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Matías se sintió como el hombre más afortunado del mundo apenas despertó a la mañana siguiente

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Matías se sintió como el hombre más afortunado del mundo apenas despertó a la mañana siguiente.

Sus piernas estaban enredadas con las de Clementine, y la cara de la chica estaba escondida contra su cuello. Él la estaba abrazando, y se encontraban muy juntos.

La noche anterior, cuando Clemmie le dijo que se quedara con ella, Matías estaba que estallaba de emoción.

La chica, con su actitud inocentona, se paró del sillón y lo guió hasta su habitación.

La habitación de Clementine era exactamente como Matías se la imaginaba. Parecía una explosión de su personalidad.

Las paredes estaban pintadas de blanco, pero tenían muchísimos cuadros y pinturas adornándolas y dándoles color. Había repisas con varios libros, así que él asumió que la chica disfrutaba mucho leer.

Su cama era amplia y parecía muy cómoda. Estaba ubicada en el centro del cuarto, y tenía muchos almohadones de varios colores y diseños, y algunos peluches que parecían viejitos, pero estaban en buen estado.

Tenía una gran ventana que permitía la entrada de luz natural, un armario bastante grande, y un escritorio muy desordenado, pero inclusive así era atractivo a la vista. La cantidad de colores y cosas era abrumadora, pero no en el mal sentido.

En el suelo descansaban una alfombra suavecita y algunos pares de zapatos.

El chico le agradeció cuando esta le dio una prenda de ropa masculina mucho más cómoda que lo que él tenía puesto.

Se acostaron en la cama, y apenas Matías tocó el colchón, Clementine ya estaba pegada a él. Fue un acto muy inocente, muy dulce, y eso le calentó el corazón. Disfrutaba mucho estar con ella porque realmente era algo más. La chica no era como nadie que el había conocido antes.

Clemmie era un ser puro, un ser de luz. Sentía la necesidad de estar con ella todo el tiempo y de protegerla ante el mundo en el que vivían. Estaba empezando a encariñarse demasiado, y era casi certero que ya se había enamorado, inclusive si la había conocido hace muy poco tiempo.

Pero esa es la locura del el amor. Uno nunca sabe cuando va a llegar la persona indicada, ni el momento correcto, pero la vida es muy corta para vivir preocupados. Inclusive si ambos sabían que llevaban conociéndose poco tiempo, se sentían bien uno al lado del otro. Eligieron eso antes que nada.

-Buenos días, bonita- Le dijo cuando la vió abrir los ojos.

Clementine se sonrojó ante el apodo acompañado de la voz ronca de Matías. Sonrío levemente y volvió a esconderse en el pecho del chico, provocándole una risa.

-Son las diez y media- Habló el suavemente.

Eso hizo que ella se incorporara.

-¡Ay no!- Dijo, levemente frustrada.

𝐡𝐨𝐦𝐞, matías recalt Where stories live. Discover now