II

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Matías sintió su corazón acelerándose cuando vio a aquella morocha de ojos azules y sonrisa emocionada entrando a la sala de reuniones junto a su amigo Juani

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Matías sintió su corazón acelerándose cuando vio a aquella morocha de ojos azules y sonrisa emocionada entrando a la sala de reuniones junto a su amigo Juani.

Traían dos bolsas de tela que parecían pesadas en cada mano, y apenas las puertas se abrieron, un olor a café y canela inundaron la habitación.

Cuando Juan la presentó como su mejor amiga, Matías se percató de que la chica seguro era una persona increíble. No cualquiera era la mejor amiga de Juani.

Pero cuando la vio sonreír y agitar la mano en forma de saludo, con sus mejillas sonrojadas y la nariz roja por el frío, todo en el gritaba que tenía que conocerla. Quería saber todo de ella. Quería estar con ella.

Se dió cuenta de que había estado mirándola por mucho tiempo cuando todos sus amigos empezaron a presentarse. Negó con la cabeza alejando sus pensamientos, y se acercó para saludarla con un beso en la mejilla. Tuvo que agachar la cabeza un poquito, debido a que la chica era sutilmente más baja que el.

Cuando estuvo bien cerca de ella, se dió cuenta de que el olor a café también desprendía de ella, y se mezclaba con su perfume de vainilla. Era un aroma adictivo.

-Matías Recalt- Dijo presentándose y separándose un poco para poder verla mejor, agachando la cabeza.

-Clemmie.. Clementine!- Respondió ella, pero debido a los nervios terminó balbuceando, poniéndose aún más roja. -Soy Clementine, es un gusto conocerte, conocerlos! A todos- Sonrió nerviosa.

Varias risas fueron escuchadas, pero Matías la miraba con una ternura inexplicable y una pequeña sonrisa que derretiría a cualquiera. Le parecía la persona más adorable que alguna vez había conocido, y presentía que no sería alguien pasajero.

-¿Así que nos preparaste el desayuno?- Preguntó Pipe con una sonrisa ansiosa.

Clemmie soltó una risa suave, y fue como música para los oídos de Matías. -Si, ahora se los doy. Enserio espero que les guste, pero si no es así, díganme sin problema. Acepto críticas constructivas.-

Mientras hablaba, se puso a sacar varios cafés de una de las bolsas, y le indicó a Juani que hiciera lo mismo. El olor se intensificó, y cuando ya todo el café estaba fuera de la bolsa, vinieron los dulces.

De repente la mesa estaba llena de tortitas, facturas, muffins y varias preparaciones que tenían muchísima pinta. Quién dijera que no se le hizo agua a la boca estaría mintiendo.

Clementine sonrió ante la reacción de los chicos. -Saquen lo que se les antoje. Hay un café para cada uno, pero si quieren más vemos que hacemos. Fuera de eso, hay de todo para comer.-

Apenas terminó de hablar, los chicos se abalanzaron hacia la mesa, acaparando la comida y hasta peleando por ella. Cuando todo estuvo más calmado, tomaron su lugar en la mesa y empezaron a degustar. Varios ruidos de placer y aceptación fueron escuchados, lo que hizo que la confianza de Clemmie se elevara consideradamente. Juani hizo un lugar al lado suyo para que pudiera sentarse, y ella lo hizo, tomando su propio café. Un cappuccino, su favorito.

𝐡𝐨𝐦𝐞, matías recalt Where stories live. Discover now