Capítulo 18

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Rubí y Niel entraron en la casa. Lo primero que vieron fue un espacioso salón que sirve como área de recepción. En él había restos de bebidas y comida recientes. El suelo de madera pulida extendido por todo el salón permitía a Maika y Dylan escuchar donde se encontraban en cada momento los asaltantes. Las grandes ventanas que se encontraban en el salón estaban abiertas por lo que sospechaban que habían huído por ahí.

Sin apresurarse continuaron por una puerta doble en el lado opuesto del salón la cual conduce a una cocina de distribución abierta que permite una fácil interacción con el comedor, donde había una mesa grande y sillas.

En la subida de las escaleras hasta el segundo piso se encontraban Maika y Dylan que rápido encontraron a los intrusos por lo que fueron a buscar un arma. El pasillo se ramifica hacia tres habitaciones. A sabiendas de que la habitación de Liev contenía armas entraron en ella aunque él les negara rotundamente la entrada a la misma. 

Entraron a la habitación. Las paredes estaban revestidas con un papel tapiz intrincado y oscuro, con patrones florales y detalles dorados que revelan la artesanía detallada de épocas antiguas. La iluminación tenue proviene de lámparas colgantes con pantallas de terciopelo en tonos oscuros, creando un ambiente tenue y misterioso.

En el centro de la habitación, una mesa de madera maciza sostiene diversos objetos antiguos, como libros con tapas de cuero gastado y una caja de madera tallada. Sobre la mesa, descansan algunas réplicas decorativas de armas antiguas, como espadas y dagas. Estas armas están delicadamente ornamentadas, con empuñaduras talladas y detalles en metal envejecido.

Se acercaron de la mesa y abrieron la caja de madera pensando que había armas dentro. Lo único que encontraron fue una foto de una mujer.

- Dylan: ¿Por qué tiene una foto tuya aquí?

- Maika: ¿Qué dices? No se parece en nada a mí.

- Dylan: El pelo es igual no jodas.

- Maika: Entonces todos los calvos son Antonio Lobato o cómo va la cosa.

- Dylan: Mimimi.

- Maika: Shhhh, que nos van a escuchar, sigamos buscando por ahí.

- Dylan: ¿Y en ese armario?

Abrieron las puertas del armario y se encontraron una katana de ornamentación extraña. Dylan la cogió...

- Rubí: Vaya... mira quien está aquí.

- Dylan: Mierda. Maika, coge la katana y vete.

- Maika: ¿Qué coño dices?

- Dylan: ¡Hazlo antes de que venga el otro!¡Yo me encargo de ella!

Dylan se abalanzó sobre Rubí tirándola al suelo y Maika aprovechó para correr hacia el piso de abajo. Trató de salir por la ventana del salón pero Niel se le interpuso.

- Niel: Patito malo, mamá pato se enfada si te vas del nido.

Maika levantó la katana.

- Niel: Te vas a hacer daño con eso JAJAJAJ.

Niel le dio una patada y la lanzó por el aire. 

- Maika: ¡AH!

Mientras tanto en el angosto pasillo del segundo piso, la tensión se corta con un cuchillo mientras Dylan y Rubí se enfrentan en un violento y desigual enfrentamiento. Dylan, desarmado, está alerta con los puños apretados y la mirada fija en la otra, que sostiene amenazadoramente un machete reluciente.

El sonido metálico del machete cortando el aire aumenta la ansiedad en el pasillo. La iluminación tenue destaca los reflejos plateados del arma, creando destellos que danzan con cada movimiento. Dylan adoptaba una postura defensiva, moviéndose con agilidad para esquivar los amenazantes movimientos del machete.

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