catorce.

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La faceta de Mauro valiente se había ido en el momento que pise ese hospital. Mi piel morocha estaba super pálida y mis manos sudaban.

Cuando en el pasillo divise a Gabi, la madre de Emilia mi labio inferior empezo a temblar, ¿Que le iba a decir después de que su hija se intente suicidar por su culpa?

Ya no éramos niños y yo era consciente de la impulsividad de Emilia pero ¿Tanto dolor le había causado como para empastillarse y estar al borde de la muerte?

Gabi me ve y se acerca a mi, lejos de decirme cualquier cosa fea me abraza y yo obviamente correspondo. Las lagrimas ruedan por mis mejillas.

Nos separamos y veo a mi madre a su lado.

—Sandra yo... —susurro. —Soy una persona de mierda, nada que ver con como me criaste vos.

Cuando mi madre iba a responderme un médico sale de la habitación correspondiente a Emilia y todo se queda en silencio.

—Se ha podido instalar unos tubos para que respire correctamente. —explica el medico. —Se acaba de despertar, esta algo agitada y preguntando porque está aqui, va... efectos normales después de lo que ha pasado. Les ruego que si hay alguien que no quiera ver que no entre a verla, le puede hacer mal.

Principalmente entra su madre y la mia mientras yo me quedo con Nicole y mas gente allí.

—Nicki... —lloriqueo y ella me mira.
—Cuando entrés... Decile si quiere verme

Ella asiente.

El tiempo pasa y pasa hasta que Nicole sale de la sala.

—Dice que pases. —me dice mirándome con una sonrisa.

No muy seguro de mi mismo entro a la sala y al verla con todos esos aparatos conectados mi corazón se rompe.

—Mau... —susurra con dificultad, las lágrimas ya se acumulan en mis ojos.
—Pero no llores.

—Soy una mierda.

—Te dije que no te culparas, siento que lo tuvieras que leer y ahora mirarme a la cara, estoy re avergonzada.
—murmura.

—Tenemos mucho de lo que hablar amor...

—Sí, pero ahora no es el momento.

—Ya, lo se muy bien. Pero quiero decirte que te amo, que estes tranquila y que aun que la cague mucho, muchísimo todo fue real ¿va?

Ella se limita a asentir y yo me acerco a darle una última mirada asegurándome de que estaba bien.

—¿Puedo? —preguntó, refiriéndome a darle un beso.

Vuelve a asentir y yo me acerco a su mejilla, sin embargo ella corre la cara y nuestros labios acaban juntándose como siempre...

Nos separamos, sonrió y le doy un beso en la frente.

—Si queres... Vengo mañana o cuando pueda....

—Vení cuando quieras, acá sos muy bien recibido morocho. —murmura y yo muero de ternura.

—Te amo. —digo.

—Yo también te amo mucho.

Sonrió y me voy. De todas formas sabía que no todo estaba arreglado...

Entre notas y suspiros | Duki&EmiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora