VI. Había una vez, en un reino...

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Había una vez, en un reino formado por la unión de tres encantadores territorios, dos reinas reinaban con armonía y bondad sobre su pueblo. Eran las mejores reinas que jamás hubieran existido. La mayor de ellas era conocida cariñosamente como "La reina gruñona", mientras que su amada esposa era famosa en todo el reino como "La reina encantadora".

Corría un rumor por el reino que estas reinas compartían el trono debido a una maldición lanzada por la bruja más malvada que jamás hubiera existido. Según la leyenda, estaban condenadas a no experimentar el amor verdadero y a vivir eternamente junto a su peor enemiga.

Otros murmullos sugerían que se habían unido en matrimonio solo para desafiar la creencia de que una de ellas nunca encontraría el amor. Muchos especulaban que era la reina gruñona quien enfrentaba este estigma, ya que, a pesar de su asombrosa belleza, su personalidad parecía alejar a príncipes y nobles.

Los rumores eran tan variados y abundantes que nadie podía llegar a una conclusión clara. ¿Quién podría decir con certeza? Quizás, en realidad, ambas reinas se amaban profundamente y anhelaban compartir una eternidad juntas

¿Quién sabe?, tal vez esos momentos donde la reina encantadora se quedaba callada del susto de ver a la reina gruñona hablar, era de verdad, la reina encantadora callada para admirar la belleza de la reina gruñona. Una que nadie podía negar.

Aunque las especulaciones sobre el origen de su relación continuaban, nadie en el reino deseaba que las reinas abandonaran su trono. La unión de los Nakamura y los Kim que nadie les sorprendida, los reinos ya se habían unido ante el casamiento de los reyes anteriores, y cuando anunciaron que también gobernarían el reino de los Miyawaki, no hubo objeciones. Este reino previamente abandonado, gobernado por reyes que solo lloraban, encontraron la esperanza con la llegada de su hija heredera. Sin embargo, ya eran demasiado mayores para regresar y la joven heredera no sabía gobernar.

—Borra eso —dijo la Bella Durmiente, leyendo con los ojos entrecerrados las palabras que la Caperucita Roja había escrito.

—¿No te gusta? —preguntó la Caperucita Roja con unos ojos que brillaban ante la emoción y una expresión que exigía su aceptación —. A mí me gusta.

—No es que no sepa gobernar —corrigió la Bella Durmiente—. Solo... —soltó un largo bostezo— me da flojera —se recostó en la mesa y cerró los ojos.

Eran demasiado mayores para regresar, y la heredera estaba demasiado cansada para hacerlo. Por eso, a cambio de que la mantuvieran, les cedió sus tierras. En muy poco tiempo, las calles del sector Miyawaki volvieron a tener vida, y los ciudadanos dejaron de sentirse abandonados.

No obstante, la princesa Miyawaki tenía voz y voto entre las paredes del castillo. Cuando no estaba durmiendo, ofrecía los consejos más bondadosos y realistas que siempre ayudaban a las reinas cuando creían enfrentar un problema insuperable.

—¿Y a mí cuándo me mencionas? —preguntó Yunjin—, pásame la pluma —la tomó y le quitó el pergamino.

Junto a la hermosa princesa Sakura, tenía a sus dos fieles seguidoras. Yunjin, también conocida como Rapunzel, se encargaba de evitar que se durmiera mientras caminaba y le brindaba todo el amor posible. Con sus largas trenzas y su espíritu valiente, Yunjin era una aliada indispensable en el reino, contribuyendo con su determinación y afecto a la armonía del castillo.

—No exageres —dijo Eunchae, quitándole nuevamente la pluma.

La otra seguidora era la grandiosa Hong Eunchae, quien, al conocer cada árbol del ahora bosque encantado, se convirtió en la informante oficial de ambos bandos. Gracias a ella, las criaturas desconocidas obtuvieron el derecho de salir del bosque y establecer sus propios lugares turísticos y negocios, tanto dentro como fuera del bosque encantado.

Para muchos, eran la tierna Caperucita Roja, pero para aquellos que la conocían más íntimamente, la consideraban la gran—

—No —interrumpió Kazuha—. Ahí pon "la dictadora y perversa Manchae". La mujer capaz de desatar una masacre con el fin de proteger a sus criaturas mágicas.

—Ay, eres un encanto. Adoro como suena—dijo Eunchae y continuó escribiendo.

—¿Qué están haciendo?—las cuatro chicas miraron a Chaewon y cada una rompió un poco de la hoja que acaba de escribir Manchae—¿Qué ****** estaban haciendo?—preguntó con los ojos llenos de ira.

Eunchae puso la mano en la espalda de Kazuha y la empujo para que se levantara y hablara.

—Nada, mi amor —le agarró las manos—. ¿Mucho trabajo? —le susurró en el cuello para luego darle un corto beso.

—Si no se escaparan, las cuatro, no tendría tanto trabajo —miró a Yunjin, que tragó con dificultad lo que tenía en la boca. Sus años en soledad la habían convertido en una mujer muy peculiar—. Necesito un masaje —suspiró.

—Te lo hago inmediatamente, mi amor.

Las tres chicas soltaron un largo suspiro y Sakura se acomodó para seguir durmiendo. Yunjin sonrió al verla así y se acercó para darle un corto y tierno beso en los labios.

—Lo escribiré otro día —dijo Manchae al levantarse— a solas.

—Deberías hacerlo desde el principio —susurró Yunjin para no despertar a su amada.

—¿Con un "En un país muy, muy lejano"? —dijo con tono bromista.

—Y un "colorín colorado, este cuento se ha acabado" —añadió Yunjin.

—Esas son patrañas —dijo Manchae, que se quedó mirando a Sakura mientras dormía.

Sacó de su cesto un ramo de flores que había recogido en el bosque y las acomodó entre sus brazos, con la ayuda de Yunjin para no despertar a Sakura. Se dio media vuelta para salir del castillo y al ver a la hermosa bruja Tiffany entrar con una manzana roja entre sus manos, que Chaewon había mandado envenenar para su madrastra, pensó:

"Colorín colorado, este cuento se ha acabado", con una tierna sonrisa, ya que todas vivieron felices para siempre.


The end.

Once upon a...Le Sserafim?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora