrero de "abierto" a "cerrado" y volvió al baño, se pasó las siguientes dos horas limpiando cada pétalo con cuidado. Una vez que termino, las guardo en un pequeño frasco de sal que ya se había terminado hace tiempo y se las llevó a casa.

Esa noche se dedicó a pegar cada uno de los pétalos en un pequeño pedúnculo que le quitó a alguna de sus plantas. Al final logró formar una pequeña flor que lo cautivo, brillando en los rayos del amanecer, la colocó delicadamente en su pequeño mueble de cama y casi juro que la flor brillaba en ese sucio apartamento.

Finalmente las preguntas llegaron a él.

¿Cómo es que Mob adquirió esta habilidad? Claro que Reigen ya había sido testigo de sus increíbles poderes y de su capacidad para hacer crecer todo tipo de plantas existente y por existir. Pero esto era diferente.

La flor claramente salió de su cuerpo, como si creciera dentro de él; la sangre había sido una buena pista para llegar a esa conclusión.

¿Si Reigen se lo pidiera, Mob la sacaría y se la daría? Tal vez, no perdía nada con intentarlo.

Así que se decidió a hablar con su discípulo esa misma tarde, donde ansioso espero por el momento en que llegara para que se sentaran a platicar al respecto.

El muchacho llegó, temblando de pies a cabeza y sin poder dirigirle una mirada a Reigen, quizás era consciente del desastre que dejó el día anterior en el baño y se mostraba avergonzado al respecto.

–Chico, sobre ayer...

–Lo lamento –Mob interrumpió, sus mejillas se colorearon recordando a Reigen ligeramente el color de los pétalos–. Y-Yo no quería que se supiera.

–¿Cuánto tiempo has estado enfermo? –preguntó ganándose una mirada sorprendida del azabache–. Por favor, no me mires como si fuera extraño que supiera que se trata de una enfermedad.

–Como unas dos semanas –respondió Mob en un susurro, Reigen continuó.

–¿Y sabes que lo provoca?

Mob esta vez lo miró con seriedad, fijamente como se mira al culpable en un juicio, pero Reigen quiso pensar que se trataba de simples dudas que aún atormentaban al joven Mob.

–No –una mentira floja, Reigen la vio a kilómetros–. Pero he ido a ver a un especialista, no soy tan descuidado.

Reigen se iluminó con la información, así que instó más al muchacho.

–¿Qué te dijo el médico?

–Podrían extraer la flor que está creciendo en mi estomago, pero solo cuando crezca hasta el nivel del esofago, antes de llegar a los pulmones.

Reigen hizo una mueca, eso era demasiado tiempo de espera.

–¿Cómo se hace crecer?

Mob lo miró como si le hubiera disparado, Reigen alzó los brazos en inocencia.

–Solo quiero saberlo para ayudarte, me preocupas.

Mob se mordió los labios, Reigen casi pudo visualizar un hilo de sangre entre ellos.

–N-No creo que eso vaya a ayudarme.

Esta vez fue Reigen el que cayó en la frustración, calma, debía estar calmado.

–¿No quieres deshacerte de eso? Te está haciendo daño.

–No –respondió Mob seco, callando al adulto en un instante–. No es que me guste tener eso en mi, pero si me deshago de la flor nunca volveré a ser el mismo.

"¿Acaso importa?", pensó Reigen, horrorizandose ante su indiferencia pero sin sentir una culpa verdadera.

–¿Podemos dejar de hablar de eso? –pregunto Mob con la voz haciéndose diminuta, callo una tos en la boca.

–Si, está bien –cedió Reigen a regañadientes, el día transcurrió con normalidad.

Al menos así fue hasta que Reigen felicito a Mob por un buen trabajo, el muchacho no resistió mucho y llenó el suelo de pétalos.

La mirada aturdida que le ofreció a su maestro después de terminar su desastre, le dieron a Reigen las respuestas que necesitaba.

Había otra forma de conseguir su nueva flor favorita.

Perfume de ti -Reimob-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora