Enclavada en medio de la nada, la imponente mansión se alzaba majestuosa, sus torres alcanzando el cielo como guardianes silenciosos de secretos ocultos. Los altos muros de piedra rodeaban la propiedad, creando una barrera impenetrable que aislaban la mansión del mundo exterior. La atmósfera que envolvía el lugar era densa, impregnada de misterio y devoción religiosa.
En los jardines que rodeaban la mansión, estatuas imponentes y cruces marcaban la presencia de la fe que gobernaba cada rincón. Flores silvestres crecían entre las lápidas antiguas, sus pétalos danzando al ritmo del viento que susurraba entre los árboles frondosos.
En el corazón de la propiedad, un imponente edificio se alzaba como testigo de décadas de oraciones y rituales. Ventanas altas permitían que la luz del sol penetrara tímidamente, pintando de sombras los intrincados pasillos de la mansión. Candelabros colgaban del techo, proyectando destellos tenues que apenas revelaban los rincones oscuros.
Pero lo más enigmático de la mansión era el laberinto que se extendía en sus entrañas. Un entramado de pasillos retorcidos y puertas secretas, con la promesa de revelar los secretos más profundos de la familia. Aquellos que se aventuraban por sus oscuros pasadizos se veían enfrentados a una danza de sombras y susurros, cada giro aumentando la sensación de estar perdido en un laberinto que desafiaba el tiempo mismo.
La senda hacia la salida estaba enmarañada con simbología religiosa, como si la fe misma guiara a aquellos que se atrevieran a buscar la libertad. Cruces talladas en las paredes y estatuas que parecían observar con ojos eternos, marcaban el camino tortuoso hacia la salida. Quienes se aventuraban por este laberinto tenebroso debían enfrentarse a sus propios miedos y dudas, mientras la mansión susurraba sus secretos y desafíos ocultos.
Así, entre la majestuosidad religiosa y la oscuridad del laberinto, la mansión en medio de la nada se mantenía como un monumento a lo desconocido, desafiando a aquellos que se acercaran con su aura de misterio y devoción.
En la tranquila mansión, Jungkook y Jin se sentaron en la sala, rodeados por la solemnidad que siempre acompañaba a la lectura de la Biblia. Su abuela, una figura austera con la Biblia en sus manos, les instaba a escuchar el versículo del día con una mirada que pesaba como un juicio divino.
Las páginas de la sagrada escritura crujían mientras su abuela, con voz firme, pronunciaba palabras que resonaban en las paredes de la sala. El versículo, seleccionado cuidadosamente para impartir lecciones de moralidad, se centraba en la reprobación de las relaciones cercanas, un recordatorio de los límites que debían existir entre hermanos.
Jin, siendo un doncel, sentía el peso de la condena en cada palabra. La abuela, con gesto severo, subrayaba la importancia de mantener una distancia moral entre hermanos, haciendo hincapié en las estrictas normas que debían regir sus vidas.
Jungkook, por otro lado, recibía indirectamente el reproche por la cercanía que compartía con su hermano. Cada palabra parecía resonar como un eco que desafiaba la conexión especial entre ellos, generando una tensión palpable en el aire.
A medida que la lectura avanzaba, Jin y Jungkook intercambiaban miradas llenas de complicidad, conscientes de que sus lazos iban más allá de las restricciones impuestas por la religión. La Biblia, aunque era presentada como una guía moral, no podía extinguir la chispa de conexión que existía entre los hermanos.
En esa sala impregnada de enseñanzas bíblicas, Jungkook y Jin se veían desafiados por las palabras de su abuela, pero su complicidad persistía como un lazo que resistía incluso los dictados más rígidos de la fe. La Biblia podía pronunciar juicios, pero la conexión entre los hermanos seguía firme, desafiando silenciosamente las normas impuestas por la tradición.
ESTÁS LEYENDO
Protect || KOOKJIN
FanfictionEn la tranquila mansión alejada de la civilización, Jungkook y Jin compartían lazos de sangre, pero su relación estaba enredada en los oscuros hilos de la opresión. Criados por la autoritaria nana Irene, la religión era el eje central de su educació...